Por Jorge Asis
La “violencia verbal” no es patrimonio exclusivo de Javier Milei, El C-Boy.
En la breve pieza estética de campaña, la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien, anuncia la construcción indispensable de una cárcel de «máxima seguridad».
La “Unidad Penal Cristina Kirchner”. Es la ostentación del exceso de antikirchnerismo en sangre. El prioritario eje electoral de la coalición.
En efecto, Juntos por el Cambio se obstina en “destruir” al (minoritario) kirchnerismo. En todos los frentes, con preferencia en el Judicial.
Como si la Justicia fuera institucionalmente la franja ejecutora de la malherida coalición.
Más allá de la anécdota ingeniosa, dista de atenuarse la violencia implícita y la gravedad política.
La candidata a presidente -Patricia- se compromete ante la sociedad a apresar a la señora vicepresidenta en ejercicio, La Doctora que fue durante dos mandatos presidenta de la nación.
La construcción ficcional de la cárcel de Patricia coincide exactamente con las decisiones judiciales que atañen a la libertad de La Doctora.
Consecuencia primaria, acaso, de la arrebatada equivocación del comando kirchnerista que supo declarar la guerra absurda.
En el literal estado de beligerancia el kirchnerismo se extravió en farsas espectaculares de juicio político.
Y en la “guerra vale todo”. Parecen responder desde la Justicia acosada.
Mientras tanto La Doctora -según nuestras fuentes probablemente erradas- le atribuye a Patricia Bullrich la responsabilidad final por el magnicidio pifiado.
Ante interlocutores que la suelen frecuentar, La Doctora no vacila en confirmar lo que en el momento indicado se hará público.
La interesada protección mediática colabora con el silencio. Ante el compulsivo retiro espiritual de Gerardo Milman, Missing, que fue núcleo principal de la candidata.
Apartado, con un cordón sanitario de olvido transitorio. Aunque durante la noche del magnicidio, Milman no estaba en Pinamar.
Los escuderos de La Doctora no avanzan sobre Patricia por su debilidad electoral. Crueldad que la condena a ser tercera y quedarse, en efecto, afuera.
Tampoco los escuderos amplifican los deseos de explayarse de alguna atractiva colaboradora de Milman.
Ni siquiera se estimulan los fervorosos deseos de testimoniar de la pobre marginal aún detenida.
El exceso de antikirchnerismo en sangre resulta finalmente perjudicial para Juntos.
Legitima y explica la centralidad estable de Milei, que se come a Juntos con lentitud y tenedor para pescado.
Tampoco evita la proyección milagrosa de Massa. El Artista de Variedades logra la proeza de consolidarse en medio de la catástrofe inflacionaria que pilotea.
Significa que el kirchnerismo minoritario, por el amparo de Massa, sobrevive.
Partido Peronista y Partido Militar
En Yerba Buena, residencia de Juan Manzur, El Menemcito, gobernadores y exponentes de las diversas factorías del peronismo volvieron a ilusionarse, en defensa propia, con «la causa nacional».
Atendieron, en la mesa extendida, la teoría que Sergio Massa, El Profesional, atribuyó a Héctor Magnetto, El Beto, pilar del Grupo Clarín.
En Argentina solo existen dos grandes partidos. El Peronista y el Militar.
En 2015 el Partido Peronista lo representaba Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, con Carlos Zanini, El Cenador (tobillera electrónica de La Doctora).
Y al Partido Militar lo representaba Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, con la “injustamente olvidada” señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde.
Entonces los radicales adheridos aportaron territorios al Partido Militar.
Mientras los purificados de la estancada Coalición Cívica aportaron el insumo carísimo de la transparencia.
Para Magnetto -cientista político-, el 2015 no era para el peronismo.
Y el tercero en discordia, Massa, podía tener visibilidad, páginas y fotos, pero no lugar.
En efecto, con su presencia electoral, en 2015 Massa facilitó el ascenso de Macri.
Y en 2019 -por la parábola bíblica del regreso del hijo pródigo- Massa facilitó el ascenso de Alberto Fernández, El Poeta Impopular.
“La tercera es la vencida”, interpreta a su vez Antoni Gutiérrez-Rubí, El Catalán, el gran dador (nunca voluntario) de ideas.
“Si en el ’15 y el ’19 Massa fue fundamental para poner dos presidentes, corresponde que en el ’23 se ponga la presidencia. Para él”.
Ya que en 2023 Massa «es» el Partido Peronista. Pero Mauricio ya no «es» el Partido Militar. Lo «es», sí, Milei.
Pero después del gobierno peronista, tan desperdiciado como desastroso, ¿está 2023 para el peronismo?
Debería responder Magnetto, mientras Patricia se desinfla, pese al blindaje de Melconian. Y Milei, por su parte, lo alarma. Lo espanta. Le quiere arrancar la pauta.
A Massa lo acompaña Agustín Rossi, El Invicto. Ninguna tobillera electrónica que Alberto le haya puesto a Massa.
Porque Rossi, experimentado y astuto, tenía copia de la llave y se quitó la tobillera con celeridad.
(La teoría de Yerba Buena fue desplegada también en un off de Massa con prestigiosos comunicadores muy críticos, algo decepcionados “porque Patricia no prende”).
La pizza de Juntos
A hoy, 24 de septiembre, Patricia tiene visibilidad, cámaras y repercusiones, pero no lugar. ¿Como Massa en 2015?
Cuenta con el apoyo formal de Mauricio. Aunque para la popular Mauricio prefiere, de corazón, a Milei. Es quien lo reivindica. Quien mejor le explica su fracaso.
A pesar de la incertidumbre colectiva se estudian dos opciones. Con margen para el milagro.
Que Milei triunfe en primera vuelta, a los efectos de ingresar invariablemente en el turismo aventura.
O que se dirima la segunda vuelta en noviembre entre Milei y Massa.
Para aguardar la reconfiguración total de la política.
No es casual que Massa manifieste que, en su eventual gobierno, habrá ministerios “para los radicales y para los peronistas de PRO”.
En la práctica, anticipadamente Massa y Milei se reparten las porciones de la pizza de Juntos por el Cambio.
Radicales posiblemente con Massa. Macristas con Milei. Angustia existencial para los coalicionistas cívicos.
Aunque se le diseñe un destino sombrío, la afectada Patricia se entrega sin otra alternativa al instrumental de Carlos Melconian, El Mesías.
Dos Monos de Fuego, Patricia y Carlos, que deben torcer, en menos de 30 días, el destino marcado.
Cuidar los votos
“Que ni se les ocurra ahora pedirnos que cuidemos los votos de Bullrich”.
Lo confirman peronistas fastidiados que recibieron para las PASO otra recomendación.
“Cuidar los votos de Milei para que no ganara Bullrich”.
Pero le cuidaron con tanto celo los votos a Milei que al final fue Milei el que los embocó.
La dinámica del juego siempre desconcierta.
Y ahora, para que Milei no la tenga fácil, justamente se les recomienda a los peronistas fastidiados evitar que Bullrich se reduzca más de lo deseable.
“Es que si Bullrich se nos cae como un piano, Milei nos afeita en la primera vuelta”.
Fuente Perfil
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