Hoy está cumpliendo 50 años y está absolutamente alejada del arbitraje. Es artista plástica, escribe y le encanta jugar al ajedrez. Pero Florencia Romano fue la precursora del arbitraje femenino en la Argentina. Luchó como ninguna para tener un lugar en una AFA conservadora y machista que le cerraba las puertas y logró ser la primera mujer en dirigir un partido de hombres en nuestro país hace 22 años.
En 1996 hizo una huelga de hambre para que la admitieran en la AFA como árbitro profesional luego de haber egresado del Sindicato de Árbitros de la República Argentina con uno de los mejores promedios. Y denunció a Julio Grondona por discriminación de género porque no la dejaba trabajar. Con gran tesón llevó su caso hasta el Congreso de la Nación y la Secretaría de Derechos Humanos, donde el ex presidente de la AFA tuvo que presentarse a dar explicaciones y retractarse de una frase muy poco feliz: «No es sensato que una mujer dirija entre hombres».
La tucumana sabía lo que quería. Su sueño era dirigir en AFA, y esa posibilidad le llegó el 4 de abril de 1998 en un partido entre Victoriano Arenas y Muñiz, en Valentín Alsina, por el campeonato de la Primera D (la más chica de todas las categorías). Fue todo un logro y un día histórico para las mujeres argentinas, que como Florencia, luego se sumaron al arbitraje con un camino un poco más allanado.
Llegó a dormir sobre una pila de diarios en un departamento sin muebles porque no tenía plata. Y cobró 47 pesos por ese primer partido profesional de su carrera. 47 pesos y 11 centavos. El remisero que la llevó a la cancha de Victoriano Arenas se conmovió con su historia y le cobró la mitad del viaje (14 pesos). Y a la vuelta se tomó el 60 en Constitución con el ramo de flores que le había regalado la Comisión Directiva del club local.
No fue nada fácil para Romano entrar en el mundo de los hombres. Pero le sobraba personalidad y carácter. Por eso en ese primer partido no dudó en expulsar a tres jugadores. Y se bancó sin chistar los cantos machistas de los hinchas, que por entonces, ni se imaginaban los grandes y valiosos logros de los movimientos feministas de la actualidad.
Julio Grondona fue un gran obstáculo para ella, aunque finalmente la terminó aceptando. Y hasta llegó a ser árbitro internacional y dirigió el Mundial de mujeres 2003 en los Estados Unidos.
La tucumana fue muy importante en la historia del arbitraje femenino. Enfrentó a Grondona y abrió puertas. Después de ella otras chicas se animaron a incursionar en un mundo predominantemente masculino, y tuvieron más fuerte y más facilidades que Romano.
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