“Somos viejos, no peligrosos”, gritó una manifestante mientras escapaba del humo. Este miércoles, como cada semana, jubilados y organizaciones sociales volvieron a marchar frente al Congreso para exigir una suba en los haberes mínimos, el restablecimiento de la movilidad jubilatoria, la restitución plena de medicamentos y el freno al vaciamiento del PAMI.
Pero la jornada terminó en represión: efectivos de la Policía de la Ciudad aplicaron el protocolo antipiquetes con balas de goma, gases lacrimógenos y al menos tres detenciones confirmadas. Según denuncias de organismos de derechos humanos, algunos manifestantes fueron marcados con pintura para ser identificados y reducidos.
El epicentro del operativo fue el cruce de Avenida de Mayo y Montevideo, donde una columna de al menos cien personas fue interceptada por personal policial que les exigía liberar los carriles. En medio del forcejeo, comenzaron las detenciones. Según denunciaron desde organismos de derechos humanos, algunos manifestantes fueron marcados con pintura para ser identificados más tarde. La policía impidió además el ingreso a las inmediaciones del Congreso a toda persona que no fuera legislador, trabajador acreditado o prensa.
La protesta no solo reclama mejoras en los haberes -que en agosto llegarán a apenas $314.305-, sino también rechaza el veto presidencial que Javier Milei prometió aplicar sobre el proyecto de aumento aprobado por el Congreso. Los carteles resumían el clima: “El FMI no se jubila, nosotros sí”.
También hubo duros cuestionamientos al vaciamiento del sistema previsional y a la falta de acceso a medicamentos básicos. “No se trata de un reclamo político, se trata de sobrevivir”, dijo una de las organizadoras al finalizar la jornada. Desde la convocatoria advierten que el ajuste está golpeando especialmente a los adultos mayores, uno de los sectores más vulnerables del país.
La escena se repite, pero cada vez con más crudeza: jubilados reprimidos por reclamar lo que trabajaron toda su vida. Y mientras el Gobierno insiste con criminalizar la protesta, crece el malestar entre quienes ya no tienen tiempo para esperar. La semana que viene, la movilización volverá. Y, como ellos mismos dicen, “si no salimos a la calle, nos borran”.
Fuente Página12
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