El presidente de El Salvador Nayib Bukele buscará ser reelecto el mes próximo sin haber podido atraer inversiones extranjeras pese a que su gobierno logró bajar la violencia criminal de las pandillas en los últimos dos años.
Si bien es cierto que los homicidios bajaron, la inversión extranjera no repuntó, y de hecho hasta retrocedió en relación con los datos históricos.
Es que los inversionistas no solo miran la tasa de homicidios para tomar decisiones, sino que también analizan otros escenarios, como el Estado de derecho, el sistema judicial y la previsibilidad de las reglas. Se fijan asimismo en los costos de la energía y del transporte, y en el perfil de los trabajadores.
El resultado que arrojan las cifras más recientes del Consejo Monetario Centroamericano dan cuenta que El Salvador es el país con menos inversión extranjera al segundo trimestre de 2023, muy por debajo de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
El Banco Central de Reserva estimó que al tercer trimestre de 2023 la inversión extranjera directa (IED) en El Salvador era el 1,66 por ciento del PIB, una cifra que está lejos del 7,56 por ciento de 2017, y ni hablar del 17,96 por ciento de 2007.
Estos números se condicen con los del Banco Mundial sobre IED en El Salvador, que muestran una transición a la baja, de 800 millones de dólares a favor, en 2021, a 388 mil dólares en contra, en 2022.
Si bien la tendencia fue revertida en 2023, con 262 millones de dólares en IED en el primer semestre de ese año, expertos sostienen que son cifras demasiado bajas para las expectativas del país.
Deberían llegar a alrededor de 1.000 millones de dólares para elevar la tasa de crecimiento.
Para revertir esta situación, la administración de Bukele presentó en Costa Rica 200 proyectos que requieren inversión extranjera y están previstas iniciativas de desarrollo con préstamos del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y aportes de cooperantes extranjeros.
En marco interno es que se consiguió un incremento en el turismo, la tasa de desempleo se mueve en torno del 5 por ciento, y tiene una inflación, que en 2023 fue de solo un 1,2 por ciento, de las más bajas de América. Su economía está dolarizada.
Aún así el riesgo país continúa muy elevado.
Uno de los déficits de El Salvador es que se volvió un país caro en comparación con Guatemala y Honduras.
De todos modos, la seguridad había sido uno de los factores incidentes en las anteriores pobres cifras macroeconómicas salvadoreñas y haberla mejorado convierte en una cuestión de tiempo que surta efecto en el ánimo inversor.
El expresidente del Banco Central de la Reserva (BCR), Carlos Acevedo, atribuye la rémora a que falta una política de Estado que las atraiga. «La apuesta del Gobierno debe ser reactivar la economía y necesita atraer inversión en serio”, dijo al diario El Mundo.
Fuente: NA
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