Los talibanes celebraron este martes la salida de los últimos soldados estadounidenses de Afganistán, con la que obtuvieron la «completa independencia» del país y que es «una lección para el mundo», en medio de imágenes que ponen fin a 20 años de una guerra devastadora y abren un nuevo capítulo marcado por la incertidumbre.
Afganistán logró al fin «obtener su independencia de las fuerzas extranjeras», celebró en una rueda de prensa en el aeropuerto del Kabul el principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, informó el servicio de noticias alemán, Deutsche Welle.
La declaración del portavoz ocurrió solo unas horas después de que despegara, desde esa misma base aérea, el último grupo de soldados estadounidenses en el país tras casi 20 años de conflicto.
Mujahid felicitó a sus combatientes por la toma en algo más de dos semanas de casi todo el territorio afgano, coronada el 15 de agosto con la conquista incruenta de Kabul, y, ahora, con la total retirada estadounidense, calificada de éxito «histórico» por los talibanes.
Los estadounidenses habían invadido Afganistán en 2001, liderando una coalición internacional, para derrocar a los talibanes, que se negaban a entregar al líder de Al Qaeda, Osama Ben Laden, tras los atentados del 11-S en Estados Unidos.
«Felicitaciones a Afganistán (…) Esta victoria nos pertenece a todos», declaró Mujahid, en la terminal aérea controlada hasta pocas horas antes por las fuerzas estadounidenses.
«Esta es una gran lección para otros invasores y para nuestras futuras generaciones» y «también es una lección para el mundo», dijo el portavoz.
Zabihullah Mujahid llegó a la pista acompañado de un grupo de colaboradores
Este martes temprano, la milicia islamista habían levantado todos los controles que llevan al aeropuerto menos uno.
En las carreteras, los combatientes no ocultaban su alegría y estrechaban las manos a los conductores y pasajeros, señalaron testigos citados por la agencia de noticias AFP.
Imágenes de los líderes talibanes caminando victoriosos por los hangares del aeropuerto, escoltados por milicianos armados ondeando la bandera blanca del movimiento mientras posaban para las cámaras, al lado de los helicópteros destruidos por los estadounidenses antes de dejar el país, resumían perfectamente este nuevo capítulo que se abre en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses.
Desde que tomaron el poder, los islamistas se esforzaron por dar una imagen conciliadora y abierta y prometieron no vengarse de las personas que trabajaron con el Gobierno precedente.
«Queremos buenas relaciones con Estados Unidos y el mundo», garantizó Mujahid.
Los talibanes también aseguraron en estos días que anunciarían la composición de un nuevo Gobierno una vez se completara la retirada militar estadounidense.
La retirada estadounidense se concretó 24 horas antes de la fecha límite fijada por el presidente estadounidense, Joe Biden, para quien este día tendrá un gusto amargo por el que pagará un costo político aún incalculable.
Los talibanes desfilaron triunfales en el aeropuerto de Kabul.
El mandatario, que justificó su decisión de retirar las tropas diciendo que no quería que la guerra perdurara, se dirigirá a sus conciudadanos en un discurso difícil ya que muchos estadounidenses se preguntan para qué sirvieron estas dos décadas de presencia en Afganistán.
Aunque el objetivo de terminar con Ben Laden se cumplió el 2 de mayo de 2011, cuando las fuerzas especiales norteamericanas ejecutaron en Pakistán al líder de Al Qaeda, Estados Unidos siguió en Afganistán, sobre todo para formar a un ejército afgano que se esfumó rápidamente ante el avance de los talibanes.
En total, Estados Unidos registró 2.500 bajas y tuvo que pagar una factura de 2,3 billones de dólares en 20 años, según un estudio de la Brown University.
Además, el país sale de Afganistán con una imagen enturbiada por su incapacidad para prever la rapidez de la victoria de los talibanes y por la manera en que se organizaron las evacuaciones.
Un total de 123.000 personas fueron evacuadas desde el 14 de agosto y durante 18 días, en aviones de Estados Unidos y de sus aliados.
Entre las personas que huyeron hay ciudadanos de países occidentales pero también miles de afganos que trabajaron para países u organizaciones extranjeras o que por su oficio o manera de vivir iban a ser claramente blanco de los talibanes.
La retirada
Cuando los talibanes tomaron el control total de aeropuerto encontraron decenas de aviones y helicópteros que Estados Unidos había dado al ejército regular afgano, vacíos, después de que las tropas estadounidenses los destruyeran antes de irse.
Unas 73 aeronaves fueron «desmilitarizadas», es decir quedaron fuera de servicio, según el jefe del comando central del Ejército estadounidense, el general Kenneth McKenzie. «Esos aparatos no volverán a volar», dijo. «No podrán ser usados».
Unos 70 vehículos blindados MRAP resistentes a las minas antipersonas, de un costo de un millón de dólares cada uno, y 27 vehículos Humvee también fueron inhabilitados al final de la operación de evacuaciones que permitió sacar en dos semanas a unas 123.000 personas, en su mayoría afganas.
El Ejército estadounidense también destruyó su sistema de defensa antimisiles C-RAM que detuvo el lunes cinco cohetes disparados por el grupo Estado Islámico contra el aeropuerto.
Hace falta «un procedimiento largo y complejo para desmontar esos sistemas», explicó el general. «Así que los desmilitarizamos para que no puedan volver a ser usados».
Fuente Telam
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