Este regreso a clases presenciales, no es igual a retorno luego de las vacaciones, ya que los niños deben volver a retomar sus obligaciones escolares luego de atravesar un largo periodo de estrés crónico (propio de la pandemia) y considerando las nuevas medidas de distanciamiento físico y cuidados preventivos.
A partir de ello, se han visto en aumento las consultas a profesionales de la Salud Mental por el impacto emocional generado y por lo que se denomina “ansiedad escolar”: un tipo de fobia, que afecta a niños y adolescentes, y que aparece como respuesta desadaptativa a situaciones escolares (en éste caso, el regreso a clases). Mientras mayor sea el tiempo de un niño/adolescente sin concurrir a clases, mayores serán sus dificultades para adaptarse a la nueva realidad.
La fobia escolar comprende un conjunto de síntomas, que afectan la salud física y mental de quienes los padecen, antes, durante o después de asistir a clases. Algunos de los más frecuentes son:
- FÍSICOS: taquicardia, sudoración, palidez, sensación de mareo, nauseas, dolor abdominal, dolor de cabeza, diarrea, dificultades para conciliar el sueño, tensión muscular, temblores.
- EMOCIONALES/CONDUCTUALES: el niño tiende a:
- Utilizar distintos argumentos con el objetivo de EVITAR ir a la escuela (generalmente asociados con síntomas físicos: “me siento mal”, “me duele la cabeza”)
- Presentar conductas negativistas/oposicionistas antes de ir a la escuela: no querer levantarse, cambiarse, desayunar o comer; encerrarse en el cuarto, no encontrar sus elementos escolares, pelear con sus padres y/o cuidadores.
- Manifestar verbal y explícitamente su deseo de NO IR a la escuela
- Esconderse o escaparse de la escuela, pedir volver a su casa, berrinches.
- Manifestar angustia, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración.
- Presentar conductas inhibitorias (ej: no jugar, no hablar, no socializar con sus compañeros)
- Disminuir su rendimiento escolar: no querer realizar las tareas, disminuir la
atención y concentración
Debido a las condiciones sanitarias actuales, también puede acompañarse de otros temores como: expresar temor a salir de sus hogares, a sus compañeros, a los maestros o al covid-19. Es importante evaluar si estas conductas se presentan únicamente al
momento de asistir a clases, o también se evidencian en otras ocasiones (al salir de casa, fines de semana, etc).
Recursos para facilitar su adaptación en la vuelta a la presencialidad
Es fundamental utilizar herramientas de psicoeducación: brindar a los niños información simple y clara acerca de cuáles son las medidas de cuidado personal que pueden adoptar dentro de la escuela, con el objetivo de generar autonomía y responsabilidad respecto al cuidado de su propia salud y de sus compañeros. Esta es una manera de que los niños sientan que pueden estar seguros fuera de casa (aunque sus cuidadores habituales no estén presentes) generando así un espacio de confianza.
También pueden anticipar a los niños sobre cómo va a organizarse su nueva rutina cotidiana, utilizando Planners Semanales con palabras o imágenes (adaptados a la edad) y trabajando con ellos para que participen activamente de esa planificación.
Por otro lado, es clave fortalecer los vínculos familiares y generar espacios de escucha, juego y acompañamiento, para que los niños puedan expresar qué piensan y qué sienten antes de ir a la escuela o durante su estadía en ella.
Finalmente, es importante que los niños puedan compartir otros espacios de integración o recreativos además de la institución escolar, para que logren adaptarse gradualmente a las salidas fuera del hogar.
Cuándo consultar a un profesional de la Salud Mental
Cuando observen que a pesar de utilizar nuevas estrategias y generar otros espacios de contención y escucha, el niño continúa presentando conductas desadaptativas en relación a la escuela.
Debemos tener en cuenta, que los niños también han transitado cambios en su rutina diaria y en sus contextos familiares durante la pandemia, y que deben readaptarse a una nueva realidad que les presenta muchas limitaciones, sobre todo en su manera de vincularse con otros. Las relaciones con sus compañeros y maestros puede funcionar también como red de apoyo y contención frente a las dificultades.
En éste proceso, el niño debe aprender gradualmente a revincularse con la escuela y readaptarse a su rutina cotidiana, y esa transición va a ser más saludable para el niño si cuentan con una red de acompañamiento afectivo que responda adecuadamente a sus necesidades emocionales.
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