El doloroso pasado de racismo en Canadá regresó esta semana para espantar a esa nación con un macabro hallazgo.
Un experto descubrió los restos humanos el pasado fin de semana utilizando un georradar en el lugar donde se encontraba el internado, cerca de Kamloops, en la provincia occidental de Columbia Británica, según anunció la comunidad aborigen Tk’emlups te Secwepemc, en un comunicado de prensa.
“Algunos apenas tenían tres años”, dijo Rosanne Casimir, jefa de la comunidad, sobre los niños.
Según ella, su muerte, cuya causa y fecha se ignoran, nunca fue registrada por la dirección del internado, aunque su desaparición ya había sido mencionada en el pasado por miembros de esa comunidad.
Se espera que los resultados preliminares de la investigación se publiquen en un informe en junio, dijo Casimir.
Mientras tanto, la comunidad está trabajando con el médico forense y los museos de la provincia para tratar de arrojar luz sobre el hallazgo y encontrar cualquier documentación relacionada con las muertes.
“Me rompe el corazón por las familias y comunidades afectadas por esta trágica noticia”, escribió en Twitter la ministra de Relaciones Indígenas de Canadá, Carolyn Bennett.
El antiguo internado, gestionado por la Iglesia católica en nombre del gobierno canadiense, fue una de las 139 instituciones de este tipo creadas en el país a finales del siglo XIX. Se inauguró en 1890 y llegó a tener 500 alumnos en la década de 1950. Se cerró en 1969.
Unos 150.000 niños amerindios, mestizos e inuit fueron reclutados a la fuerza en estas escuelas, donde fueron apartados de sus familias, su lengua y su cultura.
Muchos fueron sometidos a malos tratos o abusos sexuales, y al menos 3.200 murieron, en su mayoría de tuberculosis, según las conclusiones de una comisión nacional de investigación.
En 1910, el director de la institución de Kamloops se quejó de que el gobierno canadiense no proporcionaba suficientes fondos para “alimentar adecuadamente a los estudiantes”, según la declaración de la comunidad.
Ottawa se disculpó formalmente con los supervivientes de los internados en 2008 como parte de un acuerdo de 1.900 millones de dólares canadienses (1.300 millones de euros).
Estos últimos fueron víctimas de un “genocidio cultural”, según concluyó la comisión nacional de investigación en 2015.
En días recientes, el primer ministro de esa nación Justin Trudeau, dijo que crearía una comisión de verdad y reconciliación para tratar el tema de los niños muertos, contar a sus familias la verdad y darles digna sepultura. Parte de su intención es identificar dónde murieron los menores, encontrar sus tumbas y poder volverlos a enterrar. Sin embargo aún no está claro de dónde saldrían los fondos para dicho proyecto y eso es en parte lo que ha generado la demora.
Algunos de los expertos dicen que muchas de las tumbas masivas están bajo estacionamientos o lugares comerciales, lo que hará más difícil la tarea de exhumarlos.
Los defensores de derechos de los niños que han estado detrás de esta batalla por lograr justicia lograron identificarlos a todos los menores desaparecidos durante ese periodo y han podido reconstruir sus cortas vidas para darles respaldo emocional y legal a sus familiares.
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