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11 años sin Mercedes Sosa

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«La voz de América Latina», es una de las intérpretes más representativas de la música popular latinoamericana, si no es la «más representativa». No alcanzaría esta nota para hacer un repaso completo por su extensa obra. La madre de la música, es parte de nuestra cultura y del inconsciente colectivo que vivirá por siempre a través de sus potentes mensajes que se transformaban en poesía con letra y música.

Haydée Mercedes Sosa nació en San Miguel de Tucumán en fecha patria: el 9 de julio de 1935. Llegó a la música siendo una niña, primero como profesora de danzas nativas. Luego, radicada en Mendoza, junto a quien fue su primer esposo y padre de su único hijo, el compositor mendocino Oscar Matus, se sumó al movimiento del Nuevo Cancionero en Mendoza, con Matus, Armando Tejada Gómez y Tito Francia, entre otros. «La gran voz cantante», avanzaba en su carrera a pasos agigantados, posicionándose como un referente de la música folcklórica.

Esos primeros pasos, marcaron un camino que sólo fue en ascenso, sembrando y cosechando éxitos y colegas que la distinguieron como una de las personalidades más queridas en el medio artístico desde Gustavo Cerati, Charly García, León Gieco, Jaime Torres, Félix Luna, y muchos artistas más. Sus letras se impregnaron de denuncias, luchas sociales y un amor profundo por su cultura.

La música de Mercedes viajaba desde el folcklore, pasando por el rock, pop y hasta bossa nova. Su generosidad y humildad artística fue una virtud de pocos. En palabras de la propia cantora, sobre una pregunta que le realizó un periodista chileno en una entrevista donde le consultó qué opinaba de que sus canciones y las de otros artistas fueran interpretadas por otros músicos, respondió: “La gente compone las canciones, pero no son más los dueños ellos, los dueños son el pueblo, los pueblos del mundo”.

No era raro verla compartir sus saberes, aconsejando y elogiando a sus colegas, como en la previa de la grabación «Zona de promesas» junto a Gustavo Cerati para su disco «Cantora» de 2009.

Gustavo: «Ché Mercedes, ¿bicarbonato entonces?»

Mercedes: «Bicarbonato a la mañana cuando te levantás. Un termo con agua caliente, pero no tanto que te queme la garganta. Eso como que te saca la voz. Me lo decía mi profesora de canto».

“La Negra”, como era llamada cariñosamente por sus amigos y fans, no sólo transitó un camino de logros y alegrías, también padeció. Desde rupturas y desengaños amorosos, sus canciones se tiñen de una militancia por los pueblos y los derechos. A Mercedes le tocó vivir un exilio en tiempos de dictadura y también tener que volver con miedo y muchas vicisitudes cuando todavía los militares seguían ejerciendo su despotismo.

Mercedes, con su sensibilidad y rapidez para responder sin pelos en la lengua las entrevistas, forjó una personalidad que a donde fuera, siempre era bien recibida en Tucumán, Buenos Aires, Mendoza, París, Madrid o donde eligiera vivir. Lamentablemente, La Negra, se fue más temprano que tarde. 

El 2 de octubre de 2009 ingresó al Sanatorio de La Trinidad del barrio de Palermo, por un decaimiento producido por la enfermedad de Chagas-Mazza que sufría desde hacía 30 años, afección que entorpece el correcto funcionamiento del corazón. Así, Mercedes, falleció el 4 de octubre de 2009 a los 74 años. Sus restos fueron velados en el Congreso Nacional.

Entre lágrimas, aplausos y canciones, una multitud la despidió en las calles de Buenos Aires. Miles de personas esperaron la salida del cortejo fúnebre del edificio del Congreso, donde fue velada durante 24 horas con honores sólo reservados a las más reconocidas personalidades de la política, cultura y su familia. 

En su recorrido hacia el cementerio de Chacarita, donde fueron cremados sus restos, cientos de admiradores la recibieron bailando chacareras y al grito de «No se va, la Negra no se va».

El 13 de octubre, tal como fue su última voluntad antes de su fallecimiento, parte de las cenizas fueron esparcidas en el cerro San Javier de Tucumán, su provincia natal.

El 19 de octubre del mismo año, otra parte de las cenizas de “La Negra”, fueron arrojadas en las aguas del canal de riego Cacique Guaymallén de la capital mendocina, mientras la gente tiraba flores sobre el cauce como despedida.

La ceremonia, fue un ritual sencillo y corto pero muy emotivo que convocó a más de 4.000 personas. Familiares de Mercedes, liderados por su hijo Fabián y su sobrino «Coqui» Sosa, que junto a artistas mendocinos y nacionales, vivenciaron una despedida popular entre llantos y sonrisas.

Sus restos quedaron y fueron esparcidos en sus ciudades adoptivas y natal, sin embargo su música, es una obra que será siempre recibida y adoptada con honores en todas partes, porque como reza tu canción, querida Mercedes:

“Canta por las voces de los que soñaron,

canta por las bocas de los que lloraron.

Canta, canta por los bellos

días que se han ido, canta por mañana

canta buena amiga, canta”.

Porque siempre estarás viva en nuestros corazones.