Doctora, decile a los senadores que ninguna menor de edad tiene que pasar por lo que yo pasé. A mi a veces me dicen que tuve una hija que está viva y que la tiene el médico que me visitaba todos los días. Otros me dicen asesina porque dicen que mi provincia es provida. Deciles que cuando dicen que el aborto no es legal, los médicos se confunden y creen que ningún aborto es legal y se enojan con nosotras aunque seamos menores. Deciles que tienen que obligar a los médicos a ayudarnos y que no tienen que tardar ni un solo día. Bah, ¡qué día! ¡ni un solo segundo!».
Esas fueron las palabras que Lucía escribió para que Cecilia Ousset, la doctora que activó junto a su marido, también médico, la ILE y le salvaron la vida. En una provincia abiertamente declarada provida, como Tucumán.
Lucía es señalada, no como una heroína que a su corta edad luchó con la fuerza y la sabiduría de una guerrera histórica, sino como una asesina.
Y los médicos, los únicos que la ayudaron y escucharon, fueron denunciados, amenazados y perseguidos.
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