Alejandro Sabella y Ezequiel Lavezzi eran muy distintos. Uno era el técnico y conductor de la Selección, el otro era el alma del grupo, el dueño de las risas que cada día se veían en la concentración argentina. Los dos convivieron durante las Eliminatorias pero, sobre todo, lo hicieron en el Mundial de Brasil. Uno chistoso y el otro serio. Uno con más años de experiencia sobre su espalda y el otro con varios años de carrera por delante. Los dos, protagonistas de un plantel que intentó levantar la Copa del Mundo en el 2014 pero no pudieron subir al último escalón.
La imagen más recordada que Pachorra y el Pocho protagonizaron fue en el medio del partido entre la Selección y Nigeria, en la fase de grupos. El técnico, enfocado y concentrado en cada instante del partido, llamó al delantero para darle una indicación. Lavezzi, mientras lo escuchaba, le tiró un chorro del agua que estaba tomando en la cabeza.
El pequeño hecho se viralizó por las redes sociales y todos los canales de televisión de Argentina. Algunos hicieron un interpretación más crítica de la situación y tomaron ese pequeño incidente como una falta de respeto del jugador a la autoridad del DT. Otros apenas entendieron que fue una broma , un instante de relajación ante la incesante tensión del compromiso.
Pese a las reiteradas preguntas de los periodistas sobre el episodio, Sabella nunca criticó a Lavezzi. El momento solo quedó grabado en las notas de color que tuvo el Mundial. El resto de los futbolistas lo explicaron con mayor naturalidad ante los micrófonos. “El Pocho es así, siempre nos hace reír”, fueron las palabras de los pocos intérpretes que hablaron del tema.
Cuando la Selección volvió al país luego de haber perdido la final con Alemania, una multitud los esperó en Ezeiza. Pocas horas después fue la ex presidenta Cristina Fernández la que los recibió en la Casa Rosada. Allí, y delante de todas las cámaras de televisión, Sabella se desquitó. La mandataria lo llamó para que diga unas palabras y el jugador, con signos de vergüenza, tomó el micrófono. Sabella le alcanzó una botella de agua y le dijo: “Tomá, tirame ahora si querés”, y todos se rieron a la vez.
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