Por Eugenio García Gascón*
Aunque de todos es conocida la brutal ocupación militar, Israel lleva a cabo una exitosa campaña de propaganda para amordazar a quienes la critican.
Los israelíes acusan sistemáticamente de «antisemitismo» a cualquiera que denuncia los excesos que cometen así como sus continuas violaciones del derecho internacional, y es una campaña prácticamente a nivel planetario.
Cientos de intelectuales y escritores británicos acaban de protestar contra la definición de IRHA de antisemitismo, una definición que se está extendiendo y que ha sido diseñada para proteger a Israel de las críticas bajo la coartada de antisemitismo.
Un reciente caso que ilustra esta guerra sucia es el de Michael Hurwitz, un judío que esta semana ha tenido que dimitir de un cargo público en Nueva York por las presiones del lobby judío.
En los últimos dos años Hurwitz publicó varios tuits contra las políticas de Israel, lo que ha sido suficiente para que le echaran encima a una jauría que le ha obligado a dimitir.
Su pecado consistió básicamente en denunciar los asentamientos judíos en los territorios ocupados, que todo el mundo sabe que son ilegales.
En otro tuit criticó a Naftalí Bennett, uno de los políticos más radicales del arco israelí, un fanático de la extrema derecha religiosa y nacionalista.
En otro tuit criticó al AIPAC, el poderoso lobby judío que dicta la política exterior de EEUU en Oriente Próximo.
Ha sido suficiente para que se pusiera en marcha una campaña personal contra Hurwitz, que es un judío ortodoxo.
Es otra advertencia para cualquiera que se atreva a criticar la brutal ocupación, una advertencia que en EEUU y en Europa es bien conocida.
La presión israelí contra los críticos no hace más que aumentar, y lo hace contando con la complacencia de los mandatarios americanos y europeos.
Estos mandatarios colaboran con la ocupación y refuerzan el sectarismo nacionalista y religionista imperante en Israel.
En la lista europea, los más allegados a Israel son, por este orden, Emmanuel Macron, Boris Johnson y Angela Merkel, quienes alientan el rodillo de la maquinaria represora israelí.
Hurwitz ha emitido un comunicado diciendo que se siente un «judío orgulloso», pero en el mismo comunicado ha informado de su dimisión.
Hurwitz vivió varios años en Israel y educa a sus hijos en el judaísmo, pero eso no es suficiente. Lo necesario es no criticar la brutal ocupación, incluso para los judíos, como en el caso de Hurwitz.
En el comunicado, Hurwitz ha dicho que «ama al estado de Israel». Tampoco eso es suficiente.
El caso de Hurwitz no es único, ni mucho menos. Por todas partes hay gente con miedo, cuidando excesivamente las palabras que se atreven a pronunciar.
Sin duda es una situación a la que nunca deberíamos haber llegado, pero lo más triste es que cada día se agrava más.
Gentileza de Other News
*Corresponsal de Público.es en Israel. Ha trabajado casi ininterrumpidamente en Jerusalén desde 1991, como corresponsal de varios medios de comunicación. Antes residió en Damasco durante cuatro años.
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