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El largo adiós a la tercera vía

Por Artemio López Director de Consultora Equis.
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La reciente derrota del Frente Amplio Chileno permite reflexionar trascendiendo el caso puntual para observar mediante análisis comparados el derrotero de las coaliciones progresistas.

Este resumen breve de algunos hechos destacados del gobierno de Gabriel Boric sirve como disparador del análisis más amplio que se propone en esta nota.Para ingresar entonces a la perspectiva conceptual que queremos mostrar, recordemos que el gobierno del Frente Amplio Chileno:

-Atacó a Venezuela y a Nicaragua

-Condenó a Cuba por DD.HH.-Defendió a Ucrania frente a Rusia.

-Mantuvo procesos judiciales sobre manifestantes del 2019.

-No indultó a los que presos políticos que protestaron a su lado en 2019.

-Mantuvo la militarización en el Wallmapu (territorio mapuche).-Reprimió a mapuches y a estudiantes.

-Canceló su programa de reformas (como pensiones y tributaria), negociando acuerdos con la oposición de derecha y empresarios.

–Tomó distancia de Lula, Petro y Claudia Sheinbaum en asuntos como criticar la injerencia de Washington, las deportaciones y los aranceles.

-Hubo persecución política de líderes comunistas como Daniel Jadue

-Reconoció a María Corina Machado y a Edmundo González en Venezuela.

-Estableció acuerdos con el Comando Sur de EEUU.

En síntesis, Gabriel Boric llegó al poder prometiendo cambiar la forma de hacer política, entusiasmando a miles de jóvenes y terminó gobernando con y como los mismos que por años criticó.

No es un caso aislado. La llamada “tercera vía” o socialdemocracia reformista ha sido presentada en las últimas décadas como una alternativa capaz de conciliar crecimiento económico con justicia social.

Sin embargo, la experiencia reciente en América Latina y Europa muestra un patrón recurrente: las coaliciones progresistas que adoptan políticas neoliberales terminan debilitadas, fracturadas y abren el camino a gobiernos de derecha o ultraderecha.

Este artículo motivado por la derrota del Frente Amplio Chileno, analiza brevemente casos paradigmáticos —Grecia, Portugal, España, Brasil, Argentina y Colombia— para demostrar que la búsqueda del “centro político” constituye una trampa que erosiona la identidad de las fuerzas populares y conduce a su derrota.

Grecia: la traición del referendo

En 2015, Syriza tuvo la oportunidad histórica de enfrentar la austeridad impuesta por la troika. El referendo popular rechazó con contundencia las políticas de ajuste, pero Alexis Tsipras decidió desconocer ese mandato y aceptar las condiciones de los acreedores.

El resultado fue la fractura interna del partido y, finalmente, el triunfo de Nueva Democracia en 2019 y 2023. Grecia ejemplifica cómo la renuncia a un programa propio en favor del neoliberalismo desemboca en el retorno de la derecha con mayoría absoluta.

Portugal: la “geringonça” y la austeridad encubierta

La alianza inédita entre socialistas, comunistas y el Bloque de Izquierda permitió a António Costa gobernar desde 2015. Sin embargo, la estrategia de “austeridad oculta” debilitó los servicios públicos y erosionó la confianza ciudadana.

Aunque el Partido Socialista logró mantenerse en el poder, la ruptura de la coalición abrió espacio para el crecimiento de la extrema derecha, que hoy supera el 20 por ciento de los votos. Portugal muestra que incluso cuando la socialdemocracia logra estabilidad, el costo es la degradación de su base social.

España: la reforma laboral y la pérdida de identidad

La coalición PSOE-Podemos prometió derogar la reforma laboral del Partido Popular, pero terminó legitimando sus aspectos centrales. La flexibilización del despido y la prevalencia de convenios empresariales fueron avaladas por Unidas Podemos, lo que generó una crisis de identidad y el debilitamiento de su representación.

El Partido Popular, en alianza con Vox, capitalizó el desencanto y se consolidó como opción competitiva. España evidencia cómo el progresismo, al ceder en cuestiones estructurales, refuerza la agenda conservadora.

Brasil: el ajuste como razón de ser

Dilma Rousseff entregó la conducción económica a Joaquim Levy, representante del sector financiero. El ajuste ortodoxo provocó una crisis interna en el PT, el desplome de la popularidad presidencial y el golpe parlamentario encabezado por Michel Temer.

Este proceso abrió el camino al triunfo de Jair Bolsonaro en 2018. Brasil confirma que cuando el progresismo adopta el neoliberalismo como política central, pierde legitimidad y habilita el ascenso de proyectos autoritarios.

Argentina: la trampa del centro

El Frente de Todos, bajo la presidencia de Alberto Fernández, convalidó la deuda externa contraída por Mauricio Macri y profundizó el deterioro distributivo. La pérdida de millones de votos en 2021 reflejó el desencanto popular.

Como advierte George Lakoff, el “centro político” no existe; lo que existen son ciudadanos biconceptuales. Al escorarse hacia la derecha, el peronismo reforzó valores conservadores y se alejó de sus bases. La experiencia argentina también muestra que la búsqueda del centro conduce a la pérdida de identidad y a la derrota electoral a manos de la ultraderecha.

Colombia: la contracara

El gobierno de Gustavo Petro ofrece un contraste. Al desplazar ministros moderados y romper con la coalición de partidos tradicionales, reafirmó un programa de emergencia popular. Petro rechazó la lógica de los “tranquilizadores del mercado” y apostó por reformas estructurales en salud, energía y agricultura.

Aunque enfrenta resistencias, su estrategia demuestra que es posible sostener la unidad progresista sin ceder al neoliberalismo.

Conclusión

El análisis comparativo revela un patrón claro: las coaliciones progresistas que adoptan políticas neoliberales terminan debilitadas y abren el camino a la derecha y la ultraderecha.

La “tercera vía” está agotada. La búsqueda del centro político constituye una trampa que erosiona la identidad y la representación popular. La única alternativa viable es afirmar un polo propio, sostener la unidad desde un programa popular-democrático y apartarse de la agenda del FMI y del sector financiero.

El caso colombiano sugiere que, aunque difícil, es posible construir un camino distinto. La lección es contundente: no se construyen mayorías renunciando a los valores propios, sino expandiéndolos hacia el centro desde una posición firme y coherente.

Fuente Página12