Exclusiva | Plataforma de noticias

Audios y Noticias desde Santiago del Estero, para toda Argentina y el Mundo. Exclusiva | Plataforma de noticias

Francisco, el final para una gestión milagrosa

Por Jorge Landaburu
¡Compartilo!

Cuando Francisco asumió el papado, a los 76, y comenzó a dar los primeros pasos de su gestión, quien consultara al respecto a los sectores relativamente más conservadores de la Iglesia Católica Argentina recibiría una respuesta enigmática: les parecía bien que Jorge Bergoglio ocupara el Trono de San Pedro, pero les parecería mejor si decidiera ocuparse más de sus tareas específicas y menos de las relativas al mundo que lo rodeaba.

A los 76 años, el 13 de marzo de 2013, Jorge Bergoglio, ex arzobispo de Buenos Aires y cardenal, fue ungido Papa y decidió nombrarse Francisco, un santo amante de la naturaleza que dedicó su vida a los pobres. Esa línea caracterizaría su pontificado, además de la prédica pacifista consecuente. Reformó a la Iglesia, implementó cambios en su administración financiera, promovió investigaciones, juicios y condenas en los casos de abuso sexual animados por el clero, y amplió la participación de la mujer.

No solamente fue el primer Papa llamado Francisco, sino el primer jesuita y el primer latinoamericano. Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia de clase media emigrada del Piamonte, norte de Italia, que se afincó en el barrio de Flores. También fue el primer Papa que estando en ejercicio del cargo escribió y publicó sus memorias, un libro que tituló Esperanza. La autobiogafía, y dio a la imprenta en enero de 2025, un par de meses antes de su fallecimiento.

Si por tus obras serás juzgado, como dijo Jesús en el Sermón de la Montaña, el Papa Francisco habrá de serlo por la prédica y realización de lo que llamó “la cultura del encuentro”, uno de los ejes principales de su estar en el mundo, y por haber escrito cuatro encíclicas, siete exhortaciones apostólicas, 39 constituciones apostólicas, además de los correspondientes mensajes “Urbi et Orbi” pascuales y navideños. Animan a estos documentos una descarnada visión de los riesgos ecológicos que ponen en tela de juicio la continuidad de la vida en “la casa de todos”, eficaz metáfora referida al ecosistema íntimamente vinculado, a su vez, con la falta de justicia social y la consiguiente necesidad de reformular los principios de una economía “que persigue solo ganancias”.

Fue un Sumo Pontífice especialmente movedizo. Anduvo por todas partes, excepto por Argentina, de donde partió como arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires para ya no regresar. Hubiera viajado más, pero nunca gozó de una salud envidiable porque padeció de quistes pulmonares desde su juventud, motivo por el cual le fue extirpado el lóbulo superior del pulmón derecho. Esa dolencia se agravó con el curso de los años, convirtiéndolo en una persona muy sensible a las complicaciones respiratorias. También debió ser intervenido quirúrgicamente por problemas en el sistema digestivo. Y por dolencias en una rodilla no pudo caminar ni estar de pie mucho tiempo, razón por la que debió desplazarse finalmente en silla de ruedas.

Francisco fue un hombre cultísimo, aficionado a la lectura y a la música, pero también con gustos y hábitos de hombre común, como utilizar el transporte público o caminar por las calles de Buenos Aires cuando ya era cardenal, o no usar vestimenta lujosa o joyas cuando accedió al papado, o no vivir en un palacio de la Santa Sede sino en Santa Marta, una especie de alojamiento religioso para obispos y sacerdotes de paso por Roma, que en los hechos convirtió en su casa.

Pensó una Iglesia Católica que recuperara su universalidad efectiva y abierta “a todos los pueblos y las culturas de todo tiempo”, y dinámica, puesta en tensión con el momento histórico por cada uno de sus miembros. Explicó esa visión a mediados de 2013, en ocasión de presidir la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil: “¿Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá dentro va a haber lío […] Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios…”

Dos años más tarde, cuando todavía se oía el eco de palabras como “hagan lío: cuiden los extremos del pueblo, que son los ancianos y los jóvenes”, Francisco se despidió de una nueva recorrida por América Latina oficiando una misa en un altar al aire libre en Asunción, en el marco del XXIº Encuentro Latinoamericano de Pastoral Juvenil. Entonces otra vez exhortó a la movilización: “Sigan haciendo lío –dijo en la costanera asuncena–, pero también ayuden a ordenar el lío que hacen.”

Para Francisco era valorable especialmente el pluralismo político, al tiempo que merecían su mayor reprobación las dictaduras, el despliegue del culto de la personalidad y quienes persiguen contra viento y marea liderazgos individuales. Ciertamente algunos puntos de su prédica son derivaciones de la Teología de la Liberación, aquella corriente cristiana que en las décadas de 1970 y 1980 elaboró posicionamientos marcadamente de izquierda y muy influyentes por aquel entonces. Pero Fancisco siempre tomó distancia del marxismo y la revolución violenta, aunque sus críticas al libre mercado lo condujeran a cierto distanciamiento tanto de la tradicional doctrina social católica como también del peronismo, que por añadidura aun en vida del General perdía gradualmente identidad.

Ordenado sacerdote a fines de 1969, tras ejercer la docencia en escuelas y universidades en Argentina y en el exterior, y perfeccionar su formación humanística y filosófica, lo nombraron a mediados de 1973, cuando tenía 36 años, superior provincial jesuita de Argentina. Por aquellos años estaba vinculado a Guardia de Hierro, una agrupación surgida durante la denominada Resistencia peronista contra los gobiernos de facto posteriores al golpe de 1955. Fundada por Alejandro “Gallego” Álvarez en 1962 y disuelta en 1974, militaron en Guardia de Hierro dirigentes como Roberto “Pajarito” Grabois y Amelia Podetti, entre otros, que planteaban necesario consolidar el liderazgo del General y rechazar enfáticamente la lucha armada propuesta por Montoneros. Esa vinculación del futuro Papa con aquello que los estudiosos calificarían como el “movimiento nacional-populista de Argentina”, el peronismo, daría lugar a varios equívocos intencionados, aunque lo interesante y productivo es apreciar la percepción por mera cercanía de un auténtico movimiento de masas y los esfuerzos de Francisco por preservar la masividad de la Iglesia Católica, años después y ejerciendo el papado.

Francisco murió durante el año jubilar (desde el 24 de diciembre de 2024 hasta el 6 de enero de 2026), periodo para la Iglesia trascendental que llegó a inaugurar, y fue motivo de varias ceremonias con su participación y los mensajes correspondientes. En ocasión de oficiar una misa en la Plaza de San Pedro a propósito de la Jornada Mundial por la Paz, se manifestó contra los enfrentamientos armados, y planteó que “se debe decir basta, sobre todo a los ataques de los hospitales, las escuelas, los lugares de trabajo: ¡la guerra es siempre una derrota! Seguidamente agregó un razonamiento coherente con su prédica de toda la vida: “Este año se caracteriza, con motivo del Jubileo, por un tema peculiar: el de la condonación de las deudas. Y agregó que “el primero en perdonar las deudas es Dios”, y “nos pide traducir este perdón a nivel social, para que ninguna persona, ninguna familia, ningún pueblo sea aplastado por las deudas”.

Francisco animó entonces “a los gobernantes de los países de tradición cristiana a que den buen ejemplo, cancelando o reduciendo en la medida de lo posible las deudas de los países más pobres”. Son palabras que se alinean con las propuestas respecto de la necesidad de evitar la crisis ecológica, de lograr la paz en el mundo, y de que un porcentaje de los recursos destinados a la industria de armamentos se oriente a crear un fondo que contribuya a combatir la pobreza. Francisco murió durante el Jubileo Ordinario del Año 2025, al cual convocó mediante la Bula titulada con una expresión del apóstol Pablo en la Carta a los Romanos (5,5). Lo hizo mirando un entorno desbordante de guerras en curso y de otras guerras por venir, y entonces eligió: “Spes non confundit (La esperanza no defrauda).

Y para no bajar las banderas de la esperanza, amerita recordar que Jorge Bergoglio, también Francisco, habló en más de una oportunidad de cuatro principios políticos que le sirvieron para desempeñar sus funciones. El primero: “La realidad es superior a la idea. Y aclaraba: “O sea, cuando te vas por los idealismos, perdiste…” El segundo: “El todo es superior a la parte” –decía, y recomendaba buscar siempre la unidad del todo. El tercero: “La unidad es superior al conflicto. Cuando vos privilegiás los conflictos, dañás la unidad.” El cuarto: “El tiempo es superior al espacio. Fijate que los imperialismos buscan ocupar espacios. La realeza de los pueblos, la grandeza de los pueblos es iniciar procesos: el tiempo es superior al espacio…”

Son cuatro principios, como se ve, animados por quien fuera la más grande personalidad de la historia argentina, y que ahora exige de creyentes y no creyentes cierta continuidad esperanzada en la medida de su ausencia.

FUENTE YAHORAQUE.COM