Hoy se conmemora el 27º aniversario de la desaparición física de Monseñor Gerardo Sueldo, a quien muchos recuerdan como «El Profeta de la Libertad». Su figura, caracterizada por un compromiso incansable con la justicia social y la defensa de los derechos humanos, sigue siendo un faro de inspiración en la provincia.
Su legado más poderoso se resume en sus propias palabras, un llamado a la acción que resuena con una fuerza inquebrantable hasta el día de hoy. En la clausura de la X Semana Diocesana de Pastoral, el 9 de noviembre de 1997, poco antes de su fallecimiento, Sueldo dejó una reflexión final que se convirtió en su testamento espiritual.
El mensaje era claro y directo: un desafío a la inmovilidad y al temor. «No tengan miedo en señalar al corrupto y podrido de nuestra sociedad y tengan la valentía del Espíritu, en transformarlo en sano y transparente», exhortaba Monseñor Sueldo, instando a los santiagueños a ser agentes de cambio.
En su última reflexión, hizo un llamado a recuperar la dignidad perdida: «Levántense, caminen erguidos por la vida, dándola por otros y conquisten de una vez la libertad, para recuperar la dignidad». Este fue un grito de guerra contra las ataduras del miedo y la resignación.
«¡Rompan las cadenas del miedo, santiagueños!» fue la frase con la que selló su legado. A 27 años de su partida, estas palabras cobran una relevancia especial, recordándonos la importancia de la valentía, la transparencia y la lucha por una sociedad más justa. Su recuerdo sigue vivo en el corazón de aquellos que lo vieron como un líder, un pastor y un profeta.
Un caminante del pueblo, que en muy poco tiempo supo escuchar para proponer la salida y de este modo recuperar la «dignidad» de comunidad. Para eso se puso al frente de cada causa de injusticia sufrida por su pueblo, Santiago del Estero.