Por Gustavo Yocca
El clima de época que venimos transitando semana tras semana de esta tragi pandemia que azota a la humanidad, se ha vuelto más espeso y peligroso. La sin razón y la desmesura que llevan a la desazón, avanza en gran parte de la sociedad que no logra entender cuál es el juego al que quieren llevarla de cara al futuro.
La disociación entre lo que la clase política cree que es la agenda de la gente, y lo que la propia gente sufre como parte de su propia agenda, se amplia y crece peligrosamente.
El conflicto sobre las clases presenciales en el AMBA ha sido una clara demostración de esa distancia. Nadie puede negar la importancia que tiene en los jóvenes su crecimiento y desarrollo cognitivo como instrumento central para su madurez, y menos aún desconocer que todavía hoy, la presencialidad como herramienta para una mayor comprensión así como la sociabilización en las escuelas, son elementos recomendables para un mejor desarrollo de la niñez.
Va de suyo que la menor circulación de los padres llevando a sus hijos al colegio, el aumento de los pasajeros en el transporte público, las juntadas en plazas o parques a la salida de la jornada o la gran cantidad de asintomáticos que en esa franja etarea se dan, -solo por citar algunos muy buenos argumentos de una posición u otra-, también ponen en el tapete la posibilidad de suspender temporalmente este mecanismo.
Pero si en eso estamos de acuerdo en general la mayoría de los argentinos, -mas allá de que tu balanza de argumentos te de un poco mas acá o allá-, todos entendemos la validez de la mayoría de ellos y reconocemos que habría que buscar una salida consensuada a un problema tan delicado como este.
Sin embargo la dirigencia política hace todo lo contrario y va a los tribunales a dirimir este dilema como si se tratara de una guerra de unos contra otros ?
Alguien que no sea de los que viven de la política puede creer que la inmensa mayoría del pueblo argentino, quiere ver a su dirigencia ocupándose de demandas, chicanas y lobbies en tribunales por quince días de clases presenciales como si de eso dependería el futuro del país.?
Esta claro que esta diferencia de criterios no esta zanjada y esta bien que así sea dado que la humanidad no recuerda haber pasado por situaciones como estas, pero también esta claro que la educación esencial no es un valor omnímodo y que es menos grave que un niño pierda un día de clase en el aula a que pierda a su mama o su papá por un contagio que hubiese sido evitable.
Este desacople de la realidad y la impostura de algunos de los dirigentes hace que la gente se aleje y rechace la actitud de la clase política, y lo que es peor, ponga a todos en la misma bolsa permitiendo a los que juegan permanentemente a la anti política a encontrar otra forma de minar la democracia, que es quien por lo menos, pone algunos limites a los inconfesables deseos de muchos poderosos que añoran las botas y las tertulias en Arroyo y Avenida Alvear.
Actitudes como las de un periodista porteño que esta semana se animó a decir al aire que habrá que… ¨ formatear a la Argentina de un modo mas autoritario para poder manejar este descalabro, …¨ habla a las claras de lo difícil que se pueden poner la cosas en el país si la política no retoma el camino de la sensatez .
Una cosa es entender que a los sectores conservadores les agobia toda posibilidad de no manejar el poder, y que ante el menor atisbo de que el gobierno nacional pese a todo, puede ganar las elecciones de medio termino los ponga muy fastidiosos; pero otra cosas es que ante el estrepitoso fracaso de la gestión política de quien ellos sentaron en sillón de Rivadavia, pretendan volver a épocas de sangre en lugar de insistir con sus ideas en el marco del respeto a la ley y a la constitución.
Los sectores poderosos y reaccionarios siempre intentan imponer sus objetivos disfrazando a los propios como si fueran los del colectivo, y recurren para ello a cuanta herramienta tengan a mano. Esta claro que en éste caso los medios de comunicación con mas llegada se han convertido directamente en los verdaderos dirigentes políticos que enfrentan al gobierno con posturas inflexibles dado el escaso peso de la dirigencia a la que sustituyen.
Es cierto que esto torna a la ciclópea tarea de sacarnos de esta tragedia griega como una mochila mas pesada y debilita al que tiene la misión de conducir, pero tampoco es menos cierto que el Gobierno Nacional tiene la la obligación de bajar los decibeles a esta locura de odio y resentimiento que crece a gritos en este país de la mano de los reaccionarios de siempre.
No creo que sobren ejemplos de momentos mas horribles para asumir una función de gobierno en la historia como el que estamos viviendo, y en tal sentido, hay que apoyar a los representantes elegidos por el pueblo tanto a nivel nacional como provincial, pero quienes tienen esa responsabilidad delegada deben ser quienes mas esfuerzo le dediquen a salir de esta maldita grieta que nos ahoga.
La unidad de los argentinos hoy es la única herramienta insustituible para salir de esta pandemia. Hay que actuar con firmeza desde el gobierno y tomar las decisiones que hay que tomar por mas duras que sean y si es que realmente son necesarias.
Ya esta mas que probado que no hay dicotomías posibles entre salud, economía o educación. Los gobiernos tiene que actuar con toda decisión y poniendo como límites solo la tragedia económica de aquellos que necesitan salir de sus casa para encontrar el sustento diario.
Los márgenes de error cada vez son menores. El ex presidente Mujica dijo ayer que la pandemia demostró que la política no esta a la altura del desafió. Cuanta razón le asiste.
Ojalá esa sociedad más solidaría y equitativa que algunos soñábamos para después de salir de este trance triunfe sobre aquella que asoma y que pareciera será más materialista, insensible y sobre todo, mas desigual.
Ya lo dijo Amin Maalouf: «La Humanidad está haciendo frente a peligros previamente desconocidos, que requieren soluciones globales previamente desconocidas».
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