Pimpinela, personal creación de los hermanos Lucía y Joaquín Galán, iniciará el viernes 20 en el estadio porteño Luna Park el segmento local de la gira iberoamericana de celebración por cuatro décadas de fecunda actividad y con una audiencia que se mantiene y renueva en un proceso que, confiesa la artista, “impresiona mucho por ver tanto público adolescente”.
“Son hijas e hijos que llegaron a Pimpinela por sus padres y eso de pasar de generación en generación solamente podés lograrlo si tu música entra en las casas de las familias”, reflexiona Lucía Galán en diálogo con Télam.
Sentados en una de las salas del primer piso de la productora propia Aladino, que funciona en lo que fue un petit hotel en el barrio porteño de Balvanera, la dupla que hace 40 años inventó un fenómeno musical avisa en la voz de Joaquín que van “por el cumpleaños 41 y a seguir viviendo”.
“Llegamos a este aniversario gracias a lo que hemos sembrado y a toda la gente que nos ha bancado en toda América y en España, ya que Pimpinela fue un fenómeno global antes de que se inventara el globo”, bromea el hermano mayor y compositor del repertorio del dúo en la apacible charla con esta agencia.
El autor y cantante propone una explicación para esa impronta internacional: “Tenemos esa alma de españoles conquistadores como nuestros padres inmigrantes, y de entrada tuvimos el deseo de ir con nuestra música a todas partes cuando en Argentina nos iba bárbaro con la novedad que encarnábamos, pero quisimos ir a sembrar a otros lados”.
A su lado, la actriz e intérprete complementa los dichos de su hermano y aporta que “mientras otros se quedaban acá” su elección “fue ir a la aventura”: “Fue una decisión y una apuesta de viajar solamente por el pasaje y el alojamiento que estuvo avalada por el suceso que habíamos tenido en nuestro propio país”.
Como un reflejo de ese paso, Pimpinela inició en octubre de 2021 un largo tour que comenzó en ciudades de Estados Unidos y desde entonces recorrió también escenarios de México, Colombia y Perú.
Tras el recital del sábado último en Lima, capital del país donde la propuesta se estrenó internacionalmente y tuvo su primer especial televisivo, la pareja volverá al estadio del centro porteño donde no se presenta desde diciembre de 2017 para dos funciones (la segunda el sábado 21) y además actuará en el Arena Maipú de Mendoza el 27 y el 28 y 29 en la Plaza de la Música de Córdoba.
Durante junio, Pimpinela estará el 4 en el Metropolitano de Rosario, el 12 tomará parte en el Festival La Noche más Larga en Ushuaia, el 17 en el Estadio Floresta de Tucumán, el 18 en el Estadio Palpalá de Jujuy, el 19 en el Estadio Delmi de Salta y el 23 cruzará el Río de la Plata para cantar en Montevideo.
En estos recitales Pimpinela aborda canciones como «Olvídame y pega la vuelta», «A esa», «Ahora decide», «Valiente», «Dímelo delante de ella», «Me hace falta una flor», «Por ese hombre», «Dueña de la noche», «Cómo le digo», «Vivir sin ti no puedo», “Valiente”, «Hermanos» y «La Familia» que generaron más de 30 millones de discos vendidos y una continua presencia en salas de buena parte del planeta.
Pero, además, suma obra nueva nunca ejecutada en directo como «Traición», «2020 el año que se detuvo el tiempo», «Payaso», «Siempre vivirás dentro de mí» y “Cuando lo veo”.
Semejante avalancha de sucesos estará presente también en la continuidad de la gira que luego pasará por Centroamérica, llegará a España y hacia fin de año tendrá un gran cierre en Buenos Aires (pudiendo ser nuevamente en el Luna Park o en el Movistar Arena) junto a invitados.
Télam: Así como Perú fue el primer país que le abrió los brazos a Pimpinela, ¿en qué lugares de Argentina lograron una aceptación más inmediata?
Joaquín Galán: En todos lados nos fue muy bien, pero el primer gran éxito nuestro fue en el norte del país y luego se sumaron Córdoba y Rosario en un momento donde nos decían que vendíamos discos nada más que en el interior. Así que para demostrar que no era así, nuestro primer concierto grande lo hicimos en 1982 en Obras, que en ese momento era el templo del rock, que estuvo repleto y a cinco minutos del inicio del show cayó Diego con toda la familia y hubo que agregar 12 sillas a último momento. Hasta ese momento éramos un hit de radio y desde entonces demostramos lo que teníamos para dar en vivo.
T: ¿El “estilo” Pimpinela apareció enseguida?
Lucía Galán: Encontramos esta fórmula de mezcla de teatro con la música y no sabíamos si iba a gustar o no pero sí que iba a ser diferente. Yo volví de una clase de teatro y empecé a bromear a partir de las canciones como dialogadas compuestas por Joaquín y aunque siempre supimos que estábamos al borde del ridículo y caminando en una línea muy delgada por tratarse de hermanos, como nos fue bien de entrada, fuimos con seguridad y pisando fuerte.
T: ¿Cómo manejaban al principio el hecho de ser hermanos cantando canciones de pareja?
LG: Por suerte lo único fogoso de esas canciones eran las peleas, si no habría habido otros problemitas (risas).
JG: Nunca pensamos que éramos hermanos sino dos personajes actuando una canción y eso nos divertía y nos divierte. Pero cuando empezamos nadie creía que éramos hermanos y costaba convencer a la gente. En las giras, por ejemplo, nos daban habitaciones para los dos o nos obsequiaban una noche en la suite presidencial y teníamos que rechazarla.
T: ¿Y de dónde nace el nombre del dúo?
LG: Teníamos claro que no queríamos usar nuestros nombres y apareció un primer productor de (la compañía discográfica) CBS (actualmente Sony) que le daba mucha bolilla a lo astrológico y nos convenció aunque a mí me sonaba a un sonajero, a algo muy infantil. Decidimos confiar, pero en uno de los primeros programas de TV que hicimos acá teníamos que cantar sobre un barco y nos rodearon de niños de 2 o 3 años como si hiciéramos canciones infantiles.
T: Semejante aniversario invita a pensar en momentos fundamentales de la trayectoria de Pimpinela, de los que tienen muchos y muy importantes, pero ¿cuál es el hito íntimo que atesoran?
JG: Hay cosas que quedan en la memoria, como cuando en 1985 nuestro padre fue a España un año después del suceso impresionante que tuvimos con “Olvídame y pega la vuelta”. Aprovechando que nosotros íbamos a estar en un popular programa de Cadena 1, decidió ir a visitar a los suyos a un pueblo de montaña en Asturias al que solamente se podía llegar a caballo e hizo bajar a los 50 habitantes hasta una tienda de ultramarinos en la carretera donde en un televisor pudo mostrarles el éxito de sus hijos en su país. Es algo muy emocionante para nosotros porque papá falleció un año más tarde.
T: ¿De qué manera hacen equilibrio entre ser un clásico e incorporar temáticas actuales?
LG: Es algo que hicimos siempre y que en los ‘80 llamó mucho la atención por toda esta cuestión del machismo y la sumisión de las mujeres, sobre todo en nuestros países latinoamericanos, y cuando a ninguna mujer se le ocurría protestar ni en los medios se hablaba de femicidios, pero que cantamos, por ejemplo, en “Cuéntale al mundo”, como lo hicimos también sobre la xenofobia en “Pase lo que pase”. Cosas que por ahí no esperaban que cantáramos nosotros pero que son parte de la vida.
JG: Y más recientemente lo hicimos en “Traición” donde por primera vez le cantamos a un amor igualitario, y con “Cuando lo veo”, que genera mucha emoción por referir al amor entre una mujer mayor y un hombre más joven, a esa posibilidad que te da la vida de enamorarte y tomar esa decisión.
Fuente Télam
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