A mediados de febrero último, un comunicado del Ministerio de Salud nos alertaba sobre la circulación de influenza en contexto de la pandemia de Covid-19. Durante 2020 y 2021 los casos de gripe o influenza fueron pocos en relación a años anteriores, pero 2022 muestra un aumento a expensas del virus influenza H3N2.
La gripe, también denominada influenza, es una «enfermedad invariable causada por un virus variable» (Edwin D. Kilbourne, 1975). El nombre gripe se piensa que viene del francés «grippe» y del franco «grip» (garra), es decir, la empuñadura de donde agarramos la raqueta de tenis, los palos de hockey o de golf. La gripe nos agarra por sorpresa cuando estamos desprevenidos y puede arruinar nuestros planes a corto plazo. De la misma manera que en el tenis existe el cubre grips que mejoran el agarre y el juego, para la gripe tenemos las vacunas.
La gripe fue reportada desde 1510, con probables pandemias en el s. XIX y comprobadas en el s. XX. Cada temporada de gripe es diferente, y puede afectar a las personas de diversas maneras, pero millones de personas la contraen cada año, miles son hospitalizadas y mueren por causas relacionadas con ella.
En 1933, el primer aislamiento del virus en humanos permitió el desarrollo de vacunas. En 1936, se publica en la revista «American Journal of Diseases of Children» el primer estudio con vacunas de virus influenza humano, iniciando un camino de investigación que llega hasta nuestros días con las vacunas actuales que contienen 4 virus distintos (2 influenza A y 2 B) y con nuevas tecnologías de producción, como son las preparadas en cultivos celulares.
Todas las personas a partir de los 6 meses de vida deberían vacunarse contra la influenza todas las temporadas, con raras excepciones, y deben recibir la vacuna correcta para su edad y estado de salud.
Cuando el suministro de vacunas es limitado, los esfuerzos deben centrarse en administrar vacunas a las siguientes personas:
- Niños de 6 meses a 4 años.
- Personas mayores de 50 años.
- Personas que padecen trastornos crónicos pulmonares (incluyendo asma) o cardiovasculares (excepto hipertensión aislada), renales, hepáticos, neurológicos, hematológicos o metabólicos (incluyendo diabetes mellitus).
- Personas inmunosuprimidas por cualquier causa, incluso la inmunodepresión causada por medicamentos o por VIH.
- Personas embarazadas o que tienen planificado estarlo durante la temporada de influenza y personas que dieron a luz hace menos de dos semanas.
- Personas de 6 meses a 18 años de edad que reciben medicamentos que contengan aspirina o salicilatos y que corren riesgo de tener el síndrome de Reye después de la infección por el virus de la influenza.
- Personas que viven en asilos de ancianos y otros establecimientos de cuidados a largo plazo.
- Personas con obesidad mórbida.
- Personal de cuidados de salud.
- Contactos familiares y cuidadores de niños menores de 5 años y adultos mayores de 50 años en adelante o con ciertas afecciones médicas que los ponen en mayor riesgo de presentar complicaciones graves por gripe.
Hay muchas opciones de vacunas entre las que elegir: con huevo, sin huevo y con coadyuvantes que mejoran la respuesta inmunológica en personas mayores de 65 años; pero lo más importante es que todas las personas a partir de los 6 meses en adelante se vacunen contra la influenza todos los años y consulten con su médico u otro profesional de la salud cuál es la más adecuada para ellos.
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