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Huevos de Pascua, el origen de una costumbre que no se pierde

Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. Los primeros cristianos consideraron al huevo como un símbolo de la resurrección de Jesús.
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No existe una historia unificada para contar el origen del huevo de Pascua. Su historia se remonta, incluso, a la época de los egipcios. Pero, como se conoce hoy, como una golosina, empezó a contarse en Francia durante el siglo XVI, cuando fue entregado en el Palacio de Versalles al rey Francisco I un huevo hecho de chocolate que, según, tenía tallado en su interior una representación de la Pasión de Cristo.

Pero, ya en los siglos XVII y XVIII, igualmente en Francia, se solía ofrecer a los monarcas cestas cargadas de huevos naturales coloreados en señal de la Resurrección de Cristo. Cada color tenía un significado, algunos eran rojos para simbolizar la sangre de Cristo. Otros tonos, eran el azul, color de la época pascual de la Iglesia, el amarillo para simbolizar la luz del día de resurrección o púrpura para rememorar la Pasión

Algunos registros dicen que en 1820 pastelerías francesas realizaban huevos de pascua recubiertos con una masa de azúcar y que no fue sino hasta principios de 1900 cuando se trabajaron con manteca de cacao y posteriormente con chocolate. Y, ciertas documentaciones le atribuyen el huevo de chocolate a Joseph Fry, quien en 1873 elaboró uno para la marca inglesa Cadbury’s.

¿Por qué un huevo de pascua?

Varias teorías constatan la procedencia del huevo como obsequio por ser símbolo de fertilidad, vida y renovación. Además, juega un papel importante en las celebraciones de la llegada de la primavera, en el hemisferio norte, que coincide con la Semana Santa Cristiana.

Civilizaciones antiguas como la egipcia ya acostumbraban a regalarlos pintados con tintas naturales, durante ocasiones especiales. En China, 5000 años antes de Cristo, se regalaban en señal de amistad huevos teñidos de rojo, que significa larga vida y felicidad, durante las fiestas del equinoccio de primavera. También, en la civilización persa se intercambiaban huevos dorados decorados detalladamente.

Para la religión cristiana, los huevos de Pascua tuvieron su aparición en el siglo XIII. Como eran un alimento prohibido por la Iglesia durante la Cuaresma, los pintaban para conservarlos con una capa fina de cera líquida. Al terminar la Cuaresma se regalaban afuera de las iglesias como motivo de celebración por la resurrección de Jesús.