Perú se mantenía este martes en el limbo político, a la espera de que el presidente Pedro Castillo designe al nuevo equipo ministerial y ponga fin a las especulaciones desatadas desde que la víspera se anunció la dimisión de todos los titulares de cartera, en una nueva crisis que suena a “déjà vu” en el país andino.
La crisis, que crecía en medio de discrepancias cada vez más abiertas entre Castillo y la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, llegó al clímax con la dimisión el lunes de la funcionaria, que, por ley, implica la de todos los ministros, aunque el presidente podrá reconvocar a los que considere.
Vásquez, quien llegó al Gobierno en octubre para solucionar múltiples problemas de la gestión de su predecesor, Guido Bellido, culpó al equipo de anónimos consejeros que rodea a Castillo.
“(Esos consejeros) han provocado en estos días una crisis innecesaria de gobernabilidad”, afirmó la aún ministra en la radio RPP. “Son asesores directos del presidente, son varios, y yo particularmente siento que ahí hay un problema y que es ese el entorno que debería cambiar”, agregó.
Castillo, que llegó al poder por el partido marxista leninista Perú Libre (PL), aunque no pertenece al comando de la agrupación, ha tenido desde el comienzo graves problemas para consolidar equipos.
Tras asumir, en julio, puso al frente del Gabinete al congresista Bellido, ingeniero electrónico quechuahablante de 42 años que es uno de los principales líderes de PL.
Acusado por rivales de “ultra”, Bellido tuvo múltiples choques con los tres partidos de derecha “dura”: Fuerza Popular (FP), Renovación Popular (RP) y Avanza País.
Los cambios en el gabinete
En octubre, cuando la situación parecía insostenible, Castillo lo reemplazó por Vásquez, una abogada de 47 años, expresidenta del Congreso por una agrupación de izquierda y con largos antecedentes como activista por la equidad de género, el medio ambiente y los derechos humanos.
Aunque amplios sectores vieron con buenos ojos la llegada de Vásquez por su fama de generadora de consensos, el cambio le costó a Castillo un distanciamiento de PL, que lo acusó de “derechizarse”, sin que de otra parte hubiera cambios en la derecha “dura”, que no cesó en su ofensiva.
La ministra quedó claramente en distintas circunstancias enfrentada al presidente, una situación que finalmente explotó con su apoyo al titular del Interior, Avelino Guillén, quien estaba abiertamente enfrentado al jefe de la Policía, general Javier Gallardo, sin que el jefe de Estado tomara partido.
Al final, el presidente aceptó la renuncia de Guillén –bien reputado desde que en 2007, como fiscal, logró la condena a 25 años de cárcel para el expresidente Alberto Fujimori-, y envió a retiro a Gallardo, pero los analistas coinciden en que el daño ya estaba hecho.
Poco después del anuncio de la salida de Vásquez, un tuit en la cuenta del parlamentario Waldemar Cerrón, hermano del líder de PL, Vladimir Cerrón, daba cuenta de que él era el escogido para liderar el Gabinete, lo que desató polémicas por las resistencias que genera el partido oficialista. No obstante, el tuit fue retirado más tarde y Cerrón aseguró que la publicación fue obra de piratas y que el contenido era falso.
Pero algunos comentaristas creen que sí es probable que Castillo recurra a un alto dirigente de PL, lo que agudizaría el choque con FP, RP y Avanza País y su cruzada contra un mandatario al que llaman “comunista” e “incapaz”.
No todos concuerdan. “Me parece que también es posible que pongan a personajes que sepan a quién proteger, qué no investigar, con quién contemporizar”, señaló el analista Ramiro Escobar, en referencia a la posible designación de alguien que no sea mal visto por los opositores más rudos.
Como supuesta señal, Escobar destacó que dirigentes de los tres partidos han estado menos agresivos de lo que suelen en declaraciones. Incluso el líder del ultraconservador RP, Rafael López Aliaga, dijo en una radio que le ofrecieron antes la jefatura de Gabinete, aunque sin sustentar sus afirmaciones.
El portavoz parlamentario de RP, Jorge Montoya, descartó que su partido asuma ministerios, pero no usó la crisis para lanzar nuevos ataques verbales, sino para señalar que espera con cautela para “dar el beneficio de la duda”.
Desde que asumió el poder, Castillo, un profesor rural de 52 años sin antecedentes en política, ha estado en la mira de la oposición, algo a lo que, según coinciden todos los sectores, ha ayudado él mismo con “errores no forzados” que le han generado un rechazo popular de alrededor de 60 %, según las encuestas.
La inestabilidad política se ha convertido en una constante en Perú desde 2016, cuando el liberal Pedro Pablo Kuczynski quedó desde la entrada cercado por fuerzas de derecha radical lideradas por FP, que terminaron por expulsarlo de Palacio en 2018.
El reemplazante de Kuczynski, Martín Vizcarra, también cayó en 2020, forzado por el presidente del Congreso, Manuel Merino, quien a su vez renunció ocho días después por la fuerte reacción popular en su contra. El nuevo presidente del Congreso, Francisco Sagasti, de centro, terminó el período, pero siempre entre tensiones.
Para Castillo no hubo respiro, incluso desde antes de que asumiera. La candidata derrotada, Keiko Fujimori, se negó a reconocer el resultado electoral y, con sus aliados, generó una situación crónica de incertidumbre, en la cual ya hubo incluso un proceso frustrado de destitución presidencial.
Los ataques de la oposición
Hasta ahora el presidente, cuya bancada ocupa cerca de un tercio de los asientos en el Congreso, se ha salvado de los ataques de la oposición de derecha “dura”, que tiene también cerca de un tercio de parlamentarios, gracias al apoyo de fuerzas de centroderecha y centro que tienen el tercio restante.
Aunque la oposición ha bajado los decibeles en la coyuntura, una de sus más radicalizadas exponentes, Patricia Chirinos, de Avanza País, anunció este martes una acusación constitucional contra Castillo por “su incapacidad flagrante y la evidente corrupción de su Gobierno”.
No obstante, por la correlación de fuerzas se estima que el nuevo intento de Chirinos, impulsora del fracasado intento de destitución, tampoco tendrá resultados.
Por antecedentes no se descarta que Castillo, a quien los críticos le reprochan ser extremadamente lento en la toma de decisiones, se tome su tiempo antes de anunciar a los nuevos funcionarios, lo que, se presume, contribuirá a profundizar el intenso e incesante ruido político.
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