Luego de lo que significó el inolvidable espectáculo que entregaron Manchester City y Real Madrid en Inglaterra, la Champions League tuvo su segunda semifinal con el duelo que animaron en Anfield Liverpool y Villarreal. El show que se vivió en las tribunas con el tradicional You’ll Never Walk Alone representó una muestra de lo que se vivió el territorio británico desde que los protagonistas salieron a la cancha.
En los primeros movimientos se percibió la propuesta de cada entrenador. Jürgen Klopp apostó por un ataque directo, para capitalizar la velocidad de Sadio Mané, la fortaleza de Luis Díaz y el talento de Mohamed Salah. En cambio, Unai Emery, entendiendo de las diferencias en la jerarquía de los intérpretes, se inclinó por un juego mezquino, con una numerosa línea defensiva para salir de contra a través de la visión de Giovani Lo Celso y el vértigo de Samuel Chukwueze.
Durante el primer cuarto de hora, el conjunto local gestó dos claras acciones para ponerse en ventaja mediante las intervenciones de Sané, pero el senegalés no logró resolver ante la presión de Gerónimo Rulli y el elenco español se salvó por fortuna. La falta de precisión del africano fue el factor determinante que evitó la llegada del tanto inglés.
El equilibrio de Fabinho, los intentos de media distancia de la estrella egipcia, las proyecciones de Trent Alexander-Arnold y la permanente presencia peligrosa de Sané fueron los argumentos más sólidos para que el Liverpool se ponga en ventaja. Sin embargo, el Submarino Amarillo apelaba al sacrificio grupal para mantener el cero. El liderazgo de Raúl Albiol fue una de las razones del orden colectivo que mantuvo el Villarreal durante los primeros 45 minutos. Incluso, antes de la llegada del descanso Thiago Alcántara estrelló un disparo contra el poste que paralizó los corazones españoles. El sonido metálico fue lo último que se escuchó en el primer capítulo del entretenido duelo que se dio en Gran Bretaña.
En el complemento no se modificó la escancia del pleito. Y el Liverpool tuvo su premio gracias a una desgracia ajena. Un centro de Jordan Henderson que se desvió en Pervis Estupiñán descolocó a Gerónimo Rulli y la pelota se coló por el segundo palo. De la manera menos pensada, el dueño de casa logró quebrar el cerrojo español.
El golpe le dejó la mandíbula floja al Villarreal. Y los de Klopp capitalizaron el desconcierto amarillo. Por lo tanto, unos instantes después Salah se asoció con Mané y el senegalés tocó con la punta de su botín para festejar el 2 a 0. Por más que todavía faltaba disputarse la revancha, a partir de ese momento comenzó a percibirse una sensación de que la serie ya estaba liquidada.
El próximo martes los intérpretes volverán a verse las caras en el Estadio de la Cerámica. En tierras ibéricas, el Liverpool buscará sellar su boleto hacia la final de la competición internacional, mientras que el Submarino Amarillo deberá soñar con el milagro. Al extenso camino de la Orejona, sólo le falta una escala.
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