Cuando los ojos del mundo se posen desde el 21 de noviembre en el Mundial de fútbol, el arte también dirá presente a través del Festival de Esculturas de la Copa del Mundo, un ambicioso museo a cielo abierto con 100 obras monumentales ubicadas en espacios públicos icónicos para que los millones de visitantes que arriben al país «también experimenten Qatar a través de la lente del arte», dijo el director de Arte Público de Qatar Museums, Abdulrahman Al-Ishaq.
Ya son 60 las monumentales esculturas -comisionadas especialmente para este evento- emplazadas al aire libre, en espacios públicos emblemáticos, como parques, centros comerciales, escuelas y también estadios de fútbol, pero el número ascenderá a 100 cuando finalmente comience en noviembre uno de los eventos deportivos más importantes del mundo, para el que la Argentina ya está clasificada.
Ni bien aterricen en el Aeropuerto Internacional Hamad, de la ciudad de Doha, capital de Qatar, los visitantes se encontrarán con la obra de un gigantesco halcón de suaves plumas, su pico en forma de gancho y fuertes garras, una pieza realizada por el artista alemán Tom Claassen, de 12 metros de alto y cada centímetro de su exterior bañado en oro. «Falcon», título original de la escultura, dará la bienvenida a los recién llegados a esta nación petrolera situada en la península arábiga, y bañada por el golfo Pérsico.
«Muchas veces, el significado de una obra de arte es demasiado complejo para ser clasificado en un solo tema, pero quienes visiten Qatar encontrarán en las esculturas variadas temáticas, como la conciencia ambiental, la humanidad, la unidad, el deporte, la identidad cultural y la amistad», concedió en una entrevista con Télam Abdulrahman Al-Ishaq, arquitecto y urbanista actualmente a cargo del departamento Arte Público de Qatar Museums (QM), la institución estatal que engloba a los museos del país.
El museo
En su conjunto, QM -que preside Sheikha Al Mayassa Al Thani, hermana del Emir de Qatar y una de las mujeres más poderosas del mundo de arte según Art Review- se conforma como una red de museos pero también de sitios patrimoniales, festivales, instalaciones artísticas y programas públicos, que busca preservar, restaurar y ampliar la oferta cultural qatarí para sus ciudadanos y para el mundo.
Tan solo un ejemplo: uno de los sitios culturales que depende de Qatar Museums (entidad gubernamental que bien puede pensarse como una suerte de Ministerio de Cultura en términos locales) es el Museo Nacional de Qatar, impactante edificio de 40.000 metros cuadrados, conocido como «la rosa del desierto» por su despliegue arquitectónico en forma de pétalos de flor.
Inaugurado en 2019, el museo alberga en su interior colecciones compradas por los emires. En este sentido, la familia real de Qatar pagó, hace diez años, 250 millones de dólares por el famosísimo «Los jugadores de cartas» de Paul Cézanne (aunque no está en exhibición). Un récord en el mundo del arte que solo pudo destronar la venta de un Da Vinci por 400 millones.
Al-Ishaq tiene a su cargo uno de los programas de arte público más ambiciosos del mundo, que pretende transformar el paisaje de esta nación de Medio Oriente en un vasto museo de arte al aire libre para celebrar la Copa Mundial 2022.
La iniciativa incluye la participación de artistas de todas las nacionalidades y orígenes -qataríes, regionales e internacionales-, con nombres como el qatarí Mohammed Al-Ateeq, el danés Olafur Eliasson, la alemana Katharina Fritsch, el británico Faye Toogood o el brasileño Ernesto Neto (sus impresionantes esculturas de crochet se vieron en 2019 en el Malba).
Por ejemplo, el consagrado artista estadounidense Bruce Nauman, reconocido por sus esculturas con luces de neón, realizó en los años 70 la escultura «Untitled (Trench, Shafts, Pit, Tunnel and Chamber)», que se ubica actualmente en las afueras del centro cultural M7, en Msheireb Downtown Doha, un barrio en crecimiento que cuenta con arquitectura moderna, mezquitas blancas resplandecientes y varios museos ubicados en elegantes mansiones de estilo árabe.
El Festival de Esculturas de la Copa, que comenzó a mediados de 2021, junto con los preparativos para el Mundial, incluye también piezas ya instaladas como las «Dos orquídeas» de la artista alemana Isa Genzken -una gran escultura que se erige como una versión idealizada de esas flores- en el jardín del Teatro Nacional de Doha, o la inmensa «East-West/West-East», que se levanta en Zekreet, el desierto de Qatar, y es obra del artista minimalista Richard Serra.
Aunque aún no se ha difundido la lista completa de artistas participantes, el Festival de Esculturas de Qatar -que se extiende también a estaciones de trenes y centros deportivos- está concebido para trasladar el arte fuera de las paredes del museo y para llegar a un público global que de otro modo sería difícil de alcanzar. Y que una vez finalizada la Copa del Mundo, serán parte permanente del tejido urbano de Qatar.
«Con un total de cien obras de arte públicas instaladas a la vista en Qatar, es casi seguro que habrá algo interesante para todos los paladares y para todos los fanáticos del fútbol que visiten Doha», aseguró Abdulrahman Al-Ishaq, director de Arte Público de los Museos de Qatar.
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