A 12 años del crimen de Érica Soriano, la joven madre de una nena de 12 años y con un bebé en camino, que desapareció el 20 de agosto de 2010 en el partido bonaerense de Lanús, su mamá se aferra a la esperanza de que algún cómplice de Daniel Lagostena, el único condenado por el hecho, “se quiebre” y diga qué fue lo que pasó con el cuerpo de su hija. “Es probable que nunca vaya a saberlo, pero lo voy a seguir intentando, tiempo es lo único que tengo”, dijo a TN María Ester Romero.
No hay cuerpo. No hay cámaras que hayan registrado su paso ni nadie que la haya visto o hablado con ella desde ese día. Más de una década después, no se encontró absolutamente nada de la mujer y mientras tanto Lagostena, al igual que días atrás hizo Nicolás Pachelo, el principal acusado del crimen de María Marta García Belsunce, usa las redes sociales desde la cárcel para defender su inocencia.
Bajo el nombre “Dani Lagos” el condenado creó un grupo en Facebook llamado “Érica Soriano, Daniel Lagostena y el hijo de ambos, justicia y verdad”, que ya tiene casi 300 miembros, en el que cuenta “su verdad” y comparte capturas de pantalla de supuestas conversaciones que mantuvo por mail con quien fuera su pareja en las semanas previas a la desaparición. “Todo lo que dice la televisión es mentira”, sostiene en su última publicación el recluso, realizada el 16 de julio pasado.
“A mi me causa gracia cuando lo leo”, manifestó Ester sobre los posteos que realiza Lagostena mientras cumple condena en la Unidad 1 de Olmos del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Y explicó: “Esos mails yo también los vi, pero no tienen nada que ver con lo que ocurrió”.
En ese sentido, la madre de Érica remarcó: “No tengo dudas de que tuvieron sus momentos buenos, como cualquier matrimonio”. De la misma manera, señaló que la relación de la pareja, que llevaba apenas cuatro meses cuando sucedieron los hechos, ya había mostrado también sus primeras crisis.
Tres días antes de que se la viera por última vez, contó su mamá, Érica fue a visitarla a su casa y mientras ella calentaba el agua para el mate en la cocina la escuchó decir desde el living: “Estoy viviendo una pesadilla”. “Yo le pregunté qué había dicho, pero me respondió que estaba exagerando y que ya se iba a arreglar”.
Ester no se quedó tranquila con la respuesta que le dio su hija y el viernes de esa misma semana la llamó por teléfono al trabajo cerca de las 8 de la mañana para preguntarle cómo estaba. “Me dijo que me contaba ‘mañana’, pero no hubo un mañana”.
“Yo no sabía que existían los psicópatas”
Cuando desapareció, Érica tenía 30 años, una hija de 12 y un embarazo de dos meses. Hacía poco tiempo la habían blanqueado como empleada administrativa en una empresa de cosméticos. “Ella estaba muy feliz”, aseguró Ester sobre su hija, y recordó que le dijo: “Tengo el trabajo de mi vida, la familia que quiero, lo que siempre quise tener”.
Pero aquel 20 de agosto hace 12 años, después de una visita al obstetra en Capital Federal, volvió a su casa sobre el Pasaje Coronel Santiago 1433 de Lanús y desapareció. Más adelante, una amiga contó que ese día habían hablado por teléfono y la había escuchado discutir con Lagostena.
A ese testimonio se fueron sumando el de otros amigos y allegados a la víctima que fueron dando cuenta de los conflictos que atravesaba la pareja por los celos y la desconfianza del hombre que, finalmente y aunque nunca se encontró el cuerpo de Érica, fue condenado por “homicidio en concurso ideal con aborto”.
“Quedó evidenciado que luego de una discusión que mantuvo el imputado Héctor Daniel Lagostena con su pareja Érica Soriano, ante la falsa creencia del primero de que la nombrada le estaba siendo infiel y lo iba a dejar, le causó la muerte”, sostuvo el fallo del TOC 9.
Lagostena nunca negó la discusión que tuvo con su mujer previa a la desaparición. Con la misma firmeza sostuvo siempre que tras la pelea Érica se fue de la casa rumbo a lo de su madre en Villa Adelina. Cuando la mamá de la joven lo llamó para preguntarle dónde estaba Érica, su exyerno le dijo: “Se debe haber perdido”. “No sabía entonces que existían los psicópatas”, se lamentó ahora Ester en diálogo con este medio.
Si bien el cuerpo nunca apareció, los peritos que buscaron rastros en la casa que compartía la pareja en Lanús encontraron con sorpresa la chimenea encendida, pese a que ese día hacía 24 grados, y restos de poliéster que se correspondían con una bombacha, por lo que se presume que el imputado quemó allí la ropa de la víctima.
También se encontró una mancha de sangre debajo de una mesita ratona que fue detectada con el reactivo Luminol, pero como había sido lavada solo se pudo determinar que era de mujer. Los investigadores dieron por acreditado que Lagostena tenía vínculos con propietarios y empleados del rubro funerario que lo podrían haber ayudado a deshacerse de los restos.
“Daniel nunca va a decir qué hizo con el cuerpo”, afirmó la mamá de Érica, tras lo cual indicó: “La única chance (de saberlo) es que se quiebre algún cómplice”. Aunque satisfecha con la condena a Lagostena, Ester subrayó: “Yo siento que falta, que hay algo inconcluso. Nunca pasó nada con los cómplices”.
En agosto del año pasado, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires dejó firme la condena de 22 años de prisión de Daniel Lagostena por el crimen de Érica Soriano.
“Pudo haber sido un accidente”
El abogado de Lagostena, Francisco Oneto, difundió en sus redes un video analizando el crimen de Érica y dijo quelos jueces “no sabían por qué” condenaron a su defendido y que la sentencia estaba “plagada de falacias”.
“Jamás vi una condena que en el relato de los hechos que la motivan, los jueces reconozcan que no saben lo que pasó. Cuando lo condenan a Lagostena, los propios jueces admitieron que no sabían por qué lo condenaban”, opinó Oneto en un video de 20 minutos subido a su canal de Youtube.
Y completó: “Lo llamativo de esto es que si no saben cómo la mató, suponiendo que la haya matado, pudo haber sido un accidente. No necesariamente tuvo que haber sido un homicidio doloso”.
TN consultó al letrado por las publicaciones que realizó su defendido desde la cárcel, pero no obtuvo ninguna respuesta al respecto. En la actualidad, Lagostena tiene 61 años, cumple su condena en la Unidad 1 de Olmos del Servicio Penitenciario Bonaerense y pidió prisión domiciliaria por el coronavirus, pero le fue rechazada.
“Él está bien, está estudiando”, contó la mamá de Érica, en relación a cómo pasa sus días de encierro el femicida. En enero pasado, además, el condenado difundió la publicación de un libro titulado La verdad sobre el caso Érica Soriano. En la contratapa, afirma que es “un desesperado grito pidiendo justicia, develando cómo un relato en potencial instala fantasías, cómo resuelve la institución judicial su propia desidia”.
Treinta años maravillosos
Ester había quedado viuda cuatro meses antes de que su hija desapareciera. “Me sentí un poco sola para enfrentar algo que no sabía de qué se trataba”, dijo a TN y se le quebró la voz. Los años que siguieron la obligaron a sacar fuerzas de donde ni siquiera sabía que tuviera y en ese camino, destacó, recibió el apoyo incondicional de sus hijos, de sus vecinos del barrio y de personas desconocidas que la contactaron de distintas partes del mundo para solidarizarse con ella.
El recuerdo de Érica es permanente, sostiene, y llena de calidez cada vacío que abrió su ausencia. “Agradezco que Érica me haya elegido como su mamá”, resumió Ester, y agregó: “Que haya pasado 30 años de su vida conmigo, es lo más maravilloso”.
Esa es la manera que encontró de seguir cerca de esa joven “inteligente, generosa, tan graciosa” que se rebelaba ante las injusticias y quería rescatar a cuanto animal se cruzaba solo por la calle. “Convivo con ella”, dice su mamá al borde de las lágrimas de nuevo, y se disculpa: “Estas fechas me tienen más sensible”. En medio de su dolor, antes de terminar la charla reflexionó: “La única manera de seguir adelante es dando amor”.
Señalizaron la casa en la que Érica fue vista por última vez
Al cumplirse el aniversario número 12 de su desaparición, se realizó la señalización de la vivienda de Lanús donde Érica Soriano fue vista por última vez. “En homenaje a Eri y para sentar un precedente. Para no olvidar nunca dónde la vimos por última vez”, escribió su hermana en las redes, convocando al evento.
La señalización da cumplimiento a una ordenanza municipal, pero también se enmarca en el programa Mariposas del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, que consiste en la realización de actividades artísticas y culturales que promuevan la construcción de la memoria colectiva en las comunidades en torno a las víctimas de femicidios, travesticidios y transfemicidios.
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