Una vez más, el césped de la Bombonera no da abasto a tanta lluvia. La cantidad de agua que cayó, y sigue cayendo, sobre la Ciudad de Buenos Aires, siembra un manto de duda sobre la realización del partido entre Boca y Newell’s, programado para las 21.30 de este domingo.
Ocurre que las imágenes son elocuentes: a cinco horas del pitazo inicial se viralizó un video que exhibe varios charcos sobre el campo de juego. Y lo más complicado es que no solo sigue lloviendo, sino que existe un 92 por ciento de probabilidades de que las fuertes lluvias regresen para la noche.
En los alrededores la cosa no era muy distinta. A dos cuadras del estadio, las calles estuvieron anegadas por el agua.
Con el correr de las horas el agua fue cediendo y los charcos fueron drenando. Pero a las 19.55, ya con público dentro del coliseo xeneize, las luces se encendieron casi al mismo tiempo en que comenzó a llover con más intensidad.
El asunto no es nuevo e incluso viene de hace varios años el tema, pero, a pesar de las promesas y los intentos por resolver la cuestión que hace el club, sigue sin resolverse.
Hace apenas tres meses, más precisamente el 9 de agosto de este año, Boca recibió a Argentinos en un escenario imposible para jugar al fútbol. El encuentro terminó 1 a 1, pero para ambos equipos fue muy difícil poder exponer algo vistoso en un campo de juego repleto de charcos.
En ese entonces, las diferentes patas del club coincidieron en poner manos a la obra urgente y, por ende, no jugar en su casa hasta fin de año. De hecho, también en ese momento se dijo que el Consejo de Fútbol presidido por Juan Román Riquelme y la dirigencia comandada por Jorge Amor Ameal estaban dialogando y haciendo las averiguaciones correspondientes para llevar a cabo las intenciones de mudar la localía a otro escenario.
Sin embargo, todo quedó en palabras. El regreso de los hinchas a los estadios argentinos echaron por tierra esa idea. Boca optó por patear para adelante un problema real y evidente, para no recibir un cuestionamiento lógico de sus socios y abonados.
¿Por qué esta obra, prioritaria, no se realizó durante la pandemia o en el receso de este año? Este trabajo de renovación del drenaje ya estaba pensado desde antes. Pero hace tres meses le echaron la culpa a la (des)organización de la última Copa América. Conmebol había proyectado realizarla principalmente en Argentina y Colombia, ante la baja del segundo quiso organizarla sólo en nuestro país (ahí, la Bombonera era una gran candidata de sede) y, a pocos días del arranque de la competición, pasó a designar a Brasil como anfitrión. De esa manera, ante tanta expectativa, el arreglo ya previsible se pospuso para fin de año.
“Lo queríamos hacer cuando terminamos de jugar la Copa de la Liga (31 de mayo) y comenzaron las Eliminatorias y la Copa América. Como nos dijeron que algunos partidos se iban a jugar acá, se complicó todo”, le confiaron desde el Consejo de Fútbol a LA NACION en agosto, sobre la postergación de los trabajos de desagües.
Este es un problema que a Boca le aparece con frecuencia y no termina de solucionar. Se puede recordar cómo los empleados ya se habían esforzado en 2016, en la previa a aquella inolvidable semifinal perdida ante Independiente del Valle, por la Copa Libertadores, para mejorar el sector del campo que está cercano a la platea preferencial: era una costumbre de esos años observar la acumulación de barros y pozos tras las lluvias.
También, claro, que la Bombonera no aguantara aquella fuerte tormenta que cayó el 10 de noviembre de 2018: la primera final copera frente a River debió posponerse 24 horas, ante un campo de juego pasado por agua y que recién consiguió drenar gran parte de la inundación unas horas después de la suspensión.
Lo único cierto es que cada vez que Boca juega de local prende velas para que el clima acompañe y no llueva. Para disimular un error de planificación que queda muy evidencia cada vez que cae agua sobre la Ciudad.
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