El ser humano, en su heterogeneidad, es un individuo, un sujeto; y si se dan una serie de condiciones, es un ser LIBRE, un librepensador, al fin de cuentas. Si decide asociarse a alguna organización política, gremial, deportiva, cultural, social, o lo que sea, no por ello pierde su característica esencial de sujeto. Es decir, su decisión final dependerá de una serie de factores que exceden largamente lo que pueda resolver la organización a la que pertenece. Por lo tanto resulta ilusorio creer que seguirá a pie juntillas una decisión colectiva que no lo convence, por más que se lo indique su máxima referencia en la institución de que se trate.
Considero necesario remarcar este criterio, pues observo como se intenta vanamente influir con opiniones de distinto volumen en el balotaje que se llevará a cabo el domingo de la semana próxima. También ésta es una conducta absolutamente humana, en el sentido de que cada persona intenta de alguna manera convencer al prójimo de cuál es la mejor decisión a tomar. Si las opiniones que se vierten son de buena fe, todas merecen atención y no deben ser descalificadas si están fundamentadas en la realidad que nos rodea.
Por lo tanto, si alguien no está convencido de votar a uno u otro candidato por motivos atendibles, no por ello deberá ser objeto de bullyng a través de ningún medio, pues sólo está haciendo uso de su condición subjetiva.
En este espacio no voy a plantear por qué no estoy convencido de votar a alguno de ellos, porque ya lo hice en varias oportunidades. Sólo quiero reivindicar nuestra característica principal: LIBRES PENSADORES!
Por Aldo Bravo
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