Las tormentas de la semana pasada vinieron acompañadas por vientos muy fuertes de hasta 120 km por hora que derribaron miles de árboles, levantaron techos, hicieron volar sillones y macetas de los balcones y hasta movieron los aviones estacionados en Aeroparque.
En esta época, el calentamiento global lo condiciona todo y los fenómenos naturales se tornan más severos que nunca. La perspectiva científica para comprender lo que sucedió el fin de semana y aventurar si podría volver a ocurrir.
El fenómeno no solo preocupa a la población sino también a quienes estudian el tema. En la entrevista que le hizo el colega Pablo Esteban a Inés Camilloni, la investigadora del Conicet detalla la excepcionalidad de la tormenta
“-Algo de lo que provoca el cambio climático de esta época es que los fenómenos se vuelven más severos y recurrentes. ¿Argentina debería acostumbrarse a estos temporales?
-No diría que deberíamos acostumbrarnos, pero sí saber que puede volver a suceder un evento de estas características y que estamos expuestos. En la medida en que tenemos más vapor de agua, el cambio climático genera más energía disponible en la atmosfera. Esa energía puede liberarse en forma de tormentas, así que es perfectamente posible tener esta clase de temporales de aquí en más”.
Según la opinión de Camilloni, la tormenta se relaciona con el cambio climático, un dato no menor para los que niegan su existencia.
Para estudiar mejor el tema de la nota que me habían pedido esta semana decidí ampliar las fuentes de consulta hacia otros campos de conocimiento más allá de las fronteras de la ciencia.
De modo que entrevisté a un estudioso que cultiva una novísima disciplina que estudia las relaciones interactivas entre el ánimo, el clima y la política.
Sí, el ánimo (y el cuerpo) mantienen estrechas relaciones con el clima. Es sabido que el viento norte enloquece la razón y que la humedad hace doler los huesos. Pero en nuestras investigaciones hemos encontrado otro factor aleatorio que influye en el ánimo.
-¿Cuál es? pregunté interesado
-Pues la política. Alegra a unos, enoja a otros, deprime a otros tantos. Aumenta el apetito o quita las ganas de comer.
-Caramba, tiene efectos negativos…
-Sí, pero también los tiene positivos, sobre todo en el mercado: aumenta la venta de ansiolíticos y bebidas espirituosas.
-Pero eso no es bueno.
-Es posible, claro que los kiosqueros y los farmacéuticos no opinan lo mismo. También están satisfechos periodistas, médicos, psicólogos. Qué decir de periódicos, imprentas y fábricas de banderas y banderines.
-¿Así que el clima político influye sobre el ánimo y la economía?
-No le quepa duda. Del mismo modo que las tormentas fuertes provocan destrucción, también impulsan a reconstruir piedra por piedra el edificio del ánimo.
Le agradecí y me retiré. Vaya a saber por qué, me sentí más animado.
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