Cientos de diputados de Myanmar estaban bajo arresto, confinados en el complejo donde viven y rodeados por tropas luego de el Ejército diera el lunes un golpe de Estado y detuviera a los principales políticos, entre ellos la líder del Gobierno, Aung San Suu Kyi.
«Tenemos comida, pero no podemos salir del recinto», dijo una diputada a la agencia de noticias AFP, que describió como un «centro de detención al aire libre», la situación del complejo de viviendas donde residen los legisladores en la capital, Naipyidó.
Otro de los diputados detenidos dijo que él y otros 400 pasaron la noche sin poder dormir, preocupados de que puedan ser llevados a otro lugar, aunque fuera de esos temores estaban bien.
Pudieron hablar entre sí dentro del complejo y comunicarse con el exterior por teléfono, dijo el legislador, que pidió no ser identificado por miedo represalias, informó la cadena de noticias CNN. El diputado dijo que Suu Kyi, de 75 años, no estaba con ellos.
La policía estaba posicionada dentro del complejo, donde hay diputados de la Liga Nacional para la Democracia (LND), de Suu Kyi, y otros partidos menores, agregó.
La diputada detenida dijo a AFP que Suu Kyi y el presidente de la República, Win Myint, están «bajo arresto domiciliario» en la capital, pero que el Ejército no había revelado ninguna información sobre su paradero.
La LND pidió en Facebook la «liberación» inmediata de la Premio Nobel de la Paz de 1991 y de otros líderes del movimiento, denunciando una «mancha en la historia del Estado y del Ejército» de Myanmar, la ex-Birmania.
El golpe de el lunes ocurrió el mismo día en que los legisladores habían confluido en Naipidó para la inauguración de las sesiones del Parlamento surgido de las elecciones legislativas del 8 de noviembre pasado.
El Ejército dijo que la toma del poder se hizo necesaria porque el Gobierno liderado por Suu Kyi no hizo nada ante sus denuncias de fraude en los comicios, en los que la LND aplastó a la agrupación apoyada por los militares. El Ejército dijo que tomará el control del país por un año para luego celebrar elecciones «libres y justas».
Sin embargo, la decisión fue duramente condenada por la comunidad internacional, que exige la liberación de todos los detenidos políticos.
El golpe constituyó una abrupta marcha atrás en el complicado proceso de retorno a la democracia de esta nación del sudeste asiático tras casi medio siglo de dictadura desde su independencia en 1948. Veinticuatro horas después del golpe, la gente tenía miedo a hablar por temor a represalias, informó AFP.
«La gente no va a salir a la calle a manifestarse. Todo el mundo sabe que los soldados están armados y pueden disparar», dijo Maung Mu, un vendedor de periódicos en Rangún, la ciudad más grande del país.
Sin embargo, no había señales de una presencia militar significativa en Rangún, capital económica nacional, de más de 5 millones de personas, lo que demuestra la confianza de los militares en su control del país, según observadores.
Las conexiones telefónicas y el acceso a Internet, que se habían interrumpido el día anterior, volvieron a funcionar, los bancos reabrieron, pero el aeropuerto internacional seguía cerrado.
Sin embargo, los mercados y las calles, que en general estaban animados a pesar de la pandemia de coronavirus, estaban más tranquilos que de costumbre. Por el momento, los generales guardaron silencio ante las fuertes condenas del extranjero.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió a la comunidad internacional que «hable con una sola voz para exigir que el Ejército birmano abandone el poder inmediatamente», y la ONU y la Unión Europea condenaron unánimemente el golpe.
Por el contrario, China se negó a criticar a nadie, limitándose a pedir a todas las partes que «solucionen sus diferendos». Para este martes está prevista una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el golpe.
Fuente Telam
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