El 3 de junio de 2015 marcó un antes y un después en Argentina con el nacimiento del movimiento Ni Una Menos, desencadenado por el brutal femicidio de Chiara Páez, una joven santafesina de 14 años asesinada por su novio, Manuel Mansilla. Este crimen sacudió al país y llevó a miles de mujeres a las calles para visibilizar la violencia machista y exigir medidas efectivas contra los crímenes de odio por motivos de género. Desde entonces, cada año, el reclamo se renueva con fuerza.
Valentina Manfredi, referente de Mumalá, reflexiona sobre la década transcurrida: “A diez años, una piensa que las cosas han cambiado. No podemos negar que ha habido avances significativos. Ni Una Menos nació en Argentina, pero su reclamo ha resonado en mujeres de todo el mundo. Nos hicimos cargo de muchas luchas, entendiendo que la violencia no se resuelve solo en el ámbito privado. Necesitamos un Estado presente que proteja vidas y un sistema integral que funcione correctamente”. Sin embargo, advierte que los cambios no son suficientes: “En Argentina, hoy hay un femicidio cada 33 horas”.
Manfredi subraya la importancia de abordar estos temas con conciencia y sensibilidad, especialmente para empoderar a las mujeres en situación de violencia. “Se necesita un círculo de apoyo: un Estado presente, una policía que tome las denuncias, una justicia que actúe y condenas ejemplares. Los botones antipánico deben ser eficientes”, enfatizó.
Desde Mumalá, se lleva un registro que revela datos alarmantes: desde el primer Ni Una Menos, se han registrado 2.590 femicidios en el país, y el 64% de estos ocurrieron en el hogar de las víctimas, el lugar que debería ser el más seguro.
El contexto actual agrava la situación. “El ajuste económico golpea doblemente a las mujeres, muchas veces madres solteras con trabajos mal remunerados. Esto debe seguir discutiéndose”, señaló Manfredi.
Además, criticó al gobierno de Javier Milei por profundizar la precariedad y eliminar programas destinados a mejorar la calidad de vida de las mujeres. “Hoy crecen los discursos de odio y las mentiras, y las formas de hacer política empeoran la situación”, añadió.
El movimiento Ni Una Menos sigue siendo un faro de resistencia, exigiendo un sistema integral que proteja a las mujeres y a la diversidad, incluyendo al colectivo LGBTQ+, que también sufre violencia de género. A diez años de su surgimiento, el reclamo es claro: el Estado debe actuar para que no haya #NiUnaMenos.
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