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La trama del ataque: aviones furtivos B-2 Spirit, con ojivas GBU-57 de 13 toneladas, que explotan a 60 metros de profundidad

Pese al hermetismo, se sabe que en el ataque a las plantas nucleares iraníes, con buena parte de sus estructuras subterráneas, se usaron las bombas "antibúnkeres". Pesa 13 toneladas, y recién luego de perforar hasta el nivel de precisión establecido, detonan al detenerse.
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Estados Unidos ejecutó un ataque «devastador» contra tres instalaciones claves en el desarrollo nuclear de Irán, operación de altísimo riesgo que según los especialistas militares fue ejecutada con los bombarderos furtivos B-2 Spirit, indetectables para casi todos los radares, cada uno de ellos cargando dos bombas «antibúnkeres», que penetran la tierra sin estallar y solo detonan cuando se detienen, a la profundidad establecida en su programación. El propio Donald Trump confirmó que el operativo fue «un éxito militar espectacular” y que todas las aeronaves regresaron a sus bases sin incidentes.

Los blancos fueron tres sitios emblemáticos del programa nuclear iraní: las plantas de Fordow, Natanz e Isfahán. Cada uno de esos lugares cumple funciones estratégicas distintas, pero con un mismo objetivo: avanzar en el enriquecimiento de uranio, para llegar a la bomba nuclear. Según lo declaró el presidente norteamericano, esas instalaciones «fueron completamente destruidas» por las bombas lanzadas desde los B-2.

El caso más sensible fue el de Fordow, una instalación subterránea construida bajo una montaña y protegida por varias capas de hormigón armado. Se trata de un sitio concebido para resistir ataques convencionales y allí en 2023 se detectaron partículas de uranio enriquecido al 83,7 %. Natanz, por su parte, es el centro más conocido del programa: posee miles de centrifugadoras distribuidas entre edificios superficiales y subterráneos. Isfahán, en tanto, es una planta de conversión que produce los gases necesarios para alimentar los procesos de enriquecimiento de las otras dos centrales.

El bombardero B-2 Spirit: precisión, sigilo y autonomía global

El B-2 Spirit es una de las aeronaves más sofisticadas del arsenal estadounidense. Diseñado por Northrop Grumman y operativo desde 1997, su tecnología de sigilo (stealth) le permite atravesar espacio aéreo hostil sin ser detectado. Puede volar más de 11.000 kilómetros sin necesidad de repostar, y cuenta con la capacidad de cargar hasta 18 toneladas de armamento. En el caso de las GBU-57, puede llegar a portar dos de esas armas letales.

El Spirit lleva dos pilotos, está equipado con sistemas de navegación por satélite, protección contra interferencias electrónicas y una cabina reforzada para soportar condiciones extremas. Solo existen 21 unidades de ese avión en el mundo, lo que muestra su exclusividad estratégica. Ya ha participado en campañas aéreas en Kosovo, Afganistán, Irak y Libia, y ahora, por primera vez, en una operación directa sobre Irán.

GBU-57/B MOP: la bomba antibúnkeres

Y la otra gran protagonista de los ataques estadounidenses fue la enorme bomba GBU-57/B, llamada Massive Ordnance Penetrator (MOP), que pesa 13.600 kilogramos y fue específicamente diseñada para destruir instalaciones no solo subterráneas, sino bajo toneladas de roca u hormigón. No contiene carga nuclear: utiliza más de 2.400 kg de explosivo convencional encapsulado en una estructura de acero de alta densidad.

Llamada

Su capacidad de penetración le permite atravesar hasta 60 metros de terreno o 18 metros de hormigón reforzado antes de detonar: recién explota cuando se ha detenido, por lo que su efecto a nivel subterráneo es demoledor. Esta bomba fue desarrollada con el propósito explícito de eliminar sitios como Fordow sin recurrir a armamento atómico, y solo puede ser transportada y lanzada por los B-2, dado su peso y dimensiones.

El severo mensaje político

Trump afirmó que se lanzó una “carga completa” sobre Fordow. Según los expertos, implicó un uso intensivo del armamento más destructivo del inventario convencional estadounidense. Aunque ni la Casa Blanca ni el Pentágono brindaron mayores detalles, fuentes del sector defensa en Washington sostienen que la selección de blancos fue coordinada con Israel y respondía a un cálculo conjunto sobre la viabilidad de la ofensiva.

Desde hace meses, las Fuerzas de Defensa de Israel vienen presionando por la autorización del uso de la GBU-57 en Irán, dado que su propia flota carece de los medios para perforar estructuras tan profundamente reforzadas.

La elección de la combinación B-2 Spirit + GBU-57 responde a una lógica militar. Sin embargo, también se trata de un mensaje político calculado hacia Irán, y el resto del mundo: Estados Unidos mantiene intacta su capacidad de disuasión de largo alcance. En un contexto de creciente presión internacional sobre el programa atómico de Teherán, la operación refuerza la postura de Washington de que no tolerará avances nucleares sin consecuencias. La pregunta que queda abierta no es si el ataque fue exitoso -Trump ya lo confirmó-, sino si la demostración de fuerza bastará para frenar la escalada o, por el contrario, acelerará una represalia que profundice el conflicto regional.

Fuente Perfil