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[Audio] ¿Cual es la razón de ser de las películas?

Por Pablo Argañarás, Lic. En Cine y Televisión
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     ¿Por qué se hacen las películas?  Esta pregunta contiene el germen de innumerables respuestas.  Generalizando, podemos decir que los estadounidenses filman para ganar dinero y los europeos por el solo hecho de hacer arte.  Esta conclusión sería demasiado simplista.  Seguramente existen muchos filmes que son artísticos realizados en Hollywood,  y en Europa también quieren ganar dinero con la películas.  Entonces, bajo este razonamiento, la cosa se complejiza.

     Hay cine con pretensiones comerciales, efectuado en el seno de una industria hecha y derecha.  Caso Norteamérica e India.   Esto no quita que muchas de las películas que se filman en estas industrias sean joyas de séptimo arte.   En Europa se realiza un cine más sesudo, más intelectual, más de reflexión, y por ello se lo mal denomina artístico.  Y la gente que produce este tipo de cine pretende también ganar dinero puesto que es un negocio.  En este espectro se hacen una gran cantidad de bodrios que no son dignos de llamarse obras cinematográficas. 

     En la lógica industrial, una película no dista de ser diferente a una hamburguesa de Mc Donald’s o un café de Starbucks.   Es un producto de consumo más.  El aparato de realización, distribución y exhibición del cine industrial  está muy aceitado en EEUU.   Una hamburguesa de Mc Donald´s,  un café de Starbucks, una película Hollywoodense consumidas en franquicias de  Argentina, Sudáfrica, Tailandia y Noruega cobran el mismo valor, ya que son mercancías de consumo global.  El arte en general mutó a esto.  A ser un triste producto de consumo más.  Y el cine fue el principal exponente de esto, quizás por ser el séptimo, la expresión artística más joven. 

     En la Argentina se rasgan las vestiduras en aparentar un cine artístico.  Esos mismos que ven flashes o alfombras rojas y dejan su lado pseudo intelectual en el ropero y se convierten en una vedetonga más del circo.  Los mismos que tienen acceso a filmar con jugosos capitales y se les derrumba el discurso de austeridad.  El cine en Argentina desde siempre estuvo en crisis.  Una crisis que lucha entre el ser y el parecer.  Se hace una mímica de arte comprometido con jugosos billetes por detrás.  El cinismo del arte vigente desde siempre.  Desde el discurso se dice lo que desde los hechos no se sostiene.

     En este devenir hay cineastas que realizan películas porque quieren contar cosas.  Tienen que decir y mostrar cuestiones importantes que nos enriquecen como seres humanos.  Después vendrá el dinero, los aplausos, premios y demases.   Las películas bien paridas surgen de las ansias del ser humano de contar historias en imágenes y sonidos.  De narrarnos en unos minutos un cuento que nos haga reflexionar en nuestro rol como seres humanos.  Que en el trayecto nos divierta y entretenga.  Que nos despierte lo lúdico.  Que nos identifiquemos con los personajes y sus vicisitudes.  Un cine que nos haga un cachito mejores personas. En medio de tanta frivolidad y barbarie es mucho pedir un cine como el que se plantea aquí. 

     Hacer una película es cosa de valientes.  Es saber cubrir todas las áreas que hacen que un guión llegue a una pantalla.  Una película íntegra no puede ser realizada por un ser humano corrompido.  El arte del bueno va de la mano con la excelencia como ser humano. 

     Las películas también se hacen por compromisos con uno mismo.  A veces como una resistencia.  Otras, como una forma de contarnos a nosotros mismos.  Enmascaramos nuestra historia en otras.  Nos escondemos en alter egos para decir o hacer cosas.  Los guionistas y directores somos expertos en jugar a las escondidas.  El éxito radica en que a esto no lo note el público y no caer en la auto referencialidad.

     Las películas se hacen para embalsamar sueños.  Son postales de una época y un tiempo que ya pasaron.  Una instantánea que al momento de dejarse de exhibir se vuelve obsoleta.  Es un recorte de la realidad.  Un texto audiovisual en donde se escriben cosas que por ahí no nos animamos hacer en la realidad y lo sublimamos allí, en la pantalla.

     Los filmes se hacen para no sucumbir en la triste agonía de sabernos finitos, mortales, pequeños.  El cine es una de las tantas maneras que tenemos de vencer a la muerte.