Por Luis Hipólito Alen – Megafon
Uno no sabe si la saltimbanqui de la política tuvo una premonición, que le mostró cuál era su futuro, y entonces alegremente decidió vestirse con el traje a rayas de las presidiarias. Que si alguna vez se investigan en serio cuestiones como la desaparición forzada de Santiago Maldonado, seguida de su asesinato, o el homicidio de Rafael Nahuel, o los muchos hechos de represión ilegal perpetrados por las fuerzas de seguridad cuando la sujeta en cuestión era Ministra, durante el gobierno del domador de reposeras y sus secuaces, la prisión sería un destino más que probable.
Claro que para eso la Argentina debería tener un Poder Judicial que cumpliera debidamente su tarea, o que al menos tuviera un gesto como el que acaba de dar el Supremo Tribunal Federal de Brasil al reconocer que los procesos judiciales que llevaron a la condena de Luis Inácio Lula Da Silva y su proscripción deben ser declarados nulos, ya que no se respetaron las garantías del debido proceso ni los derechos del ex mandatario. Suceso éste, el de la nulidad de los procesos contra Lula, que reviste suma importancia no sólo para Brasil sino para toda América del Sur, ya que esos procesos, y el juicio político que terminó con la destitución de Dilma Rousseff, fueron el punto de partida para una salvaje persecución de los líderes populares de la región. Así Rafael Correa debió exiliarse, Evo Morales fue derrocado por un golpe de Estado y Cristina Fernández de Kirchner sometida a numerosos procesos.
El reemplazo de las tácticas de otros tiempos, cuando las Fuerzas Armadas de los países de Latino América eran el caballo de Troya de los intereses imperiales de Estados Unidos y sus siervos locales, por la actuación de los Tribunales, tiene la misma finalidad: terminar con cualquier gobierno que defienda los derechos de los pueblos y actúe con independencia de los deseos de los países centrales. Si no se puede utilizar la fuerza de las armas, se usan otros medios: la alianza de medios de comunicación hegemónicos con poderes judiciales corruptos.
Ese esquema, que el fallo a favor de Lula deja expuesto, fue claramente denunciado no solo por el Presidente Alberto Fernández en el discurso de apertura del año legislativo, sino también por Cristina Fernández de Kirchner en su alegato ante el Tribunal Federal que trata de juzgarla por el inexistente delito de haber utilizado la herramienta del dólar futuro.
A ese esquema, a esos intereses, sirve desde su fundación LA NACIÓN. Y sus escribas cumplen la tarea para la que se les paga. Por eso el 06/03/2021 Héctor M. Guyot titula “El General y la Reina sin corona” y arremete contra Alberto Fernández, acusando que “En su discurso del lunes ante la Asamblea Legislativa, Alberto Fernández estuvo lejos de conducirse como un presidente que presenta su plan de gobierno al país. Lo suyo fue la declaración de guerra de un general que actuaba por cuenta y orden de su soberana sin corona, sentada al lado”.
Como siempre, el Presidente es tratado como un simple ejecutor de los deseos de su Vice. Una cantinela repetida hasta el cansancio. No importa que Alberto lo desmienta una y mil veces, la última hablando por televisión el 08/03/2021 cuando dijo, muy certeramente, que lo que molesta a la derecha y sus corifeos es que no pueden lograr que los Fernández se peleen, y que no soportan ver que en temas como el relativo al funcionamiento del sistema de administración de justicia opinan de igual forma. Cosa que queda clara cuando se lee a Guyot vociferar que “no es la agenda de la opinión pública el único problema de Alberto Fernández.El mayor desafío del Presidente es la creciente percepción de su debilidad, que se multiplica cada vez que él mismo se muestra como lo que, en aquella entrevista previa a ser ungido como candidato, confesó: un títere de la vicepresidenta”. Una vez más la columna se apoya en datos de una supuesta empresa encuestadora cuyos métodos de consulta son ignotos para quienes leen la nota.
Otra empresa similar dice, con iguales características, que “La palabra títere continúa siendo, en las nubes de palabras de la consultora Giacobbe & Asociados, uno de los términos preferidos por la opinión pública para caracterizar al primer mandatario”. Una aclaración muy simple: las respuestas de los encuestados son direccionables, de acuerdo a la zona geográfica en que se hagan, a la manera de formular las preguntas, a las opciones que se dan a los entrevistados y muchas otras variables. De modo que su credibilidad es, al menos, dudosa.
Es sabido, por otra parte, que hay empresas que trabajan para sus mandantes consiguiendo las respuestas que éstos desean escuchar. Algo que es lo mismo que hacen los escribas de la Tribuna de Doctrina. No vaya alguien a creer que son profesionales independientes, que se rigen por estrictas normas de ética. No, parafraseando al inmortal Francisco de Quevedo, diremos poderoso caballero es Don Dinero. Guyot extrema su obediencia a los dictados de sus mandantes, y de la misma manera que obvia la clara amenaza proferida por el procesado Stornelli contra el Presidente –Cuando él deje de ser Presidente, algún día vamos a tener una charla de hombre a hombre-, sí acusa a Cristina diciendo que “Lo más impresionante fue la forma en que amenazó, con nombre y apellido, a los jueces ante los cuales declaraba y a muchos otros que asumen la tarea de juzgar sobre la base de los hechos”.
Acostumbrado a no prestarle mucha atención a la verdad cuando no sirve a sus propósitos, no le tiembla el pulso para calificar de amenaza a la más prolija y certera descripción que se haya hecho en mucho tiempo de la forma de actuar de la mayoría de los integrantes del fuero federal. No hay ningún análisis de lo expresado por la Vicepresidenta, o por el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff, en sus alegatos. Ni una referencia a los contundentes resultados de la pericia practicada por los expertos de la Corte Suprema de Justicia que destruye todas las falsas hipótesis sobre las que se montó esta farsa que Guyot denomina juicio. La verdad, ya se sabe, es una de las víctimas preferidas del mitrismo.
El 06/03/2021 el novelero Jorge Fernández Díaz fabula que el kirchnerismo quiere “Quedarse con todo y para siempre”. Como en sus ramplones argumentos, intenta convencernos de que “Los republicanos, ya se sabe, perdieron, y el despotismo electivo está en pleno proceso. No hay más que leer la proclama que la doctora lanzó desde el banquillo de los acusados y repasar sus propósitos: Cristina Kirchner no cree en la división de poderes, amparada en los votos se considera por encima de cualquier persona o límite, califica de anacrónicos los valores de contrapeso derivados de la Revolución Francesa y pretende fundar un Nuevo Orden”.
Acostumbrado a suponer inverosímiles conspiraciones, tal vez se le confunda la realidad con sus panfletos novelísticos y entonces escucha lo que no se dijo, y lee lo que no se escribió. Porque el alegato de Cristina concluyó de la única manera posible: convocando a los jueces a que aplicaran la Constitución y las leyes, algo a lo que al parecer no están muy acostumbrados, en estos tiempos de derecho creativo. Si llamar a cumplir con la Constitución es no creer en la división de poderes y pasar por encima de todo, es claro que Fernández Díaz tiene otra Constitución que no es la nuestra. Las múltiples zonceras que no alcanzan a disfrazar las palabras pretendidamente profundas del novelero no valen mayores disquisiciones.
Tampoco las valen lo publicado el 07/03/2021, cuando Pablo Sirvén sirve al ingeniero sin ingenio y nos cuenta que hay “Otra cuenta regresiva para Mauricio Macri”. Pero a no hacerse ilusiones: no se refiere al avance de las múltiples causas que investigan las fechorías cometidas desde el poder entre diciembre de 2015 a diciembre de 2019. No, es un cúmulo de imágenes que presentan al gran depredador como un estadista que prepara su regreso. Siga sirviendo, Sirvén.
El mismo 07/03/2021 Joaquín Morales Solá cree descubrir que hay quienes “Proponen un indulto para Cristina”, porque según sus palabras “Nunca antes se había visto ni escuchado a las dos principales figuras del Estado (el Presidente y la vicepresidenta) embestir tan brutalmente en muy pocos días contra el Poder Judicial. La figura que lidera esa agresión es Cristina Kirchner, multiprocesada por la misma Justicia que ella persigue desde que volvió al poder”. Vaya con don Morales. Las múltiples dictaduras que atraviesan la historia argentina del siglo XX se cargaron al Poder Judicial, echaron Jueces, impidieron cualquier remedo del debido proceso, asesinaron, torturaron, hicieron desaparecer a miles de personas pero para Joaquín no pueden compararse con la embestida de Alberto y Cristina.
Eso bastaría para dejar de lado el resto de la nota, pero mencionemos algunos disparates más: “Ya sería redundante repetir todo lo que se dijo y anunció contra la Justicia. Desde comisiones bicamerales para echar jueces hasta tribunales nuevos para arrancarle poder a la Corte Suprema. Desde intimaciones a jueces para que se jubilen hasta la decisión de sacarle al Consejo de la Magistratura el manejo de las jubilaciones de los magistrados para pasárselas a la Anses”. Mentiras y falsedades al por mayor.
Primero reiterar algo que es muy claro: el Poder Judicial no es la Justicia, sino que debe administrarla. No es lo mismo. Qué mundo espantoso sería aquel en el que la Justicia no tuviera la representación de la dama vendada, con su espada y su balanza, sino la cara de algunos magistrados de Comodoro Py… Ninguna comisión bicameral ha sido anunciada con facultades para echar jueces, facultades que por otra parte no podrían tener. Pero sí pueden, y deben, monitorear cómo es que cumple con sus deberes, si es que lo hace, el Poder Judicial, y proponer en su caso las medidas necesarias para un funcionamiento adecuado. No hubo intimaciones a jueces para que se jubilen: hubo jueces y fiscales que anunciaron que se jubilarían. Como se hace con cualquier persona que hace tal anuncio, se les requirió que, en caso de mantener su decisión, aportaran la documentación pertinente. Y en este país es la Administración Nacional de la Seguridad Social la que se encarga de las jubilaciones, no desde ahora sino desde siempre. Nunca fue una facultad del Consejo de la Magistratura, ni entra en las funciones que le atribuyen al mismo la Constitución y las leyes. La cuestión del indulto surge de una nebulosa, porque el escriba solo dice que “Algunos sectores judiciales, que no son kirchneristas, y cierto núcleo de empresarios importantes comenzaron a proponer que el Presidente firme un indulto para beneficiar a Cristina Kirchner. No están de acuerdo con ese recurso, pero lo consideran el mal menor. La única opción ante una posible ruptura del sistema. El indulto sería la confirmación de un país sin justicia, pero sería peor que obliguen a los jueces a firmar sentencias al margen de la ley o contra la ley, dice un magistrado. Y agrega: El indulto es una facultad del presidente que está en la Constitución. En cambio, llevará décadas la reconstrucción de un destruido sistema republicano”.
¿Quiénes integran esos “sectores judiciales” y el “núcleo de empresarios importantes”? Nunca lo sabremos y por cierto Morales Solá no dará ninguna pista sobre sus identidades. Casi como si fueran producto de la imaginación del cronista del genocida Operativo Independencia del Tucumán de 1975. Que agrega que “Se trata, además, de un indulto distinto de los que se conocen en la historia, que perdonaron delitos políticos. El de Cristina perdonaría delitos de corrupción”.
Dejemos algo en claro. Cristina no ha sido condenada en ninguna causa. Por lo tanto, para nuestro sistema jurídico, es inocente, lo que quiere decir que no habría perdón de delito alguno. Porque los inocentes no cometieron delitos, ni de corrupción ni de ninguna otra índole. El final de su nota muestra al cronista enconado contra esa mujer a la que él y sus patrones vienen queriendo destruir desde hace tantos años sin lograrlo: “Ahora bien, ¿en qué país se ha convertido la Argentina para tener que optar entre un quiebre letal de su sistema político o un indulto por delitos de corrupción? ¿Por qué debería elegir entre la democracia y la impunidad? ¿Por qué estresar de semejante manera al sistema institucional solo por los berrinches de una persona, cansada y rencorosa?”. La única opción verdadera que enfrenta nuestro país es si, por una vez en su historia, se logra que el Poder Judicial cumpla su función de administrar justicia o siseguiremos tolerando un sistema corporativo al servicio de los intereses del poder económico.
Las instituciones cuando no llevan adelante la tarea que les compete no sirven a la democracia, y eso es lo que viene ocurriendo con las que integran el sistema de administración de justicia. Que sirve a la impunidad cuando no investiga los delitos cometidos por quienes usaron al Estado para enriquecerse y no vacilaron en endeudar al máximo a los argentinos, como lo viene haciendo hasta ahora. Ejercer la defensa en juicio, como lo hizo Cristina, no es ningún berrinche. Es un derecho. Claro que Morales y sus mandantes no se caracterizan por respetar eso, el ejercicio de un derecho.
Volvamos al principio. A lo que si no revistiera gravedad no merecería más que una mueca de desagrado frente a una payasada mal hecha por una pésima intérprete. Pero en el contexto en que se llevó adelante, en medio de una ofensiva montada desde hace meses contra un gobierno provincial elegido por una abrumadora mayoría de votantes, transformado en el objetivo de una especie de laboratorio de desestabilización, merece nuestra más profunda atención. Porque si bien toda represión desmadrada merece repudio, mucho más lo merecen quienes instigaron esa respuesta, quienes cuando ejercieron el gobierno desplegaron represiones mucho más violentas e injustificadas, quienes desprecian a la voluntad popular y buscan imponer sobre la misma las órdenes del poder. Que acaso en un país justo y soberano, terminen vistiendo realmente el traje a rayas que la malhadada saltimbanqui ostentó a modo de payasada.
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