Chile asiste estos días al horroroso relato de las vejaciones que sufrieron las mujeres que eran detenidas por la dictadura de Augusto Pinochet que, según informaciones de medios internacionales, la Justicia del país vecino comenzó a sacar a la luz.
Los hechos acontecían en un lugar denominado «Venda Sexy», datan de 1974 y consistían en torturar de índole sexual delante de sus parejas, como por ejemplo introducirles ratas en la vagina, aplicarles corriente en los genitales, o dejar que las violara un perro amaestrado.
Era «un lugar de tortura, exterminio y violencia político sexual. Las mujeres éramos un hueso duro de roer y eso tenía que ser castigado con mucha más saña que a los hombres», rememora ahora Beatriz Bataszew, psicóloga, a sus 66 años.
«Aquí están nuestros gritos, nuestros llantos», comenta mientras señala el piso superior donde estaban detenidas las mujeres, a veces hasta 25 en una sola habitación, malheridas por las sesiones de tortura y atormentadas por el volumen de la música que sonaba sin descanso para opacar «los gritos, el llanto de las personas que estaban siendo victimizadas adentro».
En su interior, los prisioneros permanecían con los ojos vendados y la música ambiental a todo volumen no cesaba, por lo que también el lugar era conocido como la «Discoteque». El lugar, situado en el este de Santiago, es ahora una casa privada a pesar de que ha sido reconocido como lugar de memoria, publica France24.com
Fuera en la calle, una improvisada figura de metal sostiene fotografías de detenidas que murieron o desaparecieron en su interior junto a una placa que reza: «Aquí, en Venda Sexy, mujeres militantes populares resistieron y sobrevivieron a la violencia político sexual ejercida por la dictadura cívico-militar».
De todos quienes presentaron sus testimonios a la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura en 2005, conocida también como «Informe Valech» -que escuchó el relato de más de 35.000 personas-, un 12,9% eran mujeres (3.399). La mayoría fue detenida durante los tres primeros meses de la dictadura, a edades que fluctuaban entre los 21 y los 30 años; 229 estaban embarazadas, y de ellas, 15 dieron a luz en calidad de prisioneras.
Un reciente fallo de la Justicia chilena estableció por primera vez la necesidad de separar el delito de secuestro agravado de aquel de tormentos con violencia sexual, al haber instituido «una forma específica de violencia contra la mujer», dice la sentencia.La misma condenó a tres agentes de la policía política de la dictadura como autores de secuestro y la aplicación de tormentos con violencia sexual.
«Cuando llegué había solamente dos mujeres más. Te llevaban a un subterráneo donde tenían equipos para poner electricidad (…) y donde tenían al perro adiestrado [para las violaciones]», explicó Bataszew a la AFP desde Londres, donde se exilió tras ser liberada un año después de su detención en 1974.
«Ojalá pueda sentar un precedente judicial para que estos crímenes (…) sean catalogados como un crimen de lesa humanidad», afirma sobre la histórica sentencia.El horror no respetaba límites. El informe Valech recoge testimonios de mujeres obligadas a mantener relaciones sexuales con sus padres o hermanos.
Muchas fueron detenidas y torturadas para aterrorizar también con ello a sus parejas o familiares. «Me tenían para ser torturada delante de él en mi condición de su mujer», relata a la AFP Erika Hennings, esposa de Alfonso Chanfreau, un estudiante de filosofía y dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que aún permanece desaparecido.
Erika, educadora jubilada de 69 años, estuvo detenida por 17 días junto a otras 80 personas, hombres y mujeres, en el centro de torturas «Londres 38», en el centro de Santiago, hacinados en una única habitación, sin camas y con los ojos vendados 24 horas.
En Villa Grimaldi, otro centro clandestino de torturas de Santiago, estuvo detenida y asilada por 10 días Shaira Sepúlveda. «Ellos sentían un placer especial en tratar de denigrar, de destruir a las mujeres», señala hoy a sus 72 años en el jardín de rosas levantado para recordar a 190 prisioneras que fueron asesinadas o desaparecidas, entre ellas 35 en Villa Grimaldi.
Por este centro también pasó Michelle Bachelet, dos veces presidenta de Chile y actual comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos. «Me da rabia, me da ira, me da bronca de ver cómo aprovecharon para destruir y matar a nuestras compañeras. No lograron lo que querían y espero que algún día podamos tener justicia porque ellas se lo merecen», agrega acariciando las flores con su mano.
«Es un gran paso porque es la primera vez que se designa que hay violencia con contenido de género», dice a la AFP Patricia Artes, portavoz del colectivo Memorias de Rebeldía Feminista. Más de 40.000 personas fueron torturadas y 3.200 asesinadas o desaparecidas en los 17 años que se extendió el régimen de Pinochet (1973-1990)
Recomendados
Denuncia contra «El Dipy» por abuso sexual y extorsión
Desaparición de María Cash: imputan por falso testimonio a un abogado que declaró hace 13 años
Caso Sofía Delgado: el fiscal cree que «la mataron en un sacrificio como ritual»