Este 31 de agosto se cumple un año del fallecimiento de Cesar Cigliutti, uno de los referentes y más importantes activistas por los derechos humanos y el colectivo LGBTIQ+ en Argentina.
Murió a los 63 años producto de una crisis cardíaca pero, a pesar de su partida, su legado es inmortal ya que su lucha y compromiso marcaron a fuego nuestra historia.
A través de múltiples acciones, Cigliutti supo levantar la bandera del orgullo. Luego de una larga batalla legal, en 2003 se convirtió junto a Marcelo Suntheim en la primera pareja gay reconocida por un Estado en América Latina.
Desde 1996 y hasta el día de su muerte, César presidió la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y fue el Secretario General de la Asociación de Personal de la Seguridad Social (APERSES).
Antes de fallecer, había sido noticia por presentar una denuncia como presidente de la CHA ante el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad y el Ministerio de Salud por una acto de discriminación en un centro de salud: rechazaron a un joven que quería donar sangre por ser homosexual.
Frente a su denuncia, el Gobierno nacional a través del INADI tomó conciencia que la Asociación Argentina de Hemoterapia Inmunohemoterapia y Terapia Celular (AAHITC) había incluido a la homosexualidad como impedimento para la donación de sangre.
«La orientación sexual y la identidad de género de la persona como impedimento para la donación de sangre constituye una práctica discriminatoria, pero también responde a un discurso médico que históricamente ha patologizado y estigmatizado a las personas LGBTI+», aseguraron desde INADI tras la denuncia.
Ciglutti también dio su apoyo a la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de género en la Argentina. Otros hitos en su historia de militancia fueron la obtención del reconocimiento de la pensión por fallecimiento para las parejas del mismo sexo.
Además realizó numerosas presentaciones y colaboró con publicaciones sobre temas de discriminación, HIV y adopción de parejas homosexuales. Por su enorme activismo fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires el 17 de mayo de 2011.
Por otro lado, en el 2013 ayudó a Gabriela Mansilla y a su hija Luana, la primera niña trans del mundo, a recibir su DNI de acuerdo a su género autopercibido. «El paso que estamos dando es el garantizar el derecho de los/as niños/as. Hemos leído y escuchado algunas declaraciones que enunciaban que Luana era ‘demasiado chica’, y nosotros pensamos lo contrario», sostuvo en su momento.
En sus últimos días de vida, repartió alimentos a la comunidad travesti-trans y militó junto a más de 200 organizaciones por la Ley Nacional de Cupo e Inclusión Laboral Travesti Trans que terminó siendo aprobada el pasado mes de junio.
«Me imagino a mí mismo en 1984: si alguien venía del futuro y me decía que me iba a poder casar con quien quisiera y que un varón trans se iba a embarazar, le hubiera respondido ‘estás loca’ porque… ¡estábamos debatiendo si éramos enfermos o no! Que me hablaran de casarme era como pensar en Los Supersónicos», manifestó en su momento.
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