Una parte importante de los colombianos parece tener tanto miedo al «populismo» que vota a un nazi confeso, un bruto que no tiene ningún proyecto de país. El «uribismo social» ahora tiene una encarnación más radical y antidemocrática en un ególatra multimillonario y corrupto. Veremos qué depara el ballotage, que tiene del otro lado a una gran coalición multiétnica que encabezan Petro y Márquez.
Cuando se señala a Chile como el ejemplo neoliberal heredado de la Escuela de Chicago, siempre marco a Colombia, dónde nunca ha habido una excepción como sí lo son Allende y Boric en Chile (con matices, Bachelet). El proceso de protestas callejeras de 2018 en Colombia todavía no tiene la maduración suficiente para tenerlo como una verdadera Revolución Social que impacte en la estructura económica y política.
De todas maneras, Gustavo Petro y Francia Márquez siguen siendo la esperanza -intacta- de quiebre histórico ante la amenaza del trumpismo que lidera Hernández, quien se autodenomina anti-sistema pero remite en su discurso a los postulados de la ultraderecha mundial.
Aclaración sobre el significante «populismo»: los laclaunianos entendemos que es una lógica de construcción política que tiene la capacidad de federar y aunar demandas heterogéneas a través de un significante vacío, que es un articulador de esas necesidades, miedos, frustraciones, tensiones, deseos y expectativas sociales. Nada tiene que ver con el artefacto neoliberal utilizado por los poderes fácticos como arma arrojadiza contra los procesos populares, reduciéndolos a un concepto difuso y vago ligado a la demagogia.
Los tecnócratas neoliberales que toda su vida han saqueado a los pueblos te hablan, por ejemplo, de meritocracia para justificar tu posición en la zona periférica del mapa social y la estructura económica. Te dicen que el problema son los populismos. Pero no, ellos tienen un gran problema con la igualdad. Nosotros decimos que la pobreza es un subproducto de la desigualdad. Entonces, no hay que discutir sobre pobreza sino sobre igualdad. A mayor igualdad, mayor libertad.
Lo que ocurre que además de tener el poder casi absoluto, los verdaderos dueños del país (que no son políticos) son cínicos y caretas.
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