A tres meses de su estruendosa salida del ministerio de Economía, Martín Guzmán reapareció con un discurso de mucha gestualidad en un panel económico de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Desde ese evento, que se desarrollo en Nueva York, el ex funcionario criticó la política de sobretasas que aplica el Fondo Monetario Internacional (FMI), y en un mensaje indirecto, pareció hablarle al actual ministro de Economía, Sergio Massa, al decir que encarar «una consolidación fiscal estricta basada en las típicas políticas de austeridad, trae efectos adversos que pueden ser económica y socialmente desestabilizantes». En paralelo, se quejó de que el Congreso sigue sin tratar el proyecto de Renta Inesperada, que entiende es útil para redistribuir recursos en la crisis.
Estas declaraciones se inscriben en un escenario en el cual Massa viene en un proceso de ordenamiento de los gastos del Estado. Y el mensaje de Guzmán también se remonta a que durante su gestión había sido cuestionado por diferentes sectores del Frente de Todos por la aplicación de políticas de austeridad en pos de cumplir con las metas comprometidas con el FMI.
El ex ministro de Economía fue invitado por la Organización de Naciones Unidas a dar apertura y disertar en el panel sobre “World Economic Situation and Perspectives 2023”, este lunes 3 de octubre. Guzmán fue invitado a dar el leading speech (discurso líder), titulado “Abordando las crisis macroeconómicas y de deuda luego de 4 décadas de una globalización mal administrada, Covid-19 y guerra.
En el panel, Guzmán empezó hablando de los efectos de la guerra en Ucrania, para ir tocando a la vez cuestiones de la esfera local. «En Argentina, cuando fui ministro de Economía, presentamos un proyecto de ley de Renta Inesperada para atacar el impacto desigualador que generó la guerra en Ucrania. Otros países han adoptado iniciativas similares. El proyecto aún no ha sido tratado por el Congreso», expresó. En el entorno de Guzmán ven a ese punto como central porque entienden que, de aprobarse, podría servir para redistribuir entre los sectores más golpeados por la crisis.
En esa línea, aseguró que «hoy la principal preocupación de los bancos centrales y de los ministros de economía de los países del G20 es la inflación», y agregó que «la ola de contracción de las políticas monetarias que estamos viviendo va a agravar las tensiones sociales y políticas en todo el mundo».
Respecto al ordenamiento de las cuentas, pareció hablar de los global pero también de Argentina. «Va a haber casos de países que lleven adelante procesos de reestructuración de la deuda soberana que igual tendrán que efectuar una consolidación fiscal, porque si estamos en una situación en la que no hay financiamiento y hay un déficit fiscal primario, la consolidación fiscal sigue siendo necesaria, pero tiene que ser con crecimiento, y en ese caso es fundamental definir prioridades para el uso de los recursos del Estado», expresó. Y deslizó algo que podría ser leído, también, como una crítica al kichnerismo que no apoyó la negociación con el FMI: «Lo difícil en el proceso de reestructuración de deudas -dijo- es crear el sentido común nacional, el apoyo social y político a una propuesta que sea eficaz para restablecer la sostenibilidad de la deuda cuando sea necesario».
Asimismo, cuestionó al FMI por la política de sobrecargos, a la que consideró «sin sentido por donde se la mire. Es regresiva y aumenta la inestabilidad global». Y recordó que «en 2021, en septiembre cuando aún era ministro, pusimos esta discusión en la mesa de los foros internacionales y hubo una reunión formal del Directorio del FMI en la que más del 60 por ciento de los votos de los miembros estuvo a favor de revisar la política de sobrecargos de algún modo, pero seis sillas del directorio del estuvieron en contra, la oposición principal proviene del Tesoro de los EE.UU».
Y concluyó que «los argumentos que se ponen para no modificar la política de sobrecargos no tienen sentido. Uno de ellos tiene que ver con el riesgo moral. Se plantea que los sobrecargos son para que los países no tengan incentivos a tomar prestado demasiado del FMI o a tener relaciones de endeudamiento con el organismo que duren mucho… ¿pero qué país quiere quedarse mucho tiempo en el fondo? Yo por ejemplo quisiera que la Argentina jamás se hubiese endeudado con el FMI». Agregó además que «cuando nosotros asumimos el gobierno en 2019, mi propuesta al Presidente fue no tomar un solo dólar adicional de deuda con el FMI, cuando aún faltaban desembolsarse 11 mil millones de dólares del programa de préstamo SBA acordado en 2018, y eso fue lo que se hizo».
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