Una nueva encuesta de la consultora Genial/Quaest publicada este miércoles mostró que la desaprobación de Luiz Inacio Lula da Silva alcanzó el 57%, el valor más alto desde su regreso al poder en enero de 2023. El dato refleja un deterioro sostenido de su imagen, que también alcanza a sus sectores más fieles: entre quienes ganan hasta dos salarios mínimos —histórico bastión del Partido de los Trabajadores— la aprobación cayó del 69% al 50% en menos de un año.
En paralelo, la aprobación general del mandatario se mantiene en 40%, lo que confirma el estancamiento del apoyo social a su gestión en un contexto marcado por denuncias de corrupción.
El escándalo del INSS: descuentos ilegales a jubilados
El detonante más reciente de la crisis es el caso conocido como «fraude del INSS», un esquema de descuentos indebidos en haberes jubilatorios que afectó a más de seis millones de personas y generó pérdidas por 1100 millones de dólares. La investigación comenzó a partir de la denuncia de una ciudadana en el estado de Bahía, que permitió destapar una red extendida de corrupción vinculada a sindicatos y asociaciones.
Según reveló el Ministerio Público Federal, el 97,6% de los beneficiarios del sistema nacional de pensiones sufrió deducciones no autorizadas, presuntamente para financiar entidades gremiales. Uno de los sindicatos implicados tendría vínculos directos con Frei Chico, hermano mayor del presidente, quien ocupa un cargo institucional.
Responsabilidades cruzadas y reacción oficial
Aunque Lula intentó despegarse del escándalo alegando que el sistema operaba desde antes de su mandato, los datos indican que el mecanismo se profundizó durante su actual administración. De hecho, el 31% de los encuestados responsabiliza directamente al Gobierno, frente al 14% que culpa al INSS y apenas el 8% que apunta a la gestión de Jair Bolsonaro.
«Es una crisis significativa, no solo por la fotografía actual, sino por la película completa. Ya son varias encuestas que reflejan una caída persistente de la aprobación y dificultades para revertir la tendencia», evaluó Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper de San Pablo.
Intentos oficiales por revertir el clima político
El Gobierno brasileño lanzó en las últimas semanas una batería de medidas para recuperar terreno: eliminación de aranceles sobre alimentos importados, reducciones en las tarifas eléctricas para cien millones de consumidores y anuncios enfocados en el crecimiento. No obstante, la erosión de la confianza pública continúa.
Otra encuesta de Genial/Quaest mostró que el 56% de los brasileños considera que este mandato es peor que los anteriores de Lula, mientras que el 44% cree que la actual gestión está por debajo de la de Bolsonaro. En julio de 2024, esa cifra apenas alcanzaba el 35%.
Escenario electoral y riesgos para 2026
La caída de popularidad ya comienza a reflejarse en los escenarios de cara a la próxima elección presidencial. Un relevamiento de Atlas/Bloomberg difundido el viernes pasado señala que, por primera vez, Lula perdería en una segunda vuelta contra Tarcísio de Freitas, actual gobernador de San Pablo y figura emergente del bolsonarismo. La diferencia sería de 3,8 puntos.
La posibilidad de que Freitas se convierta en el principal candidato opositor —en caso de que Bolsonaro siga inhabilitado— se consolida ante el desgaste oficial. Según Consentino, «el único dato alentador para el Gobierno es que, por ahora, la oposición no se ha unido en torno a una figura«. Aun así, advierte: «El Gobierno está cada vez más condicionado por el Centrão en el Congreso, lo que reduce su margen de maniobra y complica cualquier intento de reelección».
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