Hace unos días, en un diario de Madrid, se publicó un manifiesto firmado por un grupo de militares retirados en el que expresan «a los responsables de la defensa del ordenamiento constitucional, la destitución del presidente del gobierno y la convocatoria de elecciones generales» y no dudan en alertar a la ciudadanía en general de «la gravedad de la situación actual». En dicho manifiesto no podemos leer expresamente el pedido de la intervención del Ejército, pero sí lo dejan leer entre líneas, al recordar que la Constitución donde señala la obligación de las Fuerzas Armadas de garantizar la soberanía e independencia de España.
Dicho texto, que fue suscrito por militares de distintos empleos, armas y cuerpos, y que se adhirió la Asociación de Militares Españoles, denuncia el «deterioro» que padece la situación política actual y el «absoluto desprecio» de las instituciones. Muy ingenuos seriamos si pensamos que son solos los que firman los que piensan eso. Es claro que es un grupo más numeroso que se aprovecha de los “retirados” que no pueden ser sancionados por dichas expresiones.
Junto a ello, hace más de 10 días se viene manifestando la derecha en la puerta de la sede del PSOE en oposición a las negociaciones de la investidura de Pedro Sánchez, especialmente por el planteo de la amnistía. El sábado 18 de noviembre se convocaron en las mayorías de las plazas de ciudades importantes de España. Se habla de miles de personas en la Plaza Cibeles de Madrid convocados por más de un centenar de foros y asociaciones cívicas en contra de la amnistía y en defensa de la Constitución, una movilización que ha contado con la asistencia de los máximos responsables del PP, Vox y Ciudadanos, Alberto Núñez Feijóo, Santiago Abascal y Adrián Vázquez, respectivamente.
Hubo un lema que los une: «No en mi nombre: ni amnistía, ni autodeterminación. ¡Por la libertad, la unidad y la igualdad!», los organizadores de dicha concentración redactaron un manifiesto en el que manifiestan un proceso «deconstituyente» iniciado por una investidura «corrupta» de Pedro Sánchez y que, además de la amnistía, contempla un referéndum.
En dichas manifestaciones se observan jóvenes saludando con el gesto franquista de alzar la mano y sin prejuicios, cantado “Cara al sol” himno de la Falange Española. Jóvenes que nacieron en democracia, y que anhelan un pasado que no vivieron, pero que en su imaginario “fue mejor”.
En el año 2012, el gobierno de Mariano Rajoy, subió todos los impuestos, y al mismo tiempo, anunció una amnistía fiscal. Permitió perdonar el fraude a cambio de pagar solo el 10% del dinero no declarado. Al tiempo, el ministro Montoro decidió rebajar aún más la penalización. Ya no era un 10% del dinero no declarado, sino un 10% de los intereses que ese dinero negro había generado durante los últimos tres años.
Los defraudadores, en lugar de pagar el 10% como se había prometido, solo pagaron en promedio el 3% al fisco. Aunque luego el tribunal constitucional la anuló (2017) no tuve efectos prácticos porque ya estaba hecho.
Podemos observar entonces que, el malestar en la cultura o en la sociedad, sólo se manifiesta en ciertas cuestiones que atañen a una supuesta “unidad territorial” que la deberíamos pensar como indentitaria, sino no la entenderíamos. Esta unidad de identidad ligada a la permanecía del territorio como si fuera parte de un mismo cuerpo. No así, en lo económico que se mira para otro lado.
Junto a ello, es claro el enojo frente a un modelo político del eterno pactismo para quedarse en el poder. Claramente, se usaron las leyes de la democracia, pero habría que pensar, si una democracia manejada por unas elites partidarias que el fin sólo es el poder, no la aleja de las necesidades del pueblo.
Pedro Sánchez es un “hábil político” pero en el momento de pensar la economía sigue con los modelos económicos capitalistas que llevaron a España a una situación áspera. Es una izquierda tan líquida, que se olvidó de los principios y los criterios de defensa del Estado para una mejor vida de sus ciudadanos. Realizando así, el caldo de cultivo a estas derechas reaccionarias que hoy, se asientan en lo identitario y en la unidad territorial para manifestar su malestar. Fue elegido Presidente con el apoyo de muchos grupos parlamentarios llegando a obtener la mayoría de 179 escaños, pero no hay que perder de vista que solo dos grupos parlamentarios (derecha – Partido Popular y extrema derecha – Vox) que se opusieron con 171 escaños. La democracia no tiene margen para seguir siendo un juego de políticos que discuten entre ellos cargos y poder, porque el disconfort ya está planteado hace tiempo.
Josep Puig Bóo, presidente Mutual Catalana.
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