A mediados de 2022 la revista Nuevo Ñan publicó una convocatoria para realizar una encuesta sobre el folklore de nuestra provincia, solicitando el envío de relatos sobre leyendas, refranes, canciones, cultos y costumbres del lugar.
Esta iniciativa conmemoraba un siglo de la Encuesta Nacional de Folklore realizada en 1922 por el Ministerio de Educación, a propuesta de Ricardo Rojas. Cabía evocarla promoviendo una encuesta a escala de provincia, teniendo en cuenta que Santiago del Estero es un semillero de saberes populares, al que muchos estudiosos (Orestes Di Lullo, Bernardo Canal Feijóo, Domingo Bravo y otros/as) dedicaron parte importante de su obra.
La convocatoria de la revista tuvo eco en la Escuela para la Innovación Educativa (EIE-UNSE) que nos autorizó a divulgarla entre los estudiantes de la Diplomatura en Folklore, de modo que al poco tiempo comenzamos a recibir valiosos aportes en materia de leyendas, fábulas y costumbres. Así conocimos las prácticas tradicionales del velorio en Los Juríes, las alumbradas en Ojo de Agua. También sabrosas historias como “La guerra del sapo con el tigre” y “El locro de Don Juan el Zorro”, que contaré otro día.
Entre los materiales había oraciones, cantos y poemas que enriquecieron nuestro acervo. No sorprenderá que el interés no haya cesado, como lo muestran las coplas que recibimos ayer.
Coplas para marchar
Vamos a tambor batiente
caminando la ciudad
pa’ decir lo conveniente
que’s NO a la oscuridad.
De muy abajo venimos
sabemos cómo luchar
lo aprendimos día a día
para ganarnos el pan.
Somos pueblo y no queremos
más que justicia y verdad
los derechos que tenemos
a vivir en libertad.
En nuestro pago al que miente
lo llamamos embustero
al que le calce ese sayo
le servirá hasta febrero.
Tenemos la mano abierta
por eso de la amistad
si a veces se cierra en puño
decime por qué será.
Ahorita juntamos voces
como se junta el mistol
una a una hacemos coro
que escuche el que pueda oír.
Y pasamos a otro asunto
tiene que ver con la ley
no le digan al paisano
que ahora lo manda un rey.
Sonreirá en silencio, presumo,
masticando la repuesta,
y luego dirá muy bajo
las palabras de su abuelo.
Toda tormenta termina,
y todo plazo se cumple.
No hay tiento que no se corte
ni deuda que no se pague.
Así terminan las coplas
que recogí en mi morral
escuchando aquí y allá
lo que se dice en mi pueblo.
Ahora con el bombo voy
hasta llegar al Congreso
para decir lo que siento,
y te lo cuento al regreso.
Vemos que están escritas en verso de ocho sílabas, propio del romance, adaptado a la poesía gauchesca por José Hernández en su Ida y vuelta de Martín Fierro. Por su argumento, las coplas muestran un momento de malestar social al mismo tiempo que una actitud de rebeldía del autor.
Consulté a conocedores de la historia: ¿en qué momento podrían haber sido escritas? Condenso sus respuestas: sin duda fue en un período de escasez, tal como el provocado por una sequía, tales como la de 1847 o la de 1937 que provocaron grandes hambrunas. Los gobernantes de esos momentos (Juan Felipe Ibarra y Pío Montenegro respectivamente) se sentían dueños del trono.
Una socióloga me dijo que la marcha a pie, peregrinaje o procesión, es propia de la fe y tiene un poderoso efecto de cohesión social. Por último, una profesora de letras estudiosa del cancionero me dijo lo siguiente: “Estas coplas tienen sin duda antiguo origen, y fueron transmitidas de generación en generación. No es infrecuente que al repetirlas el autor las adapte al momento en que las canta”.
Dejo entonces a tu consideración el problema.
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