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Miguel Jiménez contó su versión en torno a la muerte de Marito Salto

El acusado, de ser el presunto autor intelectual del secuestro y homicidio del niño, deslindó todo tipo de responsabilidad con respecto a la acusación
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Miguel Ángel Jiménez tuvo oportunidad hoy de brindar su declaración ante el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal, que lo juzga por el crimen de Mario Agustín Salto, oportunidad en la que brindó detalles de la relación que mantenía con la familia de la víctima y cuál fue su participación en el proceso investigativo.

         A diferencia de lo que sucedió cuando comenzaron las audiencias en diciembre pasado, en que se abstuvo de declarar, ahora permaneció más de dos horas hablando ante los magistrados y las partes.

         El imputado recordó que el día de la desaparición del menor se encontraba en la capital santiagueña por trámites personales. Esa noche, recibió un llamado telefónico de uno de los tíos de Marito, quien le solicitaba que les prestara su lancha para buscarlo en la represa, pues temían que se hubiera ahogado en ella.

         En cuanto al día del hallazgo de los restos en la periferia de Quimilí, dijo que acudió al enterarse a ese lugar y allí estuvo dialogando con los familiares del chico.

         Transcurrido un tiempo, el declarante fue el nexo entre los investigadores y una vidente que viajó desde Córdoba a Quimilí. En su casa se reunieron aquella con parientes del asesinado y luego hicieron recorridos por distintos puntos de la ciudad en uno de sus vehículos.

En reiterados ocasiones, se refirió al vínculo que él mantenía con algunos miembros de la familia Salto, a quienes dijo que siempre procuró ayudar en el esclarecimiento del secuestro y asesinato de Marito.

         En otro tramo de su declaración, detalló el procedimiento que se efectuó en su vivienda y en la que se secuestraron diversos objetos, que fueron incorporados como pruebas en el expediente.

         Además, reconoció ser devoto de San La Muerte, pero aseveró que no realizaba ningún tipo de prácticas rituales satánicas, proclamándose católico practicante.

         Por otra parte, admitió conocer a varios de los imputados en la misma causa, con excepción de Daniel Tomás Sosa y de la víctima.

         Luego de un cuarto intermedio, comenzaron a comparecer los testigos citados para esta jornada. El primero fue Cristian Cevilan, quien estaba a cargo de la operación del sistema de cámaras de seguridad  instaladas en distintos lugares de Quimilí.

         En tanto, Rafael García, quien era el funcionario municipal responsable del funcionamiento y mantenimiento de las cámaras, explicó que entregó a los investigadores el disco rígido con filmaciones de lo que se registró en esos días. Algunas horas más tarde, volvieron porque no podían ver las imágenes, por lo que el testigo realizó un trabajo técnico que permitió recuperarlas.

         Después testificó un chofer de patrulleros de la Departamental 12, Hugo Vicente, que contó que acompañaron a la mamá de Marito y a su entonces pareja, Jorge Figueroa, hasta la represa donde éstos habían hallado la bicicleta y los elementos de pesca que había llevado en horas de la tarde desde su casa.

         A continuación, la defensora de Sosa solicitó la ampliación de indagatoria de su representado y luego un careo con el efectivo mencionado. Es que el enjuiciado sostuvo que Vicente habría estado presente cuando fue interrogado en sede policial, momento en que habría sido sometido a apremios ilegales.

         Finalmente, el jardinero Jonathan Silva expresó que en la tarde del 31 de mayo estaba juntando leña en inmediaciones de la represa. Desde donde se encontraba, vio pasar a un chico en una bicicleta y también a un auto negro, sin chapa patente y vidrios polarizados.