Manifestantes afganos desafiaron este jueves al poder talibán y ondearon la bandera tricolor en manifestaciones desarrolladas en varias localidades por la independencia del país, que fueron reprimidas violentamente por integrantes de la milicia radical que enfrenta crecientes desafíos a su Gobierno.
Pequeños grupos salieron a las calles de Kabul y de otras ciudades con la bandera tricolor del país, mientras que en los edificios oficiales, y en los coches de las patrullas de los talibanes ondea la bandera blanca con un lema islamista.
En Asadabad, capital de la provincia oriental de Kunar, dos personas fallecieron luego que los talibanes abrieran fuego contra grupos que marchaban ondeando el viejo emblema negro, rojo y verde, indicaron testigos citados por la cadena Al Jazeera, pero no precisaron si las muertes fueron por disparos o por la posterior estampida.
Según las mismas fuentes, un episodio similar se vivió en Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar, donde los disparos hirieron a dos personas que celebraban el fin al dominio británico en 1919 portando lienzos con la inscripción «Nuestra bandera es nuestra identidad».
Este hecho constituye un desafío para el nuevo poder político y militar afgano, que busca reprimir de inmediato cualquier disidencia.
Los talibanes están intensificando la búsqueda de personas que trabajaron con las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN, según un documento confidencial de Naciones Unidas, que advierte sobre la posibilidad de «torturas y ejecuciones».
En ese marco, miles de personas seguían bloqueadas en Kabul en su intento de abandonar el país, mientras que aviones de los países occidentales aterrizan constantemente para intentar evacuar al máximo de personas.
Mientras los insurgentes constituyen poco a poco sus autoridades políticas, la resistencia se organiza en el aislado valle del Panshir, liderada por el vicepresidente Amrullah Saleh y el hijo del comandante Masud, el emblemático líder antitalibán fallecido.
«Los talibanes no controlan todo Afganistán. Hay informaciones que llegan del Panshir», al noreste de Kabul, «donde se concentran las fuerzas de la resistencia», indicó hoy el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, citado por la agencia de noticias AFP.
«Estados Unidos aún puede ser un gran arsenal de la democracia» si apoya con armas a sus combatientes, escribió Ahmad Masud en una columna en el Washington Post publicada el miércoles.
Hace más de veinte años, su padre, el comandante Ahmed Shah Masud, lideraba también la resistencia contra los talibanes que acababan de llegar al poder.
En el aeropuerto internacional de Kabul continuaron los vuelos de evacuación militar.
Por otro lado, Estados Unidos envió 6.000 militares para garantizar la seguridad en el aeropuerto de Kabul y evacuar a los 30.000 estadounidenses y civiles afganos que trabajaron para ellos. Ya fueron evacuadas algo más de 7.000 personas. Reino Unido, Francia, Italia y España, entre otros países, también están procediendo con sus evacuaciones.
Si bien los talibanes dejan paso a los que tienen pasaporte estadounidense, «están impidiendo que los afganos que desean salir del país lleguen al aeropuerto», denunció la subsecretaria de Estado, Wendy Sherman.
El portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, había prometido esta semana que el nuevo régimen será «positivamente diferente» al que imperó en 1996-2001. Pese a esas declaraciones, el triunfo de los talibanes vuelve a generar desazón en la población.
Muchos carteles publicitarios con rostros de mujeres aparecían pintarrajeados o habían desaparecido en Kabul este jueves.
Una periodista televisiva, Shabnam Dawran, aseguró que ya no puede trabajar en su emisora.
Vistiendo un hiyab y mostrando su tarjeta de periodista, la presentadora de noticias afirmó: «nuestras vidas están amenazadas», en un videoclip difundido por las redes sociales.
Por su parte, los ministros de Relaciones Exteriores del G7 pidieron a los talibanes que garanticen el libre paso a los extranjeros y a los afganos que quieren salir.
El G7 asegura que sigue «buscando garantizar una solución política inclusiva» en el país, tras dos décadas de ocupación militar que no consiguió estabilizar la situación.
La situación humanitaria mientras tanto es apremiante: un funcionario de la ONU advirtió sobre la grave escasez de alimentos en esta nación de 38 millones de personas y destacó que los talibanes enfrentan los mismos problemas que el gobierno civil al que desplazaron sin el nivel de ayuda internacional que tenía.
La vuelta al poder
Del 6 al 14 de agosto, los combatientes del movimiento talibán se hicieron con el control de todas las capitales provinciales de Afganistán y el 15 entraron en Kabul, retomando el poder tras dos décadas de intervención aliada que llegará a su término a fines de este mes.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, huyó del país y pidió asilo en Emiratos Árabes Unidos.
Los talibanes afirmaron que aspiran a un «traspaso completo» del poder, y a la vez aseveraron que en los próximos días sostendrían negociaciones nacionales para formar «un gobierno transparente, inclusivo e islámico».
Fuente Telam
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