Más de 45.000 personas han muerto en el terremoto que sacudió Turquía y Siria, y se espera que el número de víctimas se dispare, con unos 264.000 apartamentos destruidos en Turquía y muchos desaparecidos mientras los equipos de rescate buscan señales de vida bajo los escombros.
Doce días después del sismo, trabajadores de Kirguistán intentaron salvar a una familia siria de cinco miembros de entre los escombros de un edificio en la ciudad de Antioquía, en el sur de Turquía.
Tres personas, entre ellas un niño, fueron rescatadas con vida. La madre y el padre sobrevivieron, pero el niño murió más tarde de deshidratación, dijo el equipo de rescate. Otras dos niñas fallecieron.
Diez ambulancias esperaban en una calle cercana que fue cortada al tráfico para permitir las labores de rescate.
Los trabajadores pidieron silencio absoluto y que todo el mundo se agachara o sentara mientras los equipos seguían subiendo a la parte superior de los escombros del edificio donde se encontraba la familia para escuchar cualquier otro sonido mediante un detector electrónico.
El número de muertos en Turquía asciende a 39.672 por el terremoto, la peor catástrofe moderna del país, mientras que la vecina Siria ha informado de más de 5.800 decesos. El número de fallecidos en Siria no ha variado desde hace días.
Mientras que muchos equipos de rescate internacionales han abandonado la vasta zona del terremoto, los equipos nacionales seguían buscando el sábado entre los edificios arrasados con la esperanza de encontrar más supervivientes.
Hakan Yasinoglu, de unos 40 años, fue rescatado en la provincia meridional de Hatay 278 horas después del terremoto de magnitud 7,8 que sacudió la zona el 6 de febrero, informó el Cuerpo de Bomberos de Estambul. Antes, Osman Halebiye, de 14 años, y Mustafa Avci, de 34, fueron salvados en la histórica ciudad turca de Antioquia.
Las organizaciones humanitarias afirman que los supervivientes necesitarán ayuda durante meses, ya que muchas infraestructuras esenciales han quedado destruidas.
En Siria, ya destrozada por más de una década de guerra civil, la mayor parte de las víctimas mortales se han producido en el noroeste, una zona controlada por los insurgentes que están en guerra con el presidente Bashar al-Asad, en un conflicto que ha complicado los esfuerzos para ayudar a las personas afectadas por el terremoto.
Miles de sirios que se habían refugiado en Turquía de la guerra civil de su país han regresado a sus hogares en la zona de guerra, al menos por ahora.
Ni Turquía ni Siria han dicho cuántas personas siguen desaparecidas tras el terremoto.
Las familias que aún esperan recuperar a sus parientes en Turquía están cada vez más enfadadas por lo que consideran prácticas de construcción corruptas y un desarrollo urbanístico deficiente que ha provocado la desintegración de miles de viviendas y negocios.
Uno de esos edificios fue el Ronesans Rezidans, que se desplomó en Antioquia y dejó centenares de muertos.
«Se dijo que era a prueba de terremotos, pero ya se ve el resultado», dijo Hamza Alpaslan, de 47 años, cuyo hermano había vivido en el bloque de apartamentos. «Está en unas condiciones horribles. No tiene ni cemento ni hierro en condiciones. Es un auténtico infierno».
Turquía ha prometido investigar a cualquier sospechoso de ser responsable del derrumbe de los edificios y ha ordenado la detención de más de 100 personas, entre ellos promotores inmobiliarios.
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