Hoy se cumplen 49 años de la muerte de Alejandra Pizarnik, una de las más originales poetisas de la literatura argentina y latinoamericana.
Creó su poesía en tiempos en los que en Latinoamérica no se había formado el fuerte movimiento feminista que ha tomado las calles y levantado la voz en toda la región, su poesía, no hay duda, hoy puede ser vista como el germen de una revolución que intenta enterrar el odio tan largo que ha sometido y aniquilado a las mujeres.
Alejandra, niña tímida, hija de padres polacos que llegaron a la Argentina huyendo del nazismo, llenaba sus momentos de ocio y diversión leyendo. Su madre para entrenerla a ella y a su hermana les daba unos centavos y las mandaba a comprar libros de los cuales ella se aferró como a una tabla de salvación hasta el final de su vida. Desde pequeña la palabra escrita se convirtió en su protectora e incondicional guarida. Inexplicablemente gozaba (y padecía) de una naturaleza anárquica, antisocial y apolítica desde su propia perspectiva. Ignorando que la forma en que ella rechazó todo los preceptos y dictados de la sociedad, más la materialización de su repudio en sus prácticas cotidianas y en su andar por la vida, implicaba una naturaleza política que es reconocida por el feminismo: Lo personal es político.
Yo no sé de la infancia más que un miedo luminoso que me arrastra a mi otra orilla…
Alejandra Pizarnik.–Tiempo
Desde muy joven nunca encajó en ningún molde y no luchó para que fuera de otra manera. Su estética corpórea siempre la alejó a la feminidad dominante. De cabello corto, con ropa holgada y limpia de maquillaje y accesorios; transitaba para muchos como un ser andrógino. Rechazó el plan de vida que sus padres y familiares esperaban de su ser mujer, casarse, hijes… Alguna vez le preguntaron que porque no se había casado, a lo que ella respondió: “yo estoy casada con la poesía”.
Pizarnik huyó persistentemente del encasillamiento y las celdas que dan las etiquetas, como las brindadas por la heterosexualidad normativa. Siempre hubo rumores sobre su sexualidad, se conoció algunas relaciones que había tenido por igual con hombres y mujeres, y para muchos de sus conocidos podría haberse reconocido como bisexual. Bisexualidad que vivió con bastante naturalidad y dando poca o nula explicación.
Alejandra se abrió el camino en el hacer poesía, camino dominado por los hombres. Fue reconocida y admirada por otros poetas incluso antes de que fuese reconocido Jorge Luis Borges y sus libros se publicaron en francés mucho antes que otros poetas argentinos. Transgresora del lenguaje, innovó la poesía y abrió un espacio a un nuevo quehacer poético caracterizado por su intensidad, por su síntesis, llenos de imágenes y metáforas, capaces de estremecer a los más reacios a sentir, a los más reacios a vibrar con la poesía. Porque sus poemas en los cuales irremediablemente nos habla de ella y de su existencia angustiosa, hablan sobre los temores que todos tenemos, a la muerte, a el desamor y al silencio. Así que es posible que su poesía sea un espejo donde podemos ver un poquito de nosotros y nuestra sombra.
Y después de todo, de su disidencia social, su subversiva personalidad, de cómo rompió con todas las formas y lo estipulado, sólo es posible reconocer que Alejandra Pizarnik verdaderamente no era de este mundo…
Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver.
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