El silencio es la ausencia de ruidos, música o voces. Existe conceptualmente, ya que en la realidad no cobra una dimensión cabal. Decimos que hay silencio o que un ambiente es silencioso cuando nos percatamos que disminuyen los sonidos más estruendosos. Pero al prestar atención en el ambiente, supuestamente silencioso, encontraremos ruidos más sutiles, que no se escuchaban en medio de los más potentes. Para experimentar el silencio absoluto deberíamos viajar al espacio exterior fuera de nuestra atmósfera. Allí sí existe el silencio. Nuestro hábitat terrenal es el reino de los sonidos.
El cine en sus comienzos fue silente, mudo. Pura imagen, con un órgano de fondo ejecutado en vivo por el encargado de los primeros cines. En esta panacea de imágenes en movimiento, novedosas para la época (comienzos de siglo XX), lo que se escuchaba en las salas de los odeones era la música. El organista ejecutaba la banda sonora de acuerdo a lo que le evocaban las imágenes que se iban sucediendo al momento, de manera instantánea. En definitiva el sétimo arte no fue mudo jamás. Siempre tuvo músicas que con un piano u órgano acompañaron a las imágenes.
El cine sonoro incorporado a la película y grabado en simultáneo en el rodaje tuvo experimentaciones dese inicios de 1900. Se toma su inicio en la historia con el estreno de la primera película comercial sonora en 1927, con el filme “El cantante de Jazz”. De allí a nuestros días la incorporación del sonido fue un tema que siempre se dejó en segundo plano cuando en realidad es de suma importancia.
El cine es un arte audiovisual. Confluyen en él experiencias sensoriales visuales y auditivas. Esta experiencia bi – sensorial es la que nos evoca millares sensaciones. Si al observar una imagen se nos vienen mil recuerdos a la memoria, o al escuchar un sonido nuestra imaginación se puebla de sensaciones, uniendo ambas el resultado es asombroso. El carácter evocativo del cine es único. Justamente porque entre las imágenes y los sonidos se logran tocar las fibras más íntimas del espectador.
Al momento del rodaje existe un elemento indispensable que permite sincronizar las imágenes que se guardan en la cámara con los sonidos que se registran en la grabadora de sonido. Este elemento se llama claqueta. Es un tipo de pizarra más o menos sofisticada, dependiendo cual se utilice, la cual se coloca frente a cámara y cerca del micrófono. La claqueta posee un brazo que se baja produciendo un ruido al chocar este con el cuerpo de la misma. Así, el claquetista, luego del “luz, cámara, acción” del director, baja el brazo de la claqueta y comienza la acción de la toma a rodar. En edición se hace coincidir el cuadro de la imagen en donde el brazo de la claqueta golpea al cuerpo y en la pista de sonido se busca la curva sonora correspondiente al ruido del golpe de la claqueta. Se unen ambos y allí la imagen y el sonido quedan sincronizados.
El sonido es el cincuenta por ciento de la película. La banda sonora posee tres grandes partes. La banda de las voces, la de los ruidos, y la de la música. Cada una de ellas se trabaja por separado y por personas diferentes. El director de sonido es quien trabajará la pista final de audio. Antes el microfonista y sonidista en rodaje tomarán las voces. Los encargados de Foley recrearán los ruidos y voces necesarias en una etapa posterior al rodaje. El compositor irá trabajando la banda de la música original. Todo ello lo ensamblará, en volúmenes y ecualizaciones, el sonidista de la película.
El sonido siempre estuvo presente en el cine, de manera real o evocativa en el cine mudo. En la actualidad se lo trabaja con gran rigurosidad pues de una buena banda sonora dependerá en gran medida el éxito o fracaso de una película. Es por ello que en el cine la frase “una imagen valen más que mil palabras…” no es del todo cierta o no está del todo completa ya que también “un sonido puede evocar un millar de sensaciones”…
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