Alo largo de la pandemia de coronavirus que se desató a principios del 2020, médicos y científicos fueron descubriendo cómo funciona el virus y de qué manera prevenir la enfermedad, además de avanzar en la investigación de sus síntomas y secuelas. Uno de los últimos estudios, publicados por la revista The Lancet, advirtió por las secuelas que deja la enfermedad en aquellos que ya la transitaron.
Quien puede dar fe de esto es Maju Lozano. La conductora contrajo el virus en octubre del año pasado, y a más de dos meses de haber recibido el alta, todavía no recuperó el olfato.
«En realidad, siento olores que no existen. Hace varios días que vengo sintiendo como un olor a… podrido, como si fuera olor a yerba podrida. Sólo lo huelo yo», comentó la conductora, que se enteró del nombre de lo que sentía gracias al médico Guillermo Capuya, que fue invitado de manera remota al programa Todas las tardes.
«Es una alucinación olfativa. Por ejemplo, se bañan y sienten que el agua que sale de la ducha está podrida. Huelen olores que no existen», precisó el profesional, justo antes de iluminar a Lozano.
Y es que, en ese punto, la conductora se sorprendió y reveló que eso es exactamente lo que le sucede. «¡Eso me pasa! ¡Tengo fantosmia! Espero que mi marido esté mirando porque me dijo que estaba loca, pero yo estoy convencida de que el agua tiene olor a yerba”.
Capuya explicó que hay otorrinolaringólogos que se dedican a la recuperación del olfato porque tiene una relación directa con el gusto y porque además no sentir olores puede implicar ciertos riesgos en la vida cotidiana. “Hay que entrenar al cerebro. Por eso pos Covid-19 es bueno oler determinadas cosas, por ejemplo, café, cacao, limón y menta, y hacerlo entre cinco segundos y cinco minutos cuatro veces por día, de manera consciente, es decir, no solo olerlo, también pensarlo, recordarlo”, detalló.
En tanto, acerca de los riesgos que implica no tener olfato, Maju contó un inconveniente que tuvo hace unos días en su casa: “Puse a hervir unos huevos, se me quemó todo y yo no me enteré. Estaba lo más pancha mirando tele, cuando entraron a casa gritando ‘qué olor, qué olor’. Se había prendido fuego la cacerola, los huevos estaban reventados y yo nunca me di cuenta”.
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