Estando aquí en Ucrania durante toda la guerra, es difícil decir que este conflicto esté congelado, incluso desde el enfoque de la teoría internacional de relaciones y conflictos internacionales.
Porque las fuerzas rusas, de acuerdo con datos de los últimos dos meses, pierden hasta 1.000 soldados por día, según la inteligencia ucraniana. Básicamente, están perdiendo entre 25.000 y 35.000 soldados cada mes.
Las pérdidas ucranianas, por ahora, son cinco veces menores que las rusas. Así que actualmente estamos perdiendo entre 50 y 200 personas por día. De modo que no podemos considerar que este conflicto esté congelado.
Y durante el último año, a partir de febrero de 2023, los rusos, pese a su superioridad numérica y militar, solo lograron ocupar el 1% al 1,2% del territorio ucraniano. Esto bajo el costo humano de perder más de 200.000 personas entre muertos y heridos. Así que, categóricamente, puedo afirmar que el conflicto es muy dinámico.
Es mucho más activo que muchos otros conflictos en el mundo, que son más adecuados para ser llamados «congelados», pero no aplica para lo que es la agresión rusa contra Ucrania.
Mi testimonio para la Argentina lo comparto desde Kiev, ciudad que es un objetivo atacado con bastante frecuencia por misiles y drones rusos. Aquí durante todo 2022 y 2023 la guerra se ha
sufrido mucho, aunque evitaré detalles que son muy trágicos desde el punto de vista humanitario.
Vivimos con el horror de una guerra cruel, y no dejamos de sufrir día y noche. Todas las noches sigue el toque de queda, las alarmas; se sienten las detonaciones y el temor en la población civil de ser atacada es constante.
Y esto resulta en un gran sufrimiento, también en limitaciones. La ayuda humanitaria que llega de diferentes partes del mundo es compleja gestionarla; hoy el apoyo de gran parte de la comunidad internacional es muy importante.
Aquí voluntarios, familias de los soldados que están en el frente, todos están activos para cooperar en afrontar los desafíos diarios de supervivencia y hacer frente a la vida cotidiana, que se ve impactada por las consecuencias de la guerra. Y el factor emocional es clave, sabemos que esta guerra seguirá así y por mucho tiempo.
Ya que no vemos ninguna disposición por parte de Rusia a iniciar ningún tipo de negociación. No vemos ninguna disposición del lado ruso a cesar su ofensiva. Y no vemos ninguna disposición por parte de nuestros aliados occidentales para ejercer presión sobre Moscú y brindar a Ucrania la ayuda posible y necesaria para ganar la guerra.
Podemos citar al ministro de Defensa francés, que se comprometió a apoyar a Ucrania con varias decenas de miles de drones anti-infantería para finales de 2024. Misma postura podemos
ver en nuestros aliados bálticos; sabemos que contamos con el apoyo de los países del norte de Europa. Y en esta misma línea sabemos del apoyo también de los británicos e incluso de Japón y Corea del Sur.
Pero creo que en estos momentos Estados Unidos es quien está fallando, quien está decepcionando a sus propios socios occidentales; no podemos interpretar que EE.UU. sea el líder de la coalición occidental. Son otros los países que están mostrando determinación para apoyar a Ucrania. Pero por supuesto, las capacidades y aportes de otros países no pueden sustituir la ayuda estadounidense. Desafortunadamente, sus sistemas industriales y sus economías no están a la altura de todo lo que EE.UU. puede proporcionar a Ucrania, especialmente si hablamos de sistemas militares de alta tecnología.
¿Qué podemos esperar de Trump? Biden es un socio mucho más predecible para Ucrania
Valoramos lo que hoy las autoridades estadounidenses están haciendo, pero vemos a países europeos más asertivos con su compromiso para ayudar a Ucrania. Con esta realidad, es posible
concluir que EE.UU. flaquea y contrasta con la firmeza de los europeos.
¿Qué podemos esperar sobre Donald Trump? Bueno, si llega al poder, debemos de tener en cuenta su naturaleza. En muchos puntos es impredecible, tiene en su naturaleza muchas contradicciones y por ello Joe Biden es un socio mucho más predecible para Ucrania.
Con Biden sabemos como cooperar, como trabajar con él; sabemos de sus intereses y prioridades estratégicas que ha trazado para Estados Unidos.
Pero en el caso de Donald Trump, en su lógica está el caos en las relaciones internacionales. Varios elementos y eventos podemos leer en su mandato que nos permiten saber de sus formas
intempestivas. Recordemos, por ejemplo, sus supuestas relaciones con el régimen sirio de Bachar al-Assad. Cuando al-Assad utilizó armas químicas, Trump reaccionó con una andanada de misiles Tomahawk, con artillería y con más contingentes sobre el terreno.
Pero luego de esta primera reacción agresiva mutó a la nada, a abandonar el asunto. Sus movimientos exponen que en muchos casos no persigue una estrategia.
Y puntualmente en el tema Siria, su reacción fue emocional y hasta con objetivos mediáticos sin perseguir resultados estables o duraderos como en el caso de al-Assad. O recordemos el caso de Hassan Suleymany, el general iraní que fue asesinado por orden de Trump, en un ataque aéreo contra su columna de vehículos.
Lo mismo ocurre, por ejemplo, con la relación de Trump con Vladimir Putin: según el ex mandatario estadounidense, el líder del Kremlin era «el mejor líder político del mundo». Y sin embargo, tiempo después, el mismo Trump impuso nuevas sanciones a Rusia.
Hablamos del mismo Trump le dio jabalinas a Ucrania; el Donald Trump que se retira de varios acuerdos con Rusia. El que convirtió a decenas de diplomáticos rusos en personas no gratas en EE.UU. Pero de cara a un nuevo mandato, si Trump asume el poder otra vez en la Casa Blanca, todavía no podemos estar seguros de qué políticas implementará hacia Ucrania y Rusia.
Los elementos que tenemos hoy para analizar esto son las propias palabras de los líderes, sus últimos discursos y declaraciones. Por ejemplo, Putin elogió a Biden como el próximo presidente de los Estados Unidos porque en Moscú se sienten más cómodos teniendo a Biden que a otro presidente en la Casa Blanca.
Después de esto, Trump dijo que Biden quiere vender Ucrania y solo Trump puede salvar a Ucrania de Rusia. Pero apenas unas semanas antes, Trump cantaba una canción diferente. Les estaba diciendo a todos que sería el único presidente que podría llevar a Rusia y Ucrania a la mesa de negociaciones, y que sería el único que pondría fin a esta guerra en 24 horas.
Así que no hay certezas, Trump es un hombre de inconsistencias en sus narrativas. Por más que en su apariencia, en lo que vende a la opinión pública, lo vemos impredecible tanto en sus
pensamientos. Y la inestabilidad también está presente en la dependencia de su propio estado emocional. Llamémosle, improvisación política, y esto puede derivar en cualquier escenario.
Por eso Trump no es fatal para Ucrania. Trump no es apocalíptico para Ucrania, pero es impredecible y ese es el principal problema.
Fuente: Oleksandr Kraiev es especialista en política internacional y experto sobre América del Norte y el Reino Unido en el Consejo de Política Exterior «Prisma Ucraniano». Además, es columnista de relaciones internacionales para varios medios de comunicación ucranianos e internacionales.
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