Estuvo para perderlo, pero lo dio vuelta Diego Schwartzman (16°), quien tuvo la lucidez necesaria para cambiar el rumbo ante el italiano Lorenzo Musetti (83°), al que derrotó por 2-6, 6-4 y 6-3 en 2h33m. Así, el Peque igualó su récord en el Masters 1000 de Montecarlo, que había sido cuartos de final en el 2017.
El próximo rival del porteño se pronostica mucho más duro, el griego Stefanos Tsitsipas (5°), campeón de este torneo en el 2021, quien venció al serbio Laslo Djere (62°) por 7-5 y 7-6 (1) en octavos.
Cada vez que hay un argentino, español o italiano del otro lado de la red, se sabe que un partido en cancha de polvo de ladrillo va a ser complicado, la victoria generalmente se dará luego de trabajar los puntos y con vaivenes en el medio. No sorprendió que se diera así la segunda presentación del argentino tras la victoria ante el húngaro Martos Fucsovics (57°).
Musetti arrancó mejor, dándole a su solidez del primer set un toque de calidad para llevar y traer al porteño, quien no estaba cómodo pese a que la superficie naranja es su favorita. Tampoco lo estaba con el servicio, desde el que apenas ganó el 40% de los puntos con el primero y el 27% con el segundo.
No sorprendió, entonces, que el italiano contara con nueve chances de quiebre, de las que capitalizó cuatro; el argentino sumó dos de tres. Dentro de la irregularidad que se vio por momentos, el europeo se encontró más solido (9 a 3 en winners; 11 a 13 en errores) y se adelantó 6-2.
Tardó en reaccionar Schwartzman, a quien le quebraron el saque en un game en el que, además, fue advertido por el juez de silla por haber recibido coaching (indicaciones de su entrenador, Alejandro Fabbri, lo cual no está permitido) y se encontró 1-3 en el segundo. Pero claramente entendió que debía serenarse, juntar paciencia y empezar a laburar el partido con la solvencia que lo caracteriza.
El cambio de actitud sorprendió al tano y el partido se le empezó a dar a favor a Schwartzman quien, dos quiebres mediante, ganó cuatro juegos seguidos para ponerse 5-3. Ya en el 5-4 y saque, lo ganaba 30-0 pero Musetti inventó dos toques y un revés paralelo a la línea para darlo vuelta. Sin embargo, el Peque lo pudo ganar: 6-4 y al tercero.
Habían mejorado los números del hincha de Boca, con un 63% de tantos con el primer saque más 9 a 13 en winners y 11 a 15 en errores; 3-4 a 2-4 fue en quiebres.
El tercero pareció que dependía del humor/talento del italiano, que arrancó impreciso y enojado. Con el quiebre del 2-1, llegó una primera advertencia del juez: «Lorenzo, entiendo que estés frustrado, pero no escupas las líneas», le dijo. Y luego, otra por tirar un pelotazo.
Sin embargo, con el público a favor, y con una cabeza más positiva, Musetti volvió a tocar la pelota, a meterla adentro. Así se puso 0-30 con el saque del Peque, que también estaba en su ritmo, ése de devolver todo y jugar ángulos para acá y para allá. Por eso logró darlo vuelta y confirmar saque para el 4-2 en un set muy luchado.
Ese game había sido clave, porque el argentino ganó tanto en confianza y solidez que, en el siguiente, jugó en modo impasable y hasta efectuó un hermoso drop que lo ayudó a quebrar de nuevo y dejar a mano un partido que se había presentado muy duro. Si bien Musetti lo quebró (Gran Willy incluida), el Peque se le fue al cuello en el siguiente game y, 15-40, lo cerró.
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