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[Audio] Que es lo que se juegan directores y actores en los estrenos de las películas

Por Pablo Argañarás Lic. En Cine y Televisión
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    La noche del estreno de un filme es la finalización de un enorme trabajo para mucha gente que se involucra en la realización de una película.  Todas las ansias se licúan en ese rato que dura la primera proyección.  En esos instantes breves se decide, en gran parte, el destino de la cinta.  Todo el tiempo, dinero, ilusiones, trabajo, ansias, se juega en esos minutos.  Seguramente habrá un público cautivo y otro que no.  Algunas personas gustarán de la propuesta y otras serán esquivas a la misma.  Muchos saldrán y la recomendarán.  Otros saldrán del cine y la denostarán.  La balanza de siempre.  El precio de exponer.  De exponerse.  De verse expuesto en una obra. 

     El estreno también marca otro fenómeno.  La película pasa a ser del público y queda ya fuera del ámbito de lo privado y oculto.  Tiene una entidad propia.  Y deberá hacer su camino con sus propias herramientas.  Hasta el estreno uno puede modificar cosas.  A partir de él la película ya deja de ser de uno y pasa ya a ser de todos los espectadores que a futuro pueda llegar a tener.

     Es el abc del director.  Manejar las expectativas y los egos.  Saber lidiar con las críticas, las buenas y de las otras. Llevar un equipo de trabajo a buen puerto y hacer que los actores se luzcan.  Ser profesional y no entrar en los dimes y diretes que surgen de la exposición.  Sacar del fuego a algún actor, que herido en su ego suelta mil infamias contra la crítica por su trabajo.  No siempre van a hablar bien de uno.  En el arte y en la vida es así.  Pretender el amor de todo el mundo es imposible, enfermizo e irreal.  

     Exponer el trabajo de los técnicos y artistas quienes trabajaron en el filme es parte de la novedad.  Que luego del estreno se les abran otras puertas de trabajo.  Que vuelen hacia otros horizontes. Crezcan y forjen su propio destino de artistas.  Que en un futuro el estreno sea de ellos… Y lo sepan llevar.  Inculcar buenos ejemplos.  Enseñar con la palabra.  Con el quehacer diario mucho mejor. 

     Caer en la tentación de agradar a todos en una sala es recurrente.  Conformar con una película que sea fácil.  Digerible, sin proponer nada, una película que es ni fu ni fa… Ahí seguramente habrá elogios de rigor… que linda película, …pero qué bonita, … que buena que está… En el fondo es más de lo mismo y esas críticas son formalismos vacuos.  Las críticas reales salen a borbotones y de manera imprevista.  La persona que critica honestamente no guarda las formas, para bien o para mal… Le urge decir algo.  Le quema por dentro.  A posteriori si es bueno o malo lo que le provocó la obra es accesorio.  Siempre son lindas  las caricias.  son bienvenidos los elogios.  Siempre que sean sinceros…

     No montarse al caballo del ego cuando la película sale bien.  No deprimirse cuando sale mal.  Tener colocado el ego en el lugar justo.  Estar en eje.  Saber que uno no es la película.  Saber vivir sin los flashes.  Sin los me gusta, corazoncitos, deditos arriba y likes de las redes sociales.  Despersonalizar la crítica a la obra.  Saber separar paja de trigo.  No morir de ponzoña con dardos envenenados.  No creerse una diva cuando te tiran flores a diestra y siniestra.  Trabajar en la obra siempre.  Mejorar uno para que mejore la obra.  competir contra uno mismo.  La real competencia.  La batalla cotidiana.  Superarse día a día a uno mismo.  Ser mejores personas para ser mejores artistas.

     Saber seguir viviendo en la cotidianeidad luego del estreno.  Superar el tedio cotidiano sin la película en los hombros.  Tener el temple para volver a ver lo extraordinario en lo ordinario.  Hacer de lo usual una película nueva para ser estrenada en los años venideros.  Tener algo diferente para decir.  Reinventarse.