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[Audio] El terror Slasher cortando con el filo al silencio

Por Pablo Argañaras, Lic. en Cine y Televisión
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   El cine de terror del subgénero del slasher ha sido una de las vertientes más polarizantes y fascinantes dentro del amplio espectro del terror en el séptimo arte.  Se define por la figura de un asesino o grupo de asesinos que persiguen y matan a un grupo de personas, generalmente con armas afiladas, en una lucha cuerpo a cuerpo.  Su impacto cultural, marcado por la combinación de un estilo narrativo crudo y un personaje icónico del horror, ha marcado no solo a generaciones de cinéfilos, sino también a la manera en que se percibe el miedo en la pantalla.

   El slasher como subgénero del terror comenzó a tomar forma en la década de 1970. Mientras que el horror psicológico y el terror sobrenatural dominaban el panorama cinematográfico, películas clave sentaron las bases para el desarrollo del slasher. Un precursor notable es «Psicosis» (1960) de Alfred Hitchcock, que introdujo elementos como el asesino en serie y la tensión psicológica que reverberaría en el slasher.  Sin embargo, el slasher como lo conocemos se define realmente con la llegada de «Halloween» (1978), dirigida por John Carpenter. Esta obra maestra no solo estableció arquetipos claros —el asesino insidioso (Michael Myers) y la chica víctima indefensa, y un grupo de adolescentes despreocupados—, sino que también popularizó el uso de la música sintética, creando una atmósfera de terror inigualable. La película recaudó más de 70 millones de dólares a nivel mundial con un presupuesto de apenas U$S 300.000 un éxito que alentó la producción de numerosas secuelas y copias.

   La década de 1980 es vista como la «edad dorada» del cine slasher. La fórmula establecida por «Halloween» fue replicada con éxito por varios directores y se amplió en obras que se convirtieron en referentes del género. Títulos emblemáticos como «Pesadilla» (1984) de Wes Craven e «Viernes 13» (1980) de Sean S. Cunningham, consolidaron no solo el estatus de sus asesinos, Freddy Krueger y Jason Voorhees, respectivamente, sino también el enfoque en un horror brutal y un tipo de violencia gráfica que se volvió un sello distintivo del género.

   Durante esta época, los slashers más representativos estaban estructurados en torno a un esquema común: un asesino enmascarado acechando a un grupo de jóvenes en un entorno aislado. Esto no solo garantizaba efectivas secuencias de muerte, sino también una metáfora sobre las consecuencias de comportamientos hedonistas en la juventud de la época.

   Sin embargo, el slasher comenzó a enfrentar un declive a mediados de los 90. La saturación del mercado y la falta de originalidad llevaron a un desinterés general por este tipo de cine. Muchos de los íconos del género fueron enterrados en un mar de secuelas y reboots, pero surgió un nuevo enfoque.

   El film «Scream» (1996), también dirigido por Wes Craven, no solo revitalizó el género, sino que también lo satirizó. Con su metanarrativa, donde los personajes son conscientes de los clichés del slasher, «Scream» inyectó una nueva vida al subgénero. Su éxito comercial ayudó a abrir la puerta a nuevas narrativas y una integración de humor con terror, un enfoque que resultó efectivo para atraer tanto a viejos como a nuevos fans.

   Hoy en día, el cine de terror slasher continúa evolucionando. Desarrolladores de este legado han encontrado maneras de modernizar y renovar el interés en el formato. 

   «Scream» (2022) como parte de una revitalización de la franquicia en su quinta entrega, también muestran que la mezcla de nostalgia con nuevas ideas puede resultar fructífera. Estas películas abordan temas de identidad, cultura y crímenes a través de lentes contemporáneas, manteniendo el suspense y la tensión adecuados para mantener a la audiencia al borde de sus asientos.

   Párrafo aparte son las trilogías de dos directores: Ti West y Damien Leone.  Ti West es conocido por su enfoque en la creación de atmósferas inquietantes y su habilidad para construir tensión. Sus películas, como «The House of the Devil» (2009) y su trilogía «Pearl», «X» y «Maxxxine»,  han sido muy influyentes en el resurgimiento del terror slasher.  West utiliza una estética y narrativas que recuerdan a los slashers clásicos de los años 70 y 80, apelando a la nostalgia del género mientras actualiza los temas para audiencias contemporáneas.  A diferencia de muchos slasher tradicionales que se centran en la violencia sin profundizar en los personajes, Ti West dedica tiempo a desarrollar a sus protagonistas, haciendo que el espectador esté más invertido emocionalmente en sus destinos.  Posee una gran  habilidad para jugar con la ambigüedad y la percepción del espectador crea un sentido de incertidumbre que distingue su trabajo dentro del género.

   Damien Leone es conocido principalmente por su creación de la Trilogía «Terrifier» (2016) y su secuela «Terrifier 2» (2022), y «Terrifier 3» (2024), que han ganado un estatus de culto en la comunidad del horror.  Leone ha introducido al Payaso Art como un nuevo y memorable villano del slasher, que ha capturado la imaginación del público con su naturaleza sádica y su falta de diálogos, lo que lo hace aterradoramente carismático y único.  «Terrifier» se ha destacado por su extrema violencia y gore, llevando el terror físico a nuevos niveles, lo cual ha revivido la fascinación por el horror visceral que era común en los slasher de épocas pasadas.  A través de su trabajo, Leone ha demostrado que es posible hacer películas de terror de bajo presupuesto que son efectivas y atractivas, lo que ha influenciado a muchos cineastas emergentes en el género.

   Las trilogías de Ti West y Damien Leone, aunque distintas en estilo y enfoques, han contribuido significativamente a la revitalización del cine de terror slasher. West aporta una atmósfera de tensión y narrativa, mientras que Leone infunde un nuevo nivel de violencia y un villano memorable. Juntos, han ayudado a renovar el interés en un subgénero que ha tenido altibajos en popularidad a lo largo de los años.

   El cine slasher ha recorrido un largo camino desde sus inicios, a través de su auge y eventual declive, hasta su resurgimiento en el presente. Ha demostrado ser dudoso y adaptable, con la capacidad de hablar sobre temas contemporáneos mientras mantiene el núcleo de la tensión y el horror. Mientras títulos nuevos continúan apareciendo, la fascinación por el miedo y la violencia en el cine parece no tener fin. Con cada nueva entrega, el slasher reitera su capacidad para innovar y amenazar, asegurando su lugar como un componente importante del cine de terror en la cultura popular. A medida que avanzamos por los días tecnológicos y cambios socioculturales, el slasher está destinado a mantenerse relevante, un recordatorio escalofriante de las oscuridades que acechan, tanto en la pantalla como fuera de ella.