La Cámara de Representantes de Estados Unidos sancionó este martes, a partir de un acuerdo transitorio entre demócratas y republicanos, la suba temporal del tope de endeudamiento externo para evitar un default que habría desencadenado una recesión y agitado los mercados mundiales.
El avance, que le dará aire al menos hasta principios de diciembre a la administración de Joe Biden, porque permite agregar otros 480.000 millones de dólares al límite de endeudamiento disponible, se dio a apenas seis días de que el país ya no pudiera pedir dinero o pagar préstamos por primera vez en su historia.
La decisión fue aprobada por 219 votos a favor y 206 en contra, y el jueves había logrado el visto bueno del Senado, por lo que solo resta la promulgación de parte de Biden.
En realidad, el acuerdo llegó la semana pasada y por eso se logró la aprobación en el Senado en base a una ampliación del techo de deuda pública, pero muy limitada y solo para llegar a fin de año.
Esa propuesta había sido inicialmente rechazada por la administración demócrata semanas atrás, pero la cercanía de la fecha límite terminó generando su aceptación, como una forma de ganar tiempo.
La propuesta incluía algo vital para el oficialismo: que la ampliación del límite de la deuda pudiera ser aprobada por una mayoría simple, de modo de que ante un previsible empate en 540 votos -los que tiene cada bancada en Senado- la vicepresidenta Kamala Harris pudiera usar su voto de desempate, aunque luego no fue necesario apelar a esa instancia.
Con el plazo final del 18 de octubre más cerca, Biden había hecho público su molestia con la oposición republicana que se negaba a aprobar el aumento del límite del endeudamiento público, pero también con algunos oficialistas que rechazan uno de sus principales proyectos económicos, su ambicioso plan de infraestructuras, que sigue frenado en el Congreso.
La preocupación llegó a tal punto en la Casa Blanca que Biden se reunió el miércoles último con CEOs de empresas estadounidenses para defender la necesidad de aumentar, una vez más, el techo de la deuda pública, y presionar a los republicanos desde el lado que más los incomoda: el sector privado.
Hace 10 días la secretaria del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, le había pedido oficialmente al Congreso que aumentara el límite de endeudamiento del Gobierno antes del lunes 18, cuando vence el límite actual, y fue contundente al afirmar que, si esto no pasaba, el país podría entrar en una crisis financiera y una recesión sin precedentes.
La Cámara de Representantes votó a favor del aumento del techo de la deuda, el Senado ya lo había hecho la semana pasada
“Es atroz que nuestra nación se encuentre en esta situación, pero debemos tomar medidas inmediatas para abordar el límite de la deuda y garantizar que se mantenga intacta la plena fe y confianza crediticia en Estados Unidos”, señaló el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, el demócrata Steny Hoyer.
La jefa de la Cámara, Nancy Pelosi, fracasó en su intento de lograr una aprobación con una mayoría abrumadora, como un mensaje de fortaleza frente al riesgo de una crisis
Igualmente, advirtió que si a largo plazo el tope de deuda no es aumentado de forma importante, el impacto económico será “enorme” y el país podría perder “seis millones de empleos”.
“La suspensión de pagos provocaría una onda expansiva a través de los mercados financieros mundiales”, alertó.
La economía estadounidense parece comenzar a recuperarse recién ahora de manera estable después de las marchas y contramarchas del último año de la Presidencia de Donald Trump con la pandemia y los repetidos brotes de coronavirus que forzaron a gobernadores e intendentes a imponer restricciones y cuarentenas.
En la nueva negociación el oficialismo no solo tendrá que lograr el aumento del techo de la deuda pública para seguir funcionando el próximo año, sino que antes del 3 de diciembre debe, además, tener aprobado y promulgado el nuevo presupuesto.
Si el Gobierno de Biden no consigue ninguno de estos objetivos, no solo entraría en un default, sino que además enfrentaría un «cierre del Gobierno», una figura que en Estados Unidos explica cuando el Ejecutivo se queda sin fondos y debe cerrar todas las oficinas no consideras estratégicas y envía a sus casas, sin sueldos, a miles de empleados federales.
La última vez que esto sucedió fue durante el Gobierno del también demócrata Barack Obama, luego de perder el control del Congreso y enfrentar una férrea oposición de los republicanos en el Capitolio, que llevó incluso a años de una virtual parálisis legislativa.
Fuente Telam
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