El 4 de abril del año 2000, el mundo del fútbol y el país quedó en shock por el suicidio de Mirko Saric, que por entonces jugaba profesionalmente en San Lorenzo. Mediocampista talentoso, zurdo, con paso con las juveniles de la Selección, ya había la llamado la atención de varios equipos europeos y se lo había emparentado con Real Madrid. A los 21 años, producto de una fuerte depresión, decidió quitarse la vida en la habitación de la casa en la que vivía con sus padres en el barrio porteño de Flores.
“¿Por qué?”, fue el título de la tapa del diario deportivo Olé, acompañada de una imagen de Saric. “Mirko era fuerte y era frágil. Peleaba en la cancha, se caía en la intimidad. Veía todo negro: una lesión o la pelea con una novia. Veinte días atrás confesó que podría matarse. Y empezó un tratamiento. Pero ayer no pudo más. Tenía sólo 21 años”, fue la bajada.
El año pasado, durante el aniversario de la pérdida de Mirko, su hermano Martín le dedicó una carta que publicó en las redes sociales: “Cierro los ojos… va llegando el día que desearía que no existiese… empiezan a caer automáticamente miles de recuerdos… momentos vividos que se disfrutaron intensamente hasta los casi 22 años de Mirko… Muchísimas anécdotas que hoy solo quedan en la memoria de todos los que pudimos compartir con Mirko… el Gran Tini. (…) Tu gran preocupación fue siempre no entender que existía gente mala… (…) Te extraño siempre hermano. Te amo”.
Oscar Ruggeri, quien era su entrenador en San Lorenzo, tocó el tema en más de una ocasión y dejó entrever que Mirko tenía problemas de depresión: “Un día me golpea la puerta, me dice: ‘¿Puedo hablar con vos?’. ¿Qué estaba esperando yo? Que dijera ‘mirá, yo por izquierda no me gusta jugar’, yo lo hacía jugar por izquierda; ‘no tengo marca’, no sé… Me senté en la cama y me dice… ‘No le encuentro sentido a la vida’. Así, de la nada. A mí”.
LA ENTREVISTA PUBLICADA EN INFOBAE EN 2020 (Por Gabriel Cenci)
Ivana y Martín fuman y no sienten ninguna culpa al hacerlo. Saben lo que en verdad los está envenenando. Sus ojos delatan lo que sus corazones tratan de ocultar. Y es cierto que hay que tener valor para contar, por primera vez, lo que guardaron durante tanto tiempo, por tristeza, por dolor, por un sufrimiento que no supieron cómo calmar.
Tal vez para el mundo del fútbol, Mirko Saric fue un gran jugador. Pero para su madre y sus hermanos lo era todo. Dueño de una generosidad increíble, repartía ropa y llevaba a chicos cercanos a la villa de San Lorenzo a comer, con la condición que siguieran estudiando. También llevaba a su casa a compañeros de la pensión para que se alimentaran y durmieran mejor. Cuando Ivana entró a su cuarto esa fatídica tarde del 4 de abril del 2000 y vio ahorcado a su hijo, su vida cambió para siempre.
Durante años intentó contar lo que vivió, lo que sufrió, y hasta logró matizar los detalles para cuidar al máximo el honor de su hijo. Pero esta vez el corazón dijo basta y necesitó contar qué fue lo que realmente pasó con su hijo. Qué lo llevó a tomar la drástica decisión que terminó con su vida: “Mirko esa mañana no fue a entrenar porque tenía que ir a la tarde a hacer un trámite del seguro del auto por un choque que había tenido. Lo primero que vi al entrar a su cuarto fue la almohada apoyada en el respaldo, como si lo hubiera estado pensando. Él tenía una barra para estirar la columna y que lo ayudaba a hacer ejercicios. Se dio 2 vueltas al cuello con tres nudos. Yo sabía que Mirko no estaba bien pero jamás pensé que pudiera tomar semejante decisión”.
Y casi como si fuera intuición de madre, Ivana recordó que en las horas previas ella sintió que algo pasaría con su hijo. “La noche anterior no podía dormir. Lo desperté a mi marido y le dije: ‘Llamemos al doctor porque a Mirko no lo veo bien’. Yo sabía que no estaba tomando la medicación, pero esa noche antes de irme a acostar le dije: ‘Mirko, todo tiene solución en la vida menos la muerte’. ¿Sabés que me contestó?: ‘¿Acaso sos bruja que me leés la mente?’”.
Es cierto que el futbolista no venía bien. En el último tiempo había chocado con el auto, sufrió una lesión de ligamentos cruzados, tuvo una venta fallida al Real Madrid por 10 millones de dólares y sentía que todo le estaba saliendo mal. Pero había algo más, algo que Mirko tenía en su cabeza y no le permitía pensar con claridad. “Ya pasaron 20 años y te voy a contar algo que nunca dije. Mirko estaba feliz porque había sido papá. Era una chica del barrio y sabíamos cómo se manejaba cuando él estaba concentrado… La enganchaban con muchos pibes. Nosotros le pedimos que se hiciera un ADN, porque yo quería saber si era realmente abuela. Nunca lo presionamos porque por más que el hijo no fuera de él, lo podía aceptar igual”, revela Ivana.
— ¿Y Mirko qué hizo?
— Pagó fortuna por un ADN para él, la madre y el nene. Pero estoy convencida de que lo hizo más para ponerme la tapa a mí que por otra cosa. Mirko estaba seguro de que ese chico era suyo, me decía que era chuequito como él. Estuvo al lado de la madre todo el embarazo, y cuando nació, le cambiaba los pañales, le compraba de todo.
— ¿Y qué fue lo que pasó con el ADN?
— Dio negativo. Un día me llama con voz de ultratumba y me dice: ‘Mamá, venite urgente para casa’. Cuando llego me muestra los resultados y me dice: ‘¡Tenías razón mamá!’. Lloraba a más no poder. Te juro que en mi vida quise tener la razón. Ojalá hubiera sido de él porque si ese hijo hubiera sido suyo, no se hubiera matado.
La madre de Mirko se quita las lágrimas de los ojos, hace un silencio largo y es Martín, su otro hijo –también futbolista–, quien decide contar más detalles de aquel momento: “Los compañeros que tenía en San Lorenzo le regalaron de todo para su hijo. Imaginate la situación, de tener que volver al club y contarles la verdad. Tenía miedo de que en la cancha le gritaran de todo. El fútbol es un ambiente muy machista”.
— Y vos, Martín, ¿conocías a la pareja de Mirko?
— Por supuesto. Éramos un grupo de amigos que parábamos cerca de casa. Estuvieron saliendo casi un año. Pero como yo no concentraba, salía y la veía con otros chicos. Hablaba con Mirko, pero discutíamos mucho. Por un lado lo entendía porque estaba súper enamorado, pero como hermano tenía que decirle la verdad, aunque doliera. De todas maneras algo sospechaba, porque cuando regresó de Japón (fue a jugar con la sub 23 de Argentina) mi hermano le mira la agenda y la fecha que había quedado embarazada estaba remarcada. Y en esa fecha él estaba en Japón.
El destino futbolístico de Martín sería en Paraguay, lejos de las discusiones y enfrentamientos con Mirko. La distancia supo reacomodar las cosas entre los hermanos. Sin embargo, para Mirko empezaba el momento más duro de su vida.
— Una vez que tuvieron el resultado, qué hicieron?
— Fuimos Mirko, mi marido y yo a ver al padre de la chica. Ella no estuvo presente, porque tenía que cuidar al bebé. Le entregamos la fotocopia del ADN y Mirko lo miró a la cara y le dijo: ‘Se imaginará que no puedo hacerme cargo de un hijo que no es mío’. ¡Pero lo peor fue la respuesta del padre!: ‘Bueno Mirko, se habrá equivocado una vez’. Les grité de todo en la cara, agarré a Mirko y le dije ‘Vamos hijo, no tenemos más nada que hacer acá’.
— Mientras todo esto pasaba, San Lorenzo, el club, ¿estaba al tanto de algo?
— Para mí su DT (Oscar Ruggeri) algo sabía. Lo que pasa es que es un tipo grande, con mil vivencias, y tenía otro pensamiento. Pero no lo culpo en nada, porque si no se dio cuenta la psiquiatra del problema, menos lo va a ver Ruggeri. Igual con él tengo una charla pendiente. Él dijo que había hablado con mi marido y yo sé que nunca se comunicó.
El resultado del análisis clínico que demostró que Mirko no era padre de ese chico, fue solo el comienzo de una historia que culminó con el peor final para la familia Saric. “Ella, la pareja de mi hijo, empezó a insistir, acusaba a mi familia de manipular el ADN y a él de no hacerse cargo como padre”. Mirko, según cuenta Ivana, estaba confundido por todo y, aún sabiendo la verdad, se mandaba mensajes de texto con su ex. Incluso decía que estaba buscando comprar un departamento de 4 ambientes, y todos pensaban que era para vivir con ella y su hijo. Sin embargo en la última salida con ella, todo cambió.
“Mirko nos dice que iba a salir con una minita. Yo sabía que se iba a encontrar con ella. Lo que pasó en esa salida solo Mirko lo sabe. Pero que haya estacionado a su regreso el auto de contramano, como lo hizo, marca algo. Con el tiempo nos dimos cuenta de que dentro del auto había una hebilla que le pertenecía. Volvió hecho otra persona. Nada bueno pasó en esa salida”, asegura la mamá.
— ¿Y no pudieron hablar al otro día?
— Sí. Me decía ‘No me puedo sacar esta mina de la cabeza’. Durante ese sábado y domingo se la pasó saludando a sus amigos y familiares. No nos dimos cuenta, pero fue como que empezó un tour de despedida. El lunes fue a entrenar y, cuando regresó, le pregunté si la ropa tirada era para lavar y me dijo ‘Hacé lo que quieras’. Eso era muy raro porque él era muy cuidadoso con la ropa. A la noche bajó a comer y nos dijo en la mesa: ‘Ustedes son unos padres maravillosos, pero mi problema no tiene solución’. Se fue a acostar y jamás lo volví a ver.
Martín, sereno como se había mostrado hasta ese momento, encendió otro cigarrillo y suspiró: “Mi hermano estaba muerto en vida. No le resultaba fácil ir al club. En esa semana nos íbamos a ver en Paraguay, porque San Lorenzo jugaba con Cerro Porteño. Pero Ruggeri no lo citó y eso, de alguna manera, fue la gota que llenó la copa. Yo lo esperaba con ansias para charlar y aconsejarle que se fuera a jugar a otro país y que rehiciera su vida, con ella o solo. Pero no pude verlo. Estaba entrenando cuando me avisan que Mirko tuvo un accidente. Nadie me decía nada. Luego me llevaron al aeropuerto y justo me encuentro con un remisero que me dice: ‘Qué desgracia cómo se mató tu hermano’. Me agarró la locura y empecé a romper todo. Imaginate la situación con la policía. Trajeron hasta a un cura para calmarme. Cuando llegué a Buenos Aires fue todo una locura.
— Después de su muerte, ¿mantuvieron relación con ella?
— Un día fui al cementerio y me encuentro con unas flores y unas cartas que eran de ella. Obviamente tiré todo. Yo no la iba a ir a buscar, pero sabía que el destino en algún momento la colocaría en mi camino
— ¿Se encontraron?
— Sí, yo estaba manejando y justo veo que estaba por entrar al Subte. La llamo y viene hacia el auto. Te juro que tuve ganas de pasarle por arriba con el auto. Dios me dio la fortaleza de solamente insultarla de arriba a abajo en todos los idiomas posibles. Hace unos meses también se la cruzó mi hija y le dijo de todo. Es una bronca que no se nos va a ir nunca.
Hace 4 años, la muerte volvió a golpear la puerta de la familia Saric: el padre de Mirko y Martín falleció a causa de un cáncer fulminante. “La muerte de Mirko a mi marido lo mató por dentro. Su ilusión era verlo jugar. Trabajaba todo el día, pero no había partido en el que no estuviera. El tiempo se detuvo para él, nunca fue el mismo. Hoy ya descansan juntos en paz”, cuenta la mamá del ex organizador de juego.
Ivana recuerda que ella también estuvo muy mal, deprimida, pero que un día Martín la retó porque no paraba de llorar y le dijo que se le secarían los ojos. Desde desde ese momento empezó “una especie de recuperación”. Hoy es jubilada y si bien muchas veces se siente sola, los nietos la mantienen con vida. Martín, por su parte, es entrenador del equipo Senior de San Lorenzo y asesor deportivo (no le gusta la palabra representante). La muerte de Mirko inspiró mucho su actividad después del retiro. Su hijo, Lucas Mirko Saric es zurdo como su tío Mirko.
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