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A 10 años de la muerte de Romina Yan

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Tenia apenas 36 años y mucho amor para dar todavía. Pero, evidentemente, su misión era hacerlo desde otro plano, uno más elevado. Ese 28 de septiembre de 2010 la noticia de la repentina muerte de Romina Yan sacudió al país.

Ese día, Romina salía del gimnasio, donde estaba haciendo su rutina de entrenamiento, cuando se empezó a sentir mal. Estaba en la esquina de Avenida del Libertador y Alvear, en Martínez, y un amigo la llevó de inmediato al Hospital Central de San Isidro, donde intentaron reanimarla sin éxito durante 50 minutos. 

Según se supo luego, la actriz sufrió un paro cardíaco y los médicos no pudieron hacer nada. Recordemos que la actriz llegó a la guardia de ese hospital cerca de las 16.30, sin signos vitales, y tras las tareas de reanimación se consignó su deceso a las 17.25, informaron fuentes médicas a la agencia DyN.

Por decisión de su familia, no fue velada. Su cuerpo llegó a la morgue de San Fernando, donde se le practicó la autopsia. Estaba casada con Darío Giordano y era madre de tres hijos, Franco, Valentín y Azul.

Sus restos fueron despedidos y sepultados en una ceremonia privada en el Cementerio Del Pilar. El mismo día, fanáticos se concentraron en el Obelisco para rendirle homenaje a la actriz, con velas, flores y carteles que expresaban mensajes de cariño. Habían marchado desde el Obelisco hacia el Teatro Gran Rex, donde Romina hizo gran parte de su carrera teatral.

Tras el fallecimiento de su hija, el productor de teatro y televisión Gustavo Yankelevich contó que se le había aparecido en un sueño. En una entrevista con Ari Paluch, manifestó que siguió recibiendo señales de la actriz de diversas maneras. «Yo tenía señales con la música. Me desvelaba a la noche y prendía la radio sin prender la luz para ver si podía agarrar el sueño. Una noche escuché un tema a las cinco de la mañana, ahora no se dicen los temas ni el autor ni quién es. Pero yo reconocí que era Patricia Sosa y yo sentí que Romina me estaba hablando. Prendí la luz, lo escribí y al otro día me fui por las disquerías a buscarlo. No sabía cómo se llamaba hasta que lo encontré, el tema se llama ‘Hasta donde Dios me quiera llevar’. Ahí dije ‘hay un señal'»

Por su parte, Cris Morena, también habló: «Romina se transformó en alguien inseparable: está todo el tiempo a mi lado y al lado de todos los que la amamos. Es importante para nosotros en cada momento de nuestras vidas». En una entrevista con Susana Giménez, Cris Morena se refirió al homenaje «ViveRo» y explicó: «La sé feliz, sé que está superfeliz».

Mucho amor y fans

Tras su muerte, las lágrimas empezaron con el correr en muchas tierras lejanas a las que Romina había llegado a través de sus novelas. Había trabajado en tiras como «Provócame», «Abre tus ojos» , «Amor mío», «B&B», pero hubo una en particular que marcó la vida de toda una generación de argentinas: «Chiquititas».

La primera aparición en la televisión argentina fue durante 1991, como bailarina del programa de su madre «Jugate conmigo». Dos años después, en 1994, hizo su debut como actriz interpretando a Lorena Picabea en «Mi cuñado». Con el personaje de Belén Fraga, Romina estuvo al aire durante cuatro temporadas, de 1995 a 1998. Los rumores sobre un desorden alimentario por su delgadísima figura empezaron a circular por ese entonces.

Luego volvió con participaciones especiales en 2000 y 2001. Después, siguió su carrera al frente de otros proyectos y cosechó muchos éxitos. Sin embargo, sus historias y sus canciones quedaron en el recuerdo de todas las chicas que crecieron viéndola en aquella tira infantil. Y que hoy, convertidas en mujeres, aún la siguen extrañando.